POLÍTICA NACIONAL
PARA LA ATENCIÓN Y LA PREVENCIÓN DE LA VIOLENCIA
CONTRA LAS MUJERES
2017-2032
Índice de Contenido
I. INTRODUCCION
1.1 Presentación
1.2Estrategia
Metodológica
II. LA VIOLENCIA
CONTRA LAS MUJERES EN EL CONTEXTO NACIONAL ACTUAL
2.1 Contexto
socio-económico, la situación y condición de las mujeres
2.2 Pobreza,
exclusión y Violencia contra las mujeres: el círculo perverso
2.3 Inseguridad
de las mujeres: ¿percepción o realidad?
2.4 Violencia
simbólica y posmachismo
III. BALANCE DE
LAS POLÍTICAS PÚBLICAS PARA ENFRENTAR LA VIOLENCIA CONTRA LAS MUJERES.
IDENTIFICACION DE DESAFIOS
3.1 Legislación
y normativa
3.2
Institucionalidad específica
3.3 Programas y servicios
específicos
3.4 La
perspectiva de las mujeres y de sus organizaciones
3.5 La perspectiva internacional:
balance de cumplimiento de las
Convenciones Internacionales
IV. POLITICA
NACIONAL PARA LA ATENCIÓN Y PREVENCION DE LA VIOLENCIA CONTRA LAS MUJERES
2017-2032
4.1 Apuesta
estratégica
4.1.1
Poblaciones objetivo
4.1.2 Énfasis
en el cambio cultural, la promoción de una cultura de igualdad, reconocimiento
y respeto a las diferencias y la promoción de conductas alternativas al
machismo y la violencia contra las mujeres.
4.1.3 Escenario priorizado de ejecución y encuentro
inter-institucional e inter-sectorial: Lo local, la comunidad y el municipio.
4.2 Aspiración
de la política
4.3 Enfoques,
principios y características de la política
4.4 Ejes
transversales para su ejecución
4.5 Ejes
estructurales, objetivos y acciones estratégicas
EJE UNO:
Promoción de una cultura no machista
EJE DOS:
Promoción de masculinidades para la igualdad y la no violencia
EJE TRES:
Articulación de iniciativas de desarrollo social para desvincular pobreza
multi- dimensional, exclusión y violencia contra las mujeres.
EJE CUATRO:
Protección efectiva, acceso real, debida diligencia, sanción y no
re-victimización
EJE CINCO:
Prevención, atención integral y no-revictimización frente a la violencia sexual
EJE SEIS:
Prevención del femicidio
4.6 Modelo de
Gestión
4.6.1 El
mandato legal para la coordinación y gestión del PLANOVI 2017- 2032 Acciones
estratégicas para la conducción técnico-política del PLANOVI 2017-2032
4.6.2 Sistema
de monitoreo, seguimiento y evaluación de la Política y sus planes de acción
V. GLOSARIO
VI. REFERENCIAS
BIBLIOGRAFICAS
I.
INTRODUCCION
1.1 Presentación
El presente documento contiene la "Política Nacional para la Atención y la Prevención de la Violencia contra
las Mujeres 2017-2032" consensuada
a nivel interinstitucional e intersectorial, desde un enfoque de derechos
humanos, en concordancia con lo que establece
la Convención Interamericana para Prevenir, Sancionar y Erradicar la Violencia
contra la Mujer (conocida como
Convención de Belém do
Pará).
Con esta Política Nacional 2017-2032 se busca la continuidad del esfuerzo iniciado a mediados
de los años noventa
con la elaboración del primer Plan
Nacional para
la Atención y la Prevención de la Violencia
Intrafamiliar y el Abuso Sexual Extra-familiar (PLANOVI: 1994), y el segundo Plan Nacional de Atención
y Prevención de la Violencia
contra las mujeres en las relaciones de pareja y familia como por hostigamiento sexual y violación (PLANOVI Mujer: 2010-2015).
Se cumple también con el mandato incluido en varios
instrumentos de ley donde se obliga al Estado costarricense a: "Promover
políticas públicas, planes, programas, propuestas jurídicas, proyectos o acciones
que garanticen el cumplimiento de los mandatos establecidos en los diferentes instrumentos jurídicos nacionales e internacionales que protegen el derecho
humano a vivir libre de violencia" (Convención de Belem do Pará, Ley N. 7586 contra la Violencia Doméstica, art. 22, Ley 8688 Creación
del Sistema Nacional para la Atención
y Prevención de la
Violencia contra las Mujeres
y Violencia Intrafamiliar art 2).
El proceso de su diseño y elaboración ha sido coordinado por el Instituto Nacional de las Mujeres (INAMU) en seguimiento al mandato legal como ente rector y fiscalizador del cumplimiento de la Convención de Belém do Pará y de las políticas
públicas en los programas
de detección, atención,
prevención e inserción
laboral de las personas
agredidas (Ley N. 7586 contra la Violencia Doméstica, art. 21). El proceso ha contado con la participación activa de las instituciones públicas, académicas y sociales
que conforman el Sistema Nacional
para la Atención y la Prevención de
la Violencia
contra las Mujeres (en adelante el SISTEMA).
1.2
Estrategia
metodológica del proceso de elaboración del PLANOVI-2017- 2032
El proceso de elaboración de la Política Nacional para la Atención y la Prevención de la Violencia
contra las Mujeres 2017-2032 se caracterizó por ser un proceso
participativo en el cual diferentes actores (instituciones públicas y organizaciones que forman parte del SISTEMA,
personas expertas en la materia
y grupos específicos de población) aportaron sus percepciones y necesidades en la etapa de diagnóstico (análisis de
situación), necesario para la
definición de los ejes estratégicos de la
Política.
Para la construcción del árbol de problemas
de la política se tomaron en cuenta
los siguientes insumos, documentos y resultados de actividades desarrolladas ad hoc para
este fin:
.
Informe Final del Encuentro Nacional
de Mujeres, organizado para conmemorar el Vigésimo Aniversario de la Convención de Belem do Pará en Costa Rica, así como en los Encuentros sectoriales y
regionales preparatorios a esa actividad.
. PLANOVIs I y II.
. Informes
de rendición
de cuentas elaborados por el Área de Violencia del INAMU,
con las representaciones de las instituciones del SISTEMA.
.
Informes del Comité de la Convención sobre la Eliminación de toda forma de Discriminación contra la Mujer (CEDAW
son sus siglas en inglés) a Costa Rica, informes del Mecanismo
de Seguimiento de la
Convención de Belém do Pará (MESECVI)
y otros.
. Informe de la Contraloría sobre el
cumplimiento de la Política
para la Igualdad y Equidad de Género (PIEG)
y de la auditoría cruzada
sobre políticas de igualdad en tres países.
. Auditoría de los servicios
a mujeres afectadas por
la
violencia contra las mujeres (INAMU
2015)
. Taller
con representantes
institucionales ante la Comisión
de Seguimiento del SISTEMA1
1Este taller se
llevó a cabo el 05 de abril
de 2016.
. Talleres
con integrantes de las Redes Locales de Prevención de la Violencia
contra las Mujeres y Violencia Intrafamiliar y representantes de las Oficinas
Regionales del
INAMU2
2En el Anexo 1 se especifican las fechas y
lugares de cada
uno de los talleres regionales.
. Talleres
con Grupos específicos de
población3
3En el Anexo 1 se especifican las fechas y
lugares de los talleres y reuniones
de trabajo con
poblaciones específicas.
. Taller
con mujeres
expertas en materia de
violencia contra las mujeres
. Entrevistas con informantes claves4.
4Por diferentes razones, fuera del control del Equipo Consultor, no se pudo realizar
estas entrevistas en la primera etapa de la consultoría, por
lo que se pospuso esta actividad para la
segunda etapa.
Una primera versión del documento fue desarrollada por un equipo consultor contratado al efecto por el INAMU y
dirigido por
José Manuel Valverde y Ana Cecilia
Escalante.
Colaboraron en la elaboración del documento
de esta política:
Dunia Espinoza (INA), Edda Quirós (Ministerio de Salud), Stephanie Rodríguez (MIDEPLAN), Guillermo Morales (Consejo Persona Joven), Maritza Ortiz Cortés (Ministerio de Justicia
y Paz), Sylvia Mesa (Red Feminista contra la VcM), Ana Carcedo (CEFEMINA),
Kattia Solís y Ana Hidalgo
(INAMU).
II. LA VIOLENCIA
CONTRA LAS
MUJERES EN EL CONTEXTO
NACIONAL
ACTUAL
La violencia contra las mujeres (VcM) en todas sus manifestaciones, es
estructural con relación a la sociedad
patriarcal y uno de sus principales mecanismos de reproducción y perpetuación. No obstante,
la evolución reciente de las sociedades capitalistas y el crecimiento del conservadurismo político y religioso, caracterizado por un aumento en la desigualdad y la exclusión
social, están colocando a las mujeres
ante riesgos aumentados de violencia
y misoginia que obliga
con mayor fuerza a estudiar,
entender y explicar
algunos rasgos actuales de la VcM en el marco de estos otros factores
de naturaleza estructural para informar a la
política pública.
La antropóloga argentina Rita Laura Segato propone un marco de análisis supranacional para comprender la evolución de la VcM tomando como referencia la realidad de algunos países latinoamericanos donde se evidencia una exacerbación de esta forma de violencia. Su propuesta también es relevante
para comprender algunas características emergentes en Costa Rica, precisamente para tratar de explicar
(íy prevenir!) la VcM en función de dinámicas
socio-económicas y políticas
actuales (sobre todo, como se ha señalado, la desigualdad,
la exclusión y el conservadurismo) y el impacto
que estas tienen en las
relaciones de género.
En opinión de Segato
". estas nuevas formas de violencia
machista son signo de una amplia transformación económica y política, que tiene que ver con el desarrollo de la
economía informal y criminal
y con la creciente pérdida del papel del Estado como monopolista de la violencia. En este marco, el cuerpo de la mujer se convierte en un soporte
en el que se inscriben nuevas
formas de dominio
y de soberanía. es una violencia pública,
sistemática, impersonal, en la que grupos
criminales y corporaciones establecen una forma
de control sobre el territorio que se expresa públicamente a través del sometimiento total del cuerpo de la mujer.Hoy
en día, caudales de capital de gran magnitud son producidos en un territorio oscuro, en lo que yo llamo "de segunda realidad"
porque tienen papeles de control
social como los del Estado,
pero están ocultos y están expandiendo esa esfera paraestatal de control de la vida y lo notamos en la vulnerabilidad creciente de las mujeres. La riqueza tiene un pie en lo lícito y un pie en lo ilícito... Y hay modos de protección de esa riqueza
que no son lícitos.
Estos capitales tienen origen muchas veces en varias formas del crimen organizado, del control de las personas:
el tráfico de drogas, el tráfico de armas y la trata de personas para esclavitud, para el trabajo
y para esclavitud sexual
también"5.
5Segato, R. (2017). Entrevista para Contexto
y Acción. Recuperado de: http://ctxt.es/es/20170315/Politica/11576/Feminismo-
Violencia-de-género-Rita-Laura-Segato-La-guerra-contra-las-mujeres-Nuria-Alabao.htm.
Estos nuevos escenarios de la violencia machista
se entrelazan con otros escenarios "tradicionales" como la violencia de pareja, complejizándolos, aumentado el riesgo
para las mujeres y dificultando las salidas que las mujeres pueden
encontrar para construir proyectos
de vida alternativos.
2.1 Contexto socio-económico, la situación y condición de las mujeres
Costa Rica está, en el momento actual, en una gran encrucijada. Por un lado, continúa
disfrutando de una relativa estabilidad económica, social y política,
y muestra avances
significativos en materia
de derechos humanos.
Por otro lado, la postergación de ajustes
productivos, fiscales, ambientales en la política
social y en el sistema
político requeridos
para garantizar
la sostenibilidad
del
desarrollo humano, incrementa
la magnitud de los costos y sacrificios para el bienestar
social y pone en riesgo los altos estándares que han caracterizado al país en el contexto
internacional.
Así, por ejemplo, el desempleo
abierto6 se mantuvo en 8,6% y sigue afectando con mayor intensidad a las personas
pobres, las personas jóvenes, las mujeres y las regiones
periféricas; los ingresos promedio de las familias decrecieron tras cinco años de crecimiento real y hubo un nuevo retroceso en un área en la que, hasta hace poco, se reportaban adelantos: la violencia delictiva. Además, el mercado
laboral es la principal fuente de ingresos
de las familias
y muchas experimentan obstáculos para el ascenso social debido a la baja escolaridad de sus miembros, así como a las pocas opciones
de empleo de calidad, el incumplimiento de garantías
laborales y la informalidad, entre otros. Los esfuerzos del Estado mediante la política social han conseguido atenuar estos malos resultados en cierta medida, sin que se logre compensar todas las debilidades
señaladas7 (PEN, 2016, PP. 31-22).
6Medido con
base en la Encuesta
Nacional de Hogares de 2014 (9,6% si se mide con la Encuesta
Continua de Empleo).
7Por ejemplo, los principales programas financiados por el FODESAF
reducen la pobreza en dos puntos porcentuales.
Desde 1990, el Índice de Desarrollo Humano (IDH)8 de Costa Rica ha ido en aumento. De 1990 al 2000 pasó de 0,652 a 0,704,
y del 2000 al 2010 pasó de 0,704 a 0,750. Para el año 2014 ocupó el 10º lugar en desarrollo humano de 33 países de América
Latina y el Caribe,
con un valor de 0,766; además, ha estado consistentemente entre los países de
"desarrollo humano alto", alcanzando en el 2014 el puesto 69 del total de 187 países. No obstante,
según el Índice de Desarrollo Humano ajustado por Desigualdad (IDH-D)9, en el año 2014,
Costa Rica presentó un valor de 0,613, lo que le generó una caída de 11 posiciones con respecto
al IDH, lo que viene a confirmar
la profundización de un desarrollo no equitativo en el país que, como se verá más adelante,
afecta de manera particular a las mujeres10.
8El Índice de Desarrollo Humano (IDH) mide el progreso medio conseguido por un país en tres
dimensiones básicas del desarrollo humano: disfrutar de
una vida larga y saludable, acceso a educación
y nivel de vida digno.
9El Índice de Desarrollo Humano ajustado por la Desigualdad (IDH-D) ajusta el IDH según la desigualdad en la distribución de las dimensiones entre la población. El IDH-D será idéntico
al IDH si no existe desigualdad entre las personas, pero desciende por debajo del IDH a medida que aumenta la desigualdad. En este sentido, el IDH-D es el nivel real de desarrollo humano (considerando su desigualdad), mientras que el IDH puede
considerarse como un índice de desarrollo humano "potencial" (o el nivel máximo del IDH-
D) que podría lograrse de no haber desigualdad.
10En América Latina y el Caribe de los 9 países con desarrollo humano más alto que el costarricense, solamente 2 pierden más posiciones al ajustarse por desigualdad, Panamá pierde 20
lugares y Chile pierde 13.
Ahora bien, el Índice de Desigualdad de Género (IDG)11, refleja la desventaja de las mujeres en tres dimensiones: salud reproductiva, empoderamiento y mercado
laboral. El índice muestra la pérdida en desarrollo humano debido a la desigualdad entre logros de mujeres y hombres en dichas dimensiones, ya que para el 2014 Costa Rica presentó
un valor de 0,349,
lo que lo ubica en la posición
66 del mundo; es decir 3
puntos menos que el
IDH en ese mismo
año (69)12 (PNUD,
2015).
11Varía entre cero, cuando a las mujeres les va tan bien como a los hombres, y 1, cuando a las mujeres
les va tan mal como sea posible en todas las dimensiones medidas.
12En América Latina y el Caribe, para este índice Costa Rica ocupa el cuarto lugar, ya que solamente
3 países presentan
mejores posiciones: Bahamas (58), Uruguay (61) y Chile (65).
En un nivel más específico, los indicadores de educación en Costa Rica evidencian mejores niveles de asistencia escolar tanto para niñas como para niños,
lo que
traduce en un acceso a la educación
con equidad de género. Por ejemplo,
la asistencia a la educación
por edades en el año 2014 (INEC, 2014), revela que la brecha
de género (diferencia entre mujeres y hombres),
en las etapas
correspondientes a la educación
preescolar y primaria
es cercana a cero (88,6% y 89,9% para hombres
y mujeres, en edades entre 5 y 6 años, respectivamente y 99,7% y 99,5% para hombres
y mujeres, en edades entre 7 y 12 años, respectivamente). Sin embargo,
en las etapas de secundaria, la brecha entre mujeres y hombres
es mayor en tanto se aprecia
que las mujeres superan en aproximadamente un 2% a los hombres (91,6% y 93,9% para hombres y mujeres entre 13 y 17 años). Con respecto a la educación
universitaria, los niveles de asistencia de las mujeres son mayores que los niveles de los hombres en más de 7% (46,9% para hombres entre 18 y 24 años y 54,4% para mujeres en ese mismo rango de edad). En este aspecto,
concretamente, la situación de las mujeres es muy
favorable.
No obstante, en otros campos, esa situación es notoriamente distinta. Por ejemplo,
a pesar de que se observa un significativo aumento de la tasa de participación de las mujeres
en el mercado laboral, las brechas de participación desfavorables para las mujeres siguen siendo importantes. Se observa
un significativo aumento de la
tasa de participación de las mujeres,
la cual
pasa de 30% en 1990 a un
44,5% en el 2016. Dentro
de las familias, las mujeres han tenido que asumir además del trabajo remunerado, el no remunerado de madres,
esposas, amas de casas, entre otros; provocando una sobrecarga de esfuerzo en perjuicio de su salud física
y mental. Además, los datos reflejan una tendencia al aumento de la jefatura
femenina con respecto a la masculina
desde el año 2000. Según la Encuesta Nacional de Hogares
(INEC, 2015), de los 1.462.135
hogares el 36,2% tenían una jefatura de hogar femenina,
porcentaje que ha ido en ascenso
en el país (INAMU, 2010).
En el campo del empleo, también
persiste la desigualdad entre hombres y mujeres;
las mujeres enfrentan mayores problemas que los hombres para obtener
y mantener un empleo.
En el último
trimestre del 2015 la tasa de desempleo abierto femenina
era 12,5%, mayor que la masculina
(7,8%) y hay un mayor subempleo. Aunado a eso, se debe considerar que las mujeres tienen mayor participación en el subempleo y en el empleo
informal. En Costa Rica para el mismo período
antes mencionado, el 14,5% de las mujeres ocupadas estaban subempleadas (contra sólo un 9,8% en los hombres),
además, un 45,1% de las mujeres
ocupadas contaban con un empleo informal
(contra un 41,7% de los hombres
participando en el sector informal). (INEC, I Trimestre, 2016).
Otro indicador de desigualdad, se observa
cuando se calcula el porcentaje de personas
trabajando de manera independiente y reciben menos del salario mínimo establecido.
En
el último trimestre
del 2015, el 53,1% de las mujeres independientes recibieron una remuneración menor al salario mínimo, versus el 46,3% de los hombres independientes.
Además, en esta población se registran bajos niveles de cobertura de la
seguridad social, en el mismo período antes mencionado, apenas el 27,6% de las mujeres
estaban afiliadas a algún seguro de
salud (contra 54,5% de los hombres que
estaban afiliados).
2.2 Pobreza, exclusión y violencia
contra las mujeres: el círculo perverso
Cuando se analiza la variable pobreza y exclusión es posible
identificar la sobre-representación de las mujeres
en estos segmentos
de la población
(pobreza y pobreza
extrema). Si bien tanto mujeres
como hombres sufren la pobreza, la discriminación de género
significa que las mujeres cuentan con menos recursos
para hacerle frente, producto de las múltiples
discriminaciones históricas. Al 2016 se registran 20.5% de hogares en condición
de pobreza (307.270) y 6.3% en pobreza extrema (95.004). En el primer caso, el
44.5% son hogares
de jefatura femenina y, en el caso de
la pobreza extrema, el 44.3%.13
13ENAHO 2016
La pobreza puede aumentar el riesgo frente a la violencia. Determinados grupos de mujeres, incluidas las mujeres y niñas que viven en la pobreza y
la exclusión, se enfrentan a múltiples formas de discriminación y, como resultado, también sufren un mayor riesgo de violencia. Diversos estudios reflejan que las niñas pobres tienen una probabilidad 2.5 veces mayor de casarse
en su infancia que las que pertenecen al quintil más rico. El matrimonio temprano de las mujeres
generalmente implica embarazos también tempranos y múltiples, la interrupción de los estudios,
el desempleo, subempleo
o empleo informal
y con ello la trasmisión intergeneracional de
la pobreza
para las nuevas generaciones.
Las mujeres y niñas que viven en la pobreza
y la exclusión
son más vulnerables a la explotación sexual, incluida la trata de personas.
Por otro lado, aquellas
que sufren violencia doméstica o por parte de un compañero sentimental,
tienen menos opciones de
escapar de este tipo de
relaciones debido a su alto grado de dependencia económica.
No todas las mujeres que sufren violencia son pobres,
aunque sí se ven afectadas por discriminaciones y exclusiones en diferentes escenarios que limitan el ejercicio pleno de
sus
derechos y su
aporte a la sociedad
como sujetas económicas. Por ello es necesario establecer el vínculo
entre VcM y desarrollo. Las estimaciones conservadoras de la productividad desperdiciada debido a la violencia
doméstica van del 1,2% del PIB en Brasil y Tanzania, al 2% del PIB en
Chile, que es casi lo que
la mayoría de los gobiernos gastan
en educación primaria, es decir alrededor del 1,5%. Sin embargo,
esas cifras no incluyen los costos asociados con el
impacto emocional a largo plazo
y con las consecuencias sobre
la segunda generación14.
14Klugman y Morton, (2013).
Por
qué la violencia mantiene a
las mujeres en la pobreza. PNUD. Recuperado de: http://www.undp.org/content/undp/es/home/ourperspective/ourperspectivearticles/2013/11/04/why-violence-keeps-women-poor- jeni-klugman-and-matthew-morton.html
Debemos agregar que tampoco incluyen el costo económico
y social ocasionado por las otras violencias que sufren
las mujeres en espacios
públicos, privados
y por diferentes agentes.
Tal y como lo establece
el MESECVI
(Mecanismo para el seguimiento de la Convención de Belem do Pará),
la VcM limita la participación
de las mujeres en los ámbitos social, político
y económico lo que representa uno de los desafíos
más serios al desarrollo humano sostenible en las Américas
y se considera
un grave obstáculo para el logro de todos los objetivos de desarrollo convenidos internacionalmente. De acuerdo con la OEA (2014), recae sobre la mujer una parte desproporcionada de los problemas
que entraña hacer frente a la pobreza,
la desintegración social, el desempleo, la degradación del medio ambiente y los efectos de la guerra.
Por ello se señala,
que el impacto negativo
de la VcM respecto
del crecimiento económico
y la mitigación de la pobreza, debería estar considerado
entre las principales preocupaciones de los gobiernos.15
15OEA (2014): Guía para la aplicación de la Convención Interamericana para prevenir, sancionar y erradicar
la violencia contra la mujer. Washington, OAS. Documentos oficiales; OEA/Ser.I/II:6:14)
La Declaración y los Objetivos de Desarrollo del Milenio
(ODM) en la cual los Estados aprueban
los objetivos prioritarios y metas comunes
a alcanzar para el 2015,
son contundentes al
establecer que:
. La desigualdad y la violencia
por motivos de género
obstaculizan los esfuerzos de los países por reducir
la pobreza.
Las mujeres y las niñas constituyen la mitad del capital
humano disponible para reducir la pobreza y alcanzar el desarrollo.
Sin embargo, la violencia basada en el género quebranta sus derechos fundamentales, la estabilidad y la seguridad de la sociedad, la salud pública,
sus oportunidades de educación y de empleo, así como el bienestar
y las perspectivas de desarrollo de la niñez y las comunidades, todos ellos elementos
fundamentales para la consecución de los ODM.
. La violencia contra las mujeres
reduce la productividad y esquilma los presupuestos públicos.
pues supone enormes costos directos
e indirectos para las supervivientes, los empleadores y también
para el sector público, en especial
por gastos relacionados con sanidad, policía, servicios jurídicos, entre otros, así como la pérdida de ingresos
y productividad.
También en la Agenda 2030 para el Desarrollo Sostenible, los Estados se comprometen a movilizar
los medios necesarios para su implementación mediante alianzas centradas especialmente en las necesidades de los más pobres y vulnerables (ONU, 2015):
Estamos resueltos a poner fin a la pobreza y el hambre en todo el mundo de aquí a 2030, a combatir las desigualdades dentro de los países y entre ellos, a construir
sociedades pacíficas, justas e inclusivas, a proteger
los derechos humanos y promover la igualdad entre los géneros y el empoderamiento de las mujeres
y las niñas, y a garantizar una protección duradera del planeta
y sus recursos naturales.
Entre los 17 ODS se destaca, en relación
con la violencia contra las mujeres, el Objetivo
5 que apunta hacia
el logro de la igualdad
de género y empoderamiento de todas las mujeres
y las niñas. Incluye como acciones estratégicas (ONU,
2015):
. Poner fin a todas
las formas de discriminación contra todas las
mujeres y las niñas
en todo el mundo.
. Eliminar
todas las formas de violencia
contra todas las mujeres y las niñas en los ámbitos públicos y privado, incluidas
la trata y la explotación sexual
y otros tipos de explotación.
. Eliminar todas
las prácticas nocivas, como el matrimonio infantil, precoz y forzado y la mutilación genital femenina.
De todo lo anterior pareciera deducirse hoy con mayor claridad
y como lección
aprendida de la acción pública,
que erradicar la VcM para amplios
segmentos de la población
femenina está íntimamente relacionada con cambios en el modelo social, político y económico
que atienda de manera prioritaria la pobreza de las mujeres
y coloque entre sus prioridades estatales la disminución de las brechas
de igualdad entre mujeres y hombres.
También que las políticas públicas para la erradicación de la violencia
contra las niñas y las mujeres
debe ser parte no solo de la agenda social de los gobiernos
donde han sido históricamente relegadas, si no transversal
a las políticas económicas y de desarrollo
de mediano
y largo plazo.
2.3 Inseguridad de las mujeres
¿percepción o realidad?
Según la Encuesta Nacional de Seguridad Ciudadana (PNUD y LAPOP, 2006), en Costa Rica, la preocupación por
la seguridad es una de las principales inquietudes de la
ciudadanía, compitiendo sólo
con temas como el alto costo de la vida y el desempleo. Generalmente la violencia se relaciona
con la inseguridad, la delincuencia y el narcotráfico. Según los resultados de dicha encuesta,
la seguridad ciudadana es la condición de encontrarse y sentirse
libre de violencia, amenaza de violencia
o despojo intencional por parte de otros.
Mientras que la inseguridad se refiere
a los hechos concretos
de violencia objetiva.
En este sentido
la percepción de inseguridad hace referencia a la sensación
de temor que se relaciona
con el ámbito subjetivo de la construcción social del miedo, generado por la violencia directa o indirecta. En agosto de 2008, el 16,0% de la población costarricense consideraba que la
delincuencia era uno de los problemas principales del
país (PNUD-POLSEPAZ, 2010).
En enero del 2010 esta cifra se incrementa, ya que el 27,0% de la población afirmaba que la inseguridad era el principal problema (PNUD-POLSEPAZ, 2010) y en el 2011, el 67,0% de los y las costarricenses creía que el país cada día era un lugar más inseguro
(Latino barómetro, 1995-2015, p.100).
La Encuesta
Nacional de Seguridad en
Costa Rica, realizada
por el PNUD en el 2004 (PNUD, 2005)
abordó el concepto
de percepción de inseguridad desde cuatro dimensiones: patrimonial, física, emocional y sexual.
Esta encuesta puso en evidencia
que la percepción
de inseguridad está centrada
en el ámbito patrimonial, y menos en lo demás. Las personas que se manifiestan más inseguras son las mujeres,
las personas menores de 24
años, que residen en entornos
urbanos y de estratos socioeconómicos altos.
En el caso de las mujeres
la percepción de inseguridad es objetiva
debido a la experiencia que ellas aún viven en diferentes espacios, públicos y privados,
y en diferentes etapas de la vida. La VcM ha sido siempre el principal
problema de seguridad
que viven las mujeres cuando, desde el ámbito más privado y originario como es la familia y el hogar, las niñas son víctimas
de diversas formas de violencia sexual, testigas de la violencia
doméstica contra sus madres y - en el futuro - potenciales víctimas ellas mismas de esta violencia.
En los espacios públicos como los laborales o callejeros, es la violencia sexual también la principal
forma de agresiones que sufren las
mujeres.
De esta manera
el perfil delincuencial, al desagregarse por sexo,
evidencia un patrón claramente diferenciado para mujeres y para hombres
en casi todos los delitos, principalmente aquellos
contra la vida o la integridad sexual y personal.
Pero este patrón presenta otras complejidades y rasgos adicionales cuando existe una aparentemente creciente territorialización de la violencia
en la cual grupos
de pandillas asociadas a diferentes ilícitos se agrupan en sociedades cerradas y/o asumen el control de espacios específicos del territorio. Preocupa que muchas veces las mujeres quedan atrapadas en estos territorios y/o en relaciones de pareja o familiares donde, además del control individual ejercido por un hombre determinado, se amplía el control sobre las mujeres al colectivo de hombres de la pandilla
o del territorio. Estas actividades de delincuencia organizada, independientemente de su tamaño,
se construyen sobre relaciones jerárquicas autoritarias y, por ende, violentas. Las dinámicas de poder entre los géneros también se agudizan
con mayores niveles de peligro para las mujeres.
Así, la violencia contra las mujeres no tiene solo un eje de relación entre el agresor y la persona
agredida, sino que es una relación entre hombres expresada por el mandato de masculinidad. Es decir, constituye un espectáculo ante los ojos de otros hombres. Por eso las peores violencias, las peores agresiones contra las mujeres pueden ser realizadas
por pandillas de jóvenes,
porque es donde algo tiene que ser demostrado: la capacidad de crueldad
ante los ojos de los otros,
de los pares, lo que la antropóloga Rita Segato (2017)
denomina como la "cofradía
masculina".
Esta realidad se confirma por el aumento de las muertes violentas de mujeres
asociadas a la criminalidad organizada y a las venganzas cobradas en los cuerpos
de las mujeres en la
región Centroamérica incluyendo Costa Rica. En un estudio realizado sobre el femicidio
en Centroamérica se establece que hay un número
importante de mujeres que son las compañeras permanentes u ocasionales de los traficantes y vendedores que, al igual que en otro tipo de redes dedicadas al tráfico de armas o al sicariato, no necesariamente participan directamente de la actividad
delictiva. Estas mujeres no solo viven desigualdades de poder características de una relación
de pareja o sexual con un hombre.
Además, están expuestas a altísimos
riesgos por vivir en un medio en el cual los conflictos se saldan con gran facilidad mediante las armas y los asesinatos. Las parejas de quienes pertenecen a estas mafias son mujeres altamente controladas con cero o nula libertad. Todas las mujeres que se acercan pueden convertirse en testigos
peligrosos que en ocasiones
hay que eliminar.
(Carcedo, 2010, p.24).16
16CEFEMINA (2010): Carcedo,
A.
et
al. No olvidamos
ni aceptamos:
femicidio en Centroamérica 2000-2006. San
José, CEFEMINA/Horizontes de Amistad.
Otro rasgo igualmente preocupante de este mismo estudio es el que establece
como resultado del proceso
de investigación que en todos los países son las mujeres
jóvenes quienes más arriesgan la vida, particularmente
quienes se ubican en
los rangos de 20
y 30
años. (Ibid, p. 55). Esto reafirma
que, además de la pobreza y la exclusión
multidimensional, -o precisamente por ellas- la naturaleza de los vínculos
tempranos que establecen muchas mujeres jóvenes en territorios dominados por este tipo de criminalidad potencia
aún
más los riesgos de
la violencia
y limita sus posibilidades de escape.
En estos contextos la capacidad real del Estado de brindar
protección efectiva se ve limitada
y con ello se acrecienta los sentimientos de impotencia de las mujeres con el riesgo de que el miedo real favorezca
un proceso de re-privatización
de la VcM.
Además de este impacto en las dinámicas de
emparejamiento y/o familiares, la
presencia de la criminalidad que se organiza
alrededor del tráfico
de drogas, personas, animales y de la moderna esclavitud exponen a las mujeres
a otras formas de violencia, que se entrelazan con las ya existentes, con mayores riesgos de letalidad.
Todo lo anterior indica que las políticas públicas frente a la VcM, para ser eficaces,
deberían ubicarse transversalmente, además, en las agendas
nacionales de seguridad
pública con sus vertientes de seguridad
comunitaria y seguridad
preventiva. Asimismo, que las mujeres jóvenes en estos contextos
de exclusión y violencia
organizada deberían ser objeto de
acciones específicas de protección.
2.4 Violencia
simbólica17 y posmachismo18
17Refiere a aquella que a través de patrones estereotipados, mensajes, valores,
íconos o signos trasmite
y reproduce dominación, desigualdad y discriminación en las relaciones sociales, naturalizando la subordinación de la mujer en la sociedad. Se trata de un término
acuñado por Piere Bourdieu
18Lorente Acosta lo define como "una de las últimas trampas que la cultura patriarcal ha puesto en práctica"
y que lo que busca es mantener
el stau quo de la desigualdad entre los géneros, pero con argumentos que se pretenden igualitarios. Recuperado de: http://desgenerandoelgenero.blogspot.com/2013/08/que-es-el-posmachismo.html
El análisis del contexto nacional estaría incompleto si no se incluye
el marco cultural más amplio donde ocurre la VcM y donde se construyen y re-construyen los discursos que pretenden explicar y dar sentido a esta
problemática.
Tres son los elementos principales a considerar en este análisis.
El tratamiento que dan los medios (en su diversidad, incluyendo las redes sociales) a los hechos de VcM; los contenidos sexistas y machistas
que permean de manera significativa la comunicación social tanto privada como institucional, y la presencia
y reproducción de discursos y prácticas
posmachistas organizadas.
La espectacularidad que caracteriza la VcM encuentra altavoz y es magnificada a través de los medios de comunicación que dan un tratamiento sensacionalista y estereotipado de los hechos de VcM. Al convertir la VcM en un espectáculo mediático se obtienen dos
resultados aparentemente contradictorios. Por una parte, se educa el morbo en la mirada de las otras y otros testigos
de la violencia, mirada cada día más ávida de espectacularidad y en la cual la humanidad
de las personas
mujeres se pierde entre el ruido y
las
imágenes. Simultáneamente, se produce
un extrañamiento que genera parálisis e impotencia frente a hechos
percibidos de tal
magnitud frente a los cuales no
se
encuentra salida
posible.
El mansaje más fuerte y claro es dirigido
a las mujeres
para reafirmar el poderío masculino
y el costo de la indisciplina que implica romper los mandatos de género.
Pero igualmente a los hombres para modelar las conductas que
se
requieren para seguir siendo parte de la "cofradía".
Rita Segato ha acuñado el concepto de pedagogía de la crueldad
y señala a la violencia mediática como el "brazo ideológico de esa estrategia de la crueldad". Desde su punto de vista, no es que el ojo del público sea cruel y rapiñador, sino que se lo enseña
a despojar, a rapiñar, a usar los cuerpos
hasta que queden solo restos; es una
pedagogía porque ese público está siendo enseñado"19.
19Segato, Rita (s.f.) En los medios
existe una pedagogía de la crueldad. Recuperado de: http://perio.unlp.edu.ar/node/4602
Complementariamente, el mainstream de la comunicación social nacional (representada por los medios privados
y públicos de comunicación y por instituciones referentes como son las instituciones religiosas) no proyecta
ni difunde mensajes alternativos que busquen reconstruir el tejido social que la violencia
ha roto. No se reconocen
entre los valores que promueven el de la igualdad, la solidaridad, la empatía, el bienestar común, el diálogo, la negociación, reconocimiento de las diversidades de construcción de género como estrategias para potenciar
convivencias sociales más constructivas y con sentido
de futuro.
Si bien la comunicación no es homogénea
ni unidireccional ni unimodal y existen
corrientes alternativas que buscan
construir espacios desde un posicionamiento contracultural, de respeto a
los derechos humanos
y la búsqueda del progreso
colectivo, no es posible
desestimar la influencia mayoritaria que la comunicación oficial mantiene. Especialmente porque estas prácticas alternativas de convivencia social que la población ensaya desde sus comunidades o grupos
diversos no encuentran espacio en los medios
de comunicación, son proyectados como
excepción y no se invierten recursos
en potenciarlos.
Además de la violencia
mediática, está la continuidad y reiteración de los mensajes
y discursos sexistas que abarrotan los medios y la publicidad. Prevalecen los estereotipos de género relacionados con el rol de las mujeres
en las relaciones de pareja y en la
sociedad en general, que perpetúan su vulnerabilidad
y justifican la violencia (ENPEDEMU, 2013). Perdura la objetivación sexual de las mujeres
en los medios
de comunicación y la publicidad, como una de las agencias de socialización con más resistencia social al cambio y como reproductores sociales de la violencia
contra las mujeres, además se resiente
la ausencia de regulaciones efectivas de
la comunicación
social, la publicidad
y de los espectáculos públicos.
La cotidianeidad de estos mensajes, la lentitud y relativa
volatilidad que caracterizan los cambios culturales, además de su tendencia a volver siempre al estado de cosas anterior, convierten a la violencia
mediática y simbólica
en los retos más complejos frente
a la tarea de erradicar la VcM.
En este marco de
dominio simbólico, importante
también analizar la categoría "micro
machismos", acuñada por Luis Bonino, y que refiere
a formas de comportamiento masculino que en apariencia no tienen las dimensiones tan fuertes del machismo
tradicional, pero que en el fondo
mantienen la desigualdad y encubren
las relaciones de poder de dominio.
Desde los micromachismos, los hombres pueden mantener un discurso que
en apariencia respeta
los derechos de
las
mujeres, su acceso al
trabajo y a la educación.
Bonino expresa:
"Actualmente la mayoría
de los varones ya no ejercen
un machismo puro y duro, ni siquiera especialmente dominantes con las mujeres, al menos en el mundo desarrollado. (.) Los micromachismos son actitudes de dominación "suave" o de "bajísima intensidad", formas y modos larvados
y negados de abuso e imposición en la vida cotidiana (.) trucos, tretas
y trampas más frecuentes que los varones
utilizan actualmente para ejercer su "autoridad" sobre las mujeres (.) Muchos de estos comportamientos no suponen intencionalidad, mala voluntad ni planificación deliberada, sino que son dispositivos mentales y corporales incorporados y automatizados en el proceso de "hacerse
hombres", como hábitos
de funcionamiento frente a las mujeres." (Bonino citado en INAMU / WEM 2016, pp. 1)20
20Luis Bonino, (2004) Los micromachismos, en Revista
Las Cibeles No. 2. Madrid:
Publicación del Ayuntamiento, 2004
Por su parte, Marina Castaneda se refiere al mismo fenómeno con el nombre de "machismo invisible". Para esta autora, el machismo
no significa necesariamente que el hombre ejerza
violencia física o emocional
hacia la mujer. El machismo es una forma de comportarse y de pensar que se expresa
en actitudes hacia las mujeres, hacia
los
demás hombres, los niños, los subordinados.
"Puede manifestarse sólo con la mirada, los gestos o la falta de atención. Pero la persona que está del otro lado lo percibe con toda claridad y se siente disminuida, retada o ignorada. No hubo violencia, regaño ni disputa; pero se estableció, como por arte de magia, una relación desigual
en la que alguien quedó arriba y alguien abajo." (Castaneda citada en INAMU/WEM
2016 pp. 19)21

21Marina Castaneda (2002), El machismo invisible. México: Ed. Grijalbo, 2002
Esta autora coincide con Bonino que quizás las formas más extremas de machismo,
aunque se sigan presentando, son formas
que reciben una censura social. Pero no han desaparecido, ahora se han vuelto más sutiles, sigue presente en todos los aspectos
de la vida cotidiana
de hombres y mujeres. Se expresa en el lenguaje,
en los "pequeños" privilegios masculinos, en los gestos, en las formas de comunicación en la familia
y en la pareja, hasta en detalles:
todo ello encierra
un juego de poder que reproduce
la dominación, pero esta vez,
invisible o poco perceptible.
Los micromachismos se articulan con la violencia
simbólica, originando un nuevo fenómeno, el de la dominación invisible. Estas formas de machismo que aparecen tan en "automático" y nadie las nota,
deben de hacerse
visibles en los procesos
de sensibilización y capacitación que se lleven a cabo con los hombres en las políticas
de masculinidad. Los hombres
deben reconocer el uso cotidiano
que hacen de los micromachismos y dilucidar
como éstos mantienen la desigualdad y la discriminación. (INAMU/WEM 2016)22
22INAMU/ WEM (2016): Informe de consultoría: Promoción de Masculinidades Positivas e Igualitarias para la Prevención de la Violencia contra las Mujeres.
A lo anterior se ha agregado en los últimos
años la presencia más o menos organizada
y sistemática de grupos
de personas, mayoritariamente hombres, que consciente y activamente adversan las políticas de igualdad
entre mujeres y hombres. Si bien su representación
es limitada,
el asocio con personas
y medios de comunicación social
en posiciones de
poder o de mayor proyección
comunicacional favorecen
y multiplican el impacto
de sus mensajes.
Este tipo de agrupamientos que
han surgido en diferentes partes del mundo
como reacción y rearticulación del patriarcado frente al avance de las mujeres, es lo que el experto español Miguel Lorente
ha denomino estrategia pos-machista haciendo referencia a que mantiene
la misma esencia del discurso
machista y sexista,
pero renovado con una apropiación
tendenciosa de algunos
postulados de
género y del feminismo.
Esta estrategia pretende que continúen las mismas referencias tradicionales y para ello busca generar
confusión y desorientación en la población
respecto de la VcM, porque esa desorientación se traduce en duda y la duda
en una distancia,
que lleva a que la gente no se posicione respecto al tema en cuestión.
A su vez esta
distancia se convierte
en pasividad y la
pasividad en que todo continúe tal y como está. Es decir, bajo las referencias de la desigualdad.23
23Idem.
Además del impacto simbólico, de la confusión
y duda que estas agrupaciones han querido
propiciar en el país, su activismo
anuncia riesgos potenciales a conquistas fundamentales de las mujeres mediante
propuestas de reformas
de ley regresivas en materia
de derechos humanos,
cierres de programas,
servicios e instituciones públicas especialmente las que promueven la igualdad y la no discriminación y el posicionamiento
de una agenda y un discurso tradicional y conservador.
Es indudable
que la violencia simbólica y, dentro de ella, la violencia mediática - y la estrategia posmachista - no solo refuerzan la cultura patriarcal y la perpetuación de la VcM, sino que constituyen otra forma de violencia
contra las mujeres, que debe reconocerse como tal
para actuar desde su especificidad.
El reto en este campo no se puede limitar,
sin embargo, a la denuncia.
Hay un reto mayor y mucho más complejo:
es un
reto educativo, formativo, continuado y de largo plazo en
valores, actitudes y comportamientos
-
una pedagogía
de
la
solidaridad humana y de la empatía
-
que posibilite
la re-construcción del tejido
social sobre la base de un nuevo contrato social basado en la igualdad
y el respeto de la persona humana, sin discriminaciones. Lo anterior al tiempo que se promueve
la educación crítica que posibilite la identificación y el cuestionamiento de los discursos
machistas y neomachistas, que inevitablemente
surgen y resurgen como
parte del proceso dinámico
de producción de la cultura.
III.
BALANCE DE LAS POLÍTICAS PÚBLICAS PARA ENFRENTAR LA VCM. IDENTIFICACIÓN DEESAFÍOS
En
el transcurso de los últimos años se han producido
avances concretos en la política
pública costarricense que evidencian el reconocimiento por parte del Estado
de la VcM como una violación fundamental de derechos
humanos.
No obstante, y como se ha señalado en apartados
anteriores, persisten aún importantes desafíos frente a la necesidad
del Estado y de la sociedad
en su conjunto de avanzar
hacia una respuesta más estructural que permita no solamente continuar fortaleciendo los mecanismos de protección de las mujeres, sino generar
cambios profundos en el orden de
lo
cultural.
A continuación, se presenta
un resumen de esos avances y desafíos.
3.1 Legislación
y normativa
Ratificación de Convenciones
Internacionales
Entre los principales referentes internacionales ratificados por Costa Rica en relación con la violencia
hacia las mujeres y los derechos
humanos de las mujeres,
cabe destacar, entre otras24: la Convención sobre la Eliminación de todas las formas
de discriminación contra la Mujer-CEDAW (1979)25, la Declaración de Viena (ONU, 1993), y La Convención Interamericana para prevenir, sancionar y erradicar
la violencia contra las mujeres conocida como "Convención de Belem do
Pará (1994)26, la Declaración y la Plataforma de Acción de Beijing (ONU, 1995)27, la Declaración de los Objetivos
de Desarrollo del Milenio (ONU, 2000)28; la Agenda 2030 para el Desarrollo Sostenible29, así como las recomendaciones dadas al país al presentar los informes de cumplimento de las responsabilidades que conllevan estos instrumentos. (Para más detalle
sobre el marco normativo
internacional vigente ver
Anexo 1).
24Ver Anexo 4: Tabla con instrumentos internacionales vinculados a la VCM.
25Aprobada por la Asamblea General de la ONU en 1979 y entró en vigor en 1981. Ratificada por Costa Rica: Ley Nº 6968, de 1984. Conocida
como CEDAW por sus siglas en inglés.
26Adoptada por la OEA, el 9 de junio de 1994, en el vigésimo cuarto período ordinario de
sesiones de la Asamblea General. Ratificada por Costa Rica: Ley Nº7499, de 1995.
27Adoptada en 1995, en la IV Conferencia Mundial sobre la Mujer, en Beijing, China. Costa Rica ratificó (sin reservas)
la Plataforma de Acción de Beijing
en 1995.
28Adoptada en la Cumbre
del Milenio, en Nueva York, en 2000.
29Adoptada por la Asamblea General de la ONU, 25 de septiembre 2015.
Legislación Nacional
Durante los años 90, Costa Rica logró avances significativos en cuanto a la creación o reformulación de instrumentos jurídicos para asegurar una vida sin violencia
a las mujeres, reducir
las brechas de género y promover
la igualdad social de las mujeres. El balance de esta década
- desde el componente formal normativo - fue positivo,
ya que se reformaron o aprobaron
cerca de 21 leyes en áreas claves30, siendo una de las principales la Ley
Nº 7586 Contra la Violencia Doméstica-1996.

30Ver Anexo 2: Tabla con instrumentos nacionales vinculados a la VCM.
Luego de una época de rápidos avances,
a partir del año 2002
y hasta la actualidad, se
ha
dado una situación
de estancamiento en la generación de nuevas leyes,
reflejo de la falta de consenso que se ha dado en el Poder
Legislativo para aprobar leyes o reformas
consideradas urgentes. El cierre de brechas de género se volvió más lento y costoso,
con logros apenas marginales en comparación con los vertiginosos cambios de la década previa. Esto ocurre en un contexto nacional en el que existen problemas estructurales importantes tales como: la agudización de la pobreza de las mujeres,
la falta de reconocimiento del trabajo
femenino, desfavorables condiciones de inserción
laboral y segmentación del mercado trabajo, al igual que el tenaz arraigo
de situaciones discriminatorias en asuntos
relativos a la educación
como la segregación de matrícula
en formación profesional; la violencia en contra de las mujeres;
los rezagos institucionales y la escasez de recursos asignados a la
ejecución de políticas públicas
específicas (INAMU,
2007).
Este lapso de no aprobación de legislación ha sido motivo para que el Comité de la ONU, que vigila
la aplicación de la CEDAW, haya expresado
preocupaciones y llamados
de atención al país (CEDAW, 2005). Estos llamados de atención
se refieren a problemas persistentes y dificultades crecientes que está teniendo el Estado
costarricense para concretar la promesa democrática ampliada en los noventa hacia diversos sectores sociales, entre
ellos las mujeres, así como
las
dificultades de
la
sociedad costarricense para superar el peso de una tradición
de asimetrías, desafueros y violencia
en contra de la mitad de su población, la femenina.
(Programa Estado de la Nación,
2005).
Después de un largo período de incidencia política por parte de los movimientos de mujeres y feministas, finalmente se aprobó
la Ley Nº 8589 de Penalización de la Violencia contra las Mujeres-200731, cuyo fin es proteger los derechos de las víctimas
de violencia y sancionar las formas de violencia
física, psicológica, sexual y patrimonial contra las mujeres mayores de edad, como práctica
discriminatoria por razón de género, específicamente en una relación
de matrimonio, en unión de hecho declarada o no, en cumplimiento de las obligaciones contraídas por el Estado en la Convención para la Eliminación de todas las Formas de Discriminación contra la Mujer (Ley Nº 6968, de 2 de octubre de 1984) así como en la Convención Interamericana para Prevenir, Sancionar y Erradicar
la Violencia contra la Mujer (Ley Nº 7499, de 2 de mayo de 1995).
31El 25 de abril del 2007, se aprueba
la Ley Nº 8589 Penalización de la Violencia contra las Mujeres, se
adiciona un inc. d) al art. 239 del Código Procesal Penal y se modifica el párrafo
final del art. 3 de la Ley contra la Violencia Doméstica; publicada en La Gaceta
No103, 25 de abril
de 2007. El 25 de marzo del 2011, se aprueba la Ley Nº 8929 Modificación de los Artículos 22 y 25 de la Ley Nº 8589 Penalización de la Violencia Contra las Mujeres; publicada en La Gaceta
Nº 60. Estos artículos
habían sido declarados inconstitucionales por parte de la Sala IV-Constitucional.
En el 2008, se creó el Sistema Nacional de Atención y Prevención de la Violencia Intrafamiliar y Violencia
contra las Mujeres-2008, por medio de la Ley Nº 8688, como instancia
de deliberación, concertación, coordinación y evaluación entre el Instituto
Nacional de las Mujeres,
los Ministerios, las instituciones descentralizadas del Estado y las organizaciones relacionadas con la materia,
para promover políticas públicas que garanticen la atención integral de las personas
afectadas por violencia contra las mujeres y violencia
intrafamiliar, permitiendo mejorar su situación, su recuperación y la construcción de un nuevo proyecto
de vida.
En el 2009, se aprobó
la Ley de protección a víctimas,
testigos y demás sujetos
intervinientes en el proceso penal,
reformas y adición al Código Procesal Penal
y al Código Penal-2009, cuyo fin es proteger los derechos de las víctimas,
testigos y otros sujetos
intervinientes en el proceso penal, así como regular las medidas de
protección extraprocesales y su procedimiento.
En el 2012, se aprobó la Ley No. 9095 Contra la Trata de Personas y Creación
de la Coalición Nacional contra el Tráfico Ilícito
de Migrantes y la Trata de Personas-2012, con los siguientes fines: promover
políticas públicas
para el combate
integral de la trata de personas;
propiciar la normativa necesaria para fortalecer la sanción de la trata de personas y sus actividades conexas; definir
un marco específico y complementario de protección y asistencia
a las víctimas de
trata de personas y sus dependientes; impulsar y facilitar la cooperación nacional
e internacional en el tema de
la trata de personas.
En el año 2016 fue aprobada
la Ley 9406 para el fortalecimiento de la protección legal de las niñas y las adolescentes mujeres ante situaciones de violencia de género asociadas a relaciones abusivas. (conocida como Ley de relaciones impropias). La Ley 9406, es una reforma
a los artículos
159 Y 161 del Código Penal (Ley N° 4573 de 4 de Mayo de 1970, y sus reformas); Del Código De Familia (Ley N° 5476, reforma de 21 de diciembre
de 1973, y sus reformas) los Incisos 4) y 7) del Artículo
14, los primeros párrafos de los artículos
64 y 148 y los incisos a), c) y d) del artículo 158 y derogatoria de los Incisos 1) y 3) del artículo 16, los artículos
21, 22, el Inciso 2) del artículo 28, los artículos 36 y 38; y derogatoria del inciso 1) del artículo 39 del Código Civil (Ley N° 63, de 28 de setiembre de 1887, y sus reformas); y reforma del artículo
89 de la Ley Orgánica del Tribunal Supremo de Elecciones y del Registro Civil (N° 3504, de 10 de mayo de 1965, y sus reformas). Con esta reforma se logra establecer un límite de edad a partir del cual se considera
que las relaciones sexuales de personas adultas con personas
menores de edad constituyen delito. Además, la ley prohíbe
el matrimonio con
personas menores
de edad.
Se penaliza con cárcel de hasta 6 años a quien tenga relaciones sexuales con una persona mayor de trece años y
menor de 15, cuando entre ambos -autor y víctima-
haya una diferencia de edad de 5 años o más. La pena de cárcel es de hasta 3 años si la persona
mayor de edad tiene relaciones con personas
mayores de 15 años y menores
de 18 años, cuando la diferencia de edad entre ambos -autor y víctima-es de 7 años o más. La pena de cárcel es de 4 a 10 años, cuando
el autor de las relaciones sexuales tiene con respecto a la víctima
menor de edad condición de familiar,
tutor, amigo o autoridad, sin necesidad de que medie una relación
de parentesco entre ambos y siempre
que no constituya el delito de
violación.
Además de leyes y decretos, en estas dos décadas se ha emitido
un
amplio catálogo
de normas, directrices y protocolos de parte de las 22 instituciones que componen el Sistema
Nacional VcM con el objetivo
de regular y poner en consonancia las prácticas institucionales sobre el marco jurídico
internacional y nacional.
(Para un registro de todos estos instrumentos de
política institucional ver Anexo
3).
3.2
Institucionalidad específica
La violencia
contra la mujer, y más específicamente la violencia intrafamiliar, fue un problema
socialmente invisibilizado por la sociedad costarricense y minimizado por las
instituciones públicas, hasta inicios de los años ochenta, cuando algunas
organizaciones de mujeres32 empezaron a denunciar públicamente la
violencia doméstica y su impacto en vida de las mujeres (PLANOVI 2010-2015, p.
32).
32CEFEMINA, Alianza de Mujeres,
Fundación Ser y Crecer, Colectivo Pancha Carrasco.
En la década de los noventa, con la aprobación de la Ley de Promoción de la Igualdad
Social de la Mujer (PIEG,
1990), surgen algunas
respuestas institucionales a esta problemática, no obstante, de una manera
desarticulada. No es sino
hasta en el año 1994 que se lleva a
cabo el primer esfuerzo
nacional para articular una respuesta de atención
a esta problemática, que consistió en la elaboración del Plan de Atención
de la Violencia
Intrafamiliar para el
Sector Salud. Este
plan
fue construido interinstitucionalmente y contempló la participación y los aportes
de las organizaciones de mujeres. Ese mismo año (1994), el Centro
Nacional para el Desarrollo de la Mujer y la Familia
(actual Instituto Nacional de las Mujeres),
coordinó el proceso de formulación
del Primer Plan
Nacional de Prevención y Atención
de la Violencia Intrafamiliar y
Abuso Sexual Extra familiar: 1996-1998 (PLANOVI), con la participación de diferentes instituciones del Estado y Organizaciones no Gubernamentales (ONG).
La ejecución
de este Plan dio inicio
en el año 1995 y es incluido como una de las acciones
sustantivas en el Decreto No. 22664 de febrero
de 1998, que crea el Sistema Nacional para
la
Atención y la
Prevención de la Violencia Intrafamiliar.
El ámbito
de atención de este primer plan fue la violencia
física, psicológica, sexual y patrimonial en el ámbito intrafamiliar y al abuso sexual extra familiar.
En el año 1999 se elaboró
un segundo PLANOVI, nombrado como Plan Nacional
de Prevención y Atención de la Violencia
contra las Mujeres en las Relaciones
de Pareja y Familiares como por Hostigamiento Sexual y Violación, conocido como PLANOVI-MUJER 2000-2004.
En el año 2010,
se formula el tercer PLANOVI-MUJER que abarcó los años 2010-2015. Al haberse
vencido ya su periodo de ejecución, el INAMU dio inicio al proceso de elaboración del cuarto PLANOVI,
el cual comprenderá los años 2017-2032.
Como ya ha sido indicado, la respuesta institucional al problema de la violencia contra las mujeres se vio fortalecida con la creación,
mediante Decreto Ejecutivo No. 26664 (1998),
del Sistema Nacional
para la Atención y la Prevención de la Violencia Intrafamiliar". Una década
después (2008) de creado
el SISTEMA, la existencia del mismo se consolida
aún más con la aprobación de la Ley No. 8688, bajo el título Creación del Sistema Nacional
para la Atención y la Prevención de la Violencia
contra las Mujeres y la Violencia
Intrafamiliar.
De acuerdo
con esta Ley (art.
2), los objetivos del
SISTEMA son:
.
Promover políticas públicas
que garanticen el cumplimiento de los mandatos establecidos en la Ley Nº 7499, Aprobación de la Convención Interamericana para Prevenir, Sancionar y Erradicar
la Violencia contra la
Mujer "Convención Belem Do Para", de
2 de mayo de 1995 (.).
. Brindar, a las personas afectadas por violencia contra las mujeres y/o violencia intrafamiliar, atención integral que les permita mejorar su situación, así como la recuperación y la construcción de un
nuevo proyecto de vida.
El SISTEMA se estructuró en dos niveles. Un nivel, sectorial/intersectorial, en el cual participan todas las instituciones integrantes del SISTEMA,
así como las organizaciones no gubernamentales y otros actores de la sociedad
civil. Otro nivel, el territorial, conformado por redes locales en donde participan igualmente representantes de las instituciones gubernamentales que tengan presencia local y, de manera
voluntaria, representantes de las organizaciones no gubernamentales y actores
civiles que deseen integrarse (art. 13). De acuerdo con Sánchez (2011),
con la creación
de estas redes se persigue ". construir
y consolidar un espacio de coordinación intersectorial, interinstitucional y de la sociedad civil, para el desarrollo
de políticas locales
de prevención, detección
y atención de la violencia intrafamiliar y el abuso sexual extra familiar" (citado por INAMU,2014). Actualmente existen 77 redes locales a nivel nacional organizadas en ocho regiones
(Guanacaste, Limón, San José, Heredia, Cartago, Alajuela,
Pacífico Central y Zona Sur).
3.3
Programas y servicios específicos
Aparte de lo anterior,
las instituciones con obligaciones en el marco del Sistema Nacional VcM han
desarrollado programas y servicios específicos para atender la VcM en sus
diferentes manifestaciones. (Para más información sobre los programas y
servicios existentes favor ver el Anexo 4)
En el año 2015 INAMU contrató
un estudio para la "Caracterización de la oferta y demanda de servicios de VcM a nivel nacional y local".33 El mismo hace una caracterización - en ese momento - del tipo, cantidad y alcance de los servicios que ofertan las instituciones públicas en el marco del Sistema
Nacional de Violencia
contra las
Mujeres y Violencia Intrafamiliar en el territorio
nacional. El siguiente
cuadro resumen refleja las características de dicha oferta.
33INAMU-CEDAL (2015) Informe de Consultoría sobre caracterización de la oferta y demanda de servicios
de violencia contra las mujeres,
a nivel nacional,
regional y local
CUADRO #1
Resumen: Oferta de Servicios
Especializados (Al 2015)
Servicios
|
INAMU-
Delegación
|
Policía
|
OAPVD OFIM
|
Línea 9.1.1 COAVIF
|
Consultorios Jurídicos
|
INAMU CEAAM
|
CCSS
|
INAMU REGIONAL
|
Orientación legal en procedimientos de la Ley contra Violencia Doméstica
|
x
|
|
|
x
|
|
|
x
|
|
x
|
Acompañamiento legal en procesos de la LcVD
|
x
|
|
|
|
|
|
x
|
|
x
|
Orientación legal en procesos de Familia
|
x
|
|
x
|
|
x
|
x
|
x
|
|
x
|
Orientación legal y acompañamiento en procesos de Hostigamiento Sexual
|
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Orientación legal y acompañamiento en procesos de a Ley de Penalización
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Atención Psicológica especializada individual
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Atención social
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Grupos de apoyo para mujeres afectadas por Violencia sexual
e incesto
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Protección a víctimas
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Orientación general y referencia a servicios
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El estudio también contrastó la oferta disponible con la demanda desde
las mujeres para identificar vacíos y limitaciones, así como una exploración de las razones, objetivas y subjetivas, que enfrentan las mujeres
para el acceso. El
siguiente cuadro resume estas limitaciones.
CUADRO #2
Resumen: Nudos críticos en servicios
especializados identificados por usuarias
(Al 2015)
Accesibilidad a los servicios
|
Distancias
Las mujeres
rurales que sufren violencia dicen sentirse aisladas y desprotegidas, por lo que solicitan que, en estos casos, las instituciones hagan mayores
esfuerzos por garantizarles atención.
|
Insuficiente información
Existe la percepción por parte
de las mujeres, que han bajado
la cantidad de campañas masivas, que en su momento tuvieron un gran impacto. Insuficiente divulgación sobre derechos, leyes y programas estatales especializados.
Información no es lo suficientemente clara, orientadora ni pertinente.
|
Recibir atención especializada
Las mujeres
señalan como un obstáculo en la oferta de servicios, la cantidad de requisitos que
les solicitan para acceder a recursos de apoyo
y a los servicios en sí mismos.
|
Recursos de apoyo:
Las mujeres señalan
que las instituciones del Estado
(que además están dentro del Sistema) que manejan
proyectos productivos para mujeres, utilizan criterios de selección y participación muy complejos y que generalmente las mujeres víctimas de violencia, especialmente cuando están
en situación de pobreza
o pobreza extrema
no pueden cumplir.
|
Horarios y facilidades de atención
Los horarios
de
atención que ofrecen
las instituciones a las
mujeres que sufren violencia deben ser flexibles
y sobre todo, considerar las necesidades e intereses de las mujeres, que por
lo general requieren atención inmediata y multidisciplinaria.
|
Insuficientes recursos de apoyo
(materiales, humanos, legales y de salud) en distintos niveles
|
Los servicios de atención especializada, no están
cubriendo necesidades de atención de todas
las mujeres en su diversidad, tanto
lo el limitado acceso como
por el poco tiempo que generalmente pueden estar en tratamiento.
La oferta de subsidios y recursos de apoyo
se ve afectada por recortes presupuestarios y cuando
los hay, no son suficientes o no son otorgados por el tiempo
que las mujeres lo requieren. Largas filas
y al final agotamiento de la oferta.
|
Cuido (niños, niñas, personas adultas mayores o enfermas o que requieran de un cuido permanente y/o especializado)
|
En la mayoría de servicios no se ofrecen
las condiciones mínimas
para facilitarles la realización de las gestiones, en los casos que acudan con sus hijos e hijas o tengan a cargo otras
personas que necesitan de su cuido
|
Apoyo legal
|
No integración de servicios para atender sus necesidades legales, que no se limitan a la atención a la violencia sino a otros procesos que
generalmente surgen
al mismo tiempo
que la ruptura
de la violencia como lo son los procesos de separación o divorcio, pensiones alimentarias, entre
otros.
|
Aspectos subjetivos que requieren atención
|
Las mujeres, a pesar
de todos los
esfuerzos que
se han hecho,
tienen miedo de denunciar, pues se sienten
amenazadas y solas. Les da miedo
que su accionar, "provoque" al agresor y reaccione con
más violencia, como
sucede con bastante frecuencia.
|
Del estudio mencionado es posible
inferir - además de las anteriores - las siguientes conclusiones:
a)
La oferta de servicios
de atención en materia de VcM sigue siendo referida
de manera mayoritaria a la atención
de la violencia en las relaciones de
pareja e intrafamiliar. Las otras manifestaciones de la VcM, según lo que obliga la Convención de Belem do Pará no son atendidas ni se reconocen
obligaciones institucionales al respecto. En el caso del hostigamiento sexual se aplica la normativa
(con dificultades que serán analizadas en otro apartado) pero casi ninguna institución ofrece acompañamiento
psicosocial o de otra índole
a las mujeres o personas
afectadas.
b)
La oferta de servicios a la población
en materia de VcM se
ha venido reduciendo en los últimos años, especialmente la atención psicosocial individual y grupal. La atención
especializada en materia de violencia
sexual es aún más limitada a pesar de la inversión en procesos
de formación y especialización del recurso
humano desarrollado desde el año 1996. La reducción más sensible en la oferta de servicios
se aprecia en las municipalidades mediante los servicios específicos que se aportaban desde las Oficinas de la Mujer (hoy convertidas en su mayoría
en oficinas de promoción
social) y en la
CCSS.
c) La casi totalidad
de los servicios
no aplican medidas de atención
específicas según población como se podrá
apreciar más adelante
a partir del testimonio de las propias
mujeres.
3.4 La perspectiva de las mujeres y de
sus organizaciones
En el marco del XX aniversario de la promulgación de la Convención de Belem do Pará, se realizó el Encuentro
Nacional de las Mujeres34 en el cual grupos representativos de mujeres
desde sus diversidades reflexionaron sobre
los avances y desafíos-país en
esta materia.
34INAMU (2015) Memoria Encuentro Nacional de las
Mujeres. XX Aniversario Convención de Belem do Pará. INAMU/CEDOC.
Para alcanzar
los objetivos propuestos se desarrollaron 19 talleres
pre-encuentro (sectoriales, temáticos y regionales) y un Encuentro Nacional de Mujeres
donde participaron mujeres delegadas de los talleres
pre encuentro, autoridades del gobierno
en ejercicio y del gobierno
entrante, representantes de instituciones, de la sociedad
civil, de organismos internacionales y de la CIM/OEA.
Las consultas obedecen a la comprensión de que las mujeres
no son todas iguales
y que no identificar, reconocer y actuar a partir de sus particulares condiciones de vida no solo impide
la restitución de sus derechos,
sino que genera
violencia adicional.
El enfoque
de la interseccionalidad según Platero (2014):
(.) hace consciente cómo diferentes fuentes estructurales de
desigualdad (u "organizadores sociales") mantienen relaciones recíprocas. Es un enfoque que subraya que el género,
la etnia, la clase, u orientación sexual, como otras categorías sociales, lejos de ser "naturales" o "biológicas" son construidas y están interrelacionadas" (p.
56).
En esta misma línea, Ertürk (2005) distingue
cuatro sistemas básicos que producen y perpetúan
la desigualdad: clase (que produce
pobreza), etnicidad, residencia urbana/rural, y desplazamiento. Estos sistemas atraviesan jerarquías de género
y generan "diversas
categorías" de mujeres. De esta manera la vulnerabilidad de las mujeres ante la violencia está relacionada con su posición respecto a múltiples
sistemas de desigualdad. Se observa que este estado de vulnerabilidad tiende a incrementarse a medida que estos sistemas
se entrelazan, lo que da lugar a diferentes niveles y grados
de discriminación y exclusión que variaran
en función de los grupos de mujeres.
Las mujeres participantes en el Encuentro
Nacional reconocen los avances que el país ha hecho en las dos últimas décadas para promover la agenda de la igualdad
e identifican al menos cuatro
áreas que lo muestran:
.
Fortalecimiento normativo
y existencia de programas: existencia
de leyes, programas y servicios
específicos sobre
VcM.
. Cambios sociales y culturales: transformaciones en la
cotidianeidad que evidencian avances en cuanto
al posicionamiento
social de las mujeres y la
agenda de igualdad.
. Respaldo institucional para que las mujeres enfrenten la violencia vivida.
. Promoción de estrategias para la
prevención de la violencia orientadas a su erradicacion.
No obstante, señalaron también con claridad un conjunto de desafíos que el país debe enfrentar con urgencia
si no desea estancarse o arriesgarse a perder
derechos adquiridos. Entre ellos los siguientes que son desarrollados in extenso en la
memoria del evento.
. La cultura machista
que controla a las mujeres y normaliza la violencia.
. Condiciones sociales y económicas que aumentan el riesgo
de las mujeres
frente la violencia e insuficientes recursos de apoyo
para salir de la violencia y reconstruir proyectos de
vida.
. Falta de voluntad política para
el abordaje integral de la
violencia contra las mujeres.
. Vacíos institucionales para atención de las demandas de las mujeres incluyendo la existencia de violencia
institucional contra las mujeres.
. Ausencia de una
política preventiva
permanente e integrada incluyendo
la deuda histórica
en políticas y programas
del sector educativo.
. Impunidad y falta de efectividad en la aplicación de las leyes lo que genera un impacto objetivo
y subjetivo de las violencias en las mujeres: la instalación
del miedo, la culpa
y el silencio.
. No reconocimiento de la diversidad
y las especificidades de
las
mujeres en las políticas públicas.
.
Insuficiente avance
en desarrollo
y participación local.
.
Invisibilización de la violencia en espacios públicos.
. Poco avance en
el tema del hostigamiento sexual.
Finalmente, el Encuentro de las Mujeres
hizo las siguientes recomendaciones:
. Promover una voluntad política expresa, continuada, especifica, concreta y transversal en relación
con las políticas
públicas estatales
de erradicación de la VcM.
. Invertir más en la organización y empoderamiento de las mujeres
como recurso de cambio y apoyo para
salir de la violencia.
. Dar más importancia
a las acciones locales,
comunitarias y a la acción
ciudadana.
. Hacer respetar y dignificar la imagen de la mujer en los medios de comunicación como estrategia para cambiar la cultura machista incluyendo información y educación
permanentes de la población
para eliminar la práctica de maltrato
a las mujeres.
. Promover más acciones en la prevención
de la VcM y en la erradicación de la violencia
en los centros
educativos por
parte del MEP.
. Garantizar protección oportuna a las mujeres afectadas por la violencia y sanción real a quienes las maltratan.
. Eliminar la violencia institucional y la
re-victimización de las mujeres.
. Proteger los derechos patrimoniales de
las
mujeres y de
sus
familias.
. Garantizar apoyos oportunos, efectivos
y concretos a las mujeres
para salir de la violencia.
. Dar más atención y
recursos a la prevención
de la VcM.
. Visibilizar el hostigamiento sexual y la violencia contra las mujeres en los espacios
públicos.
. Realizar acciones efectivas para reflejar en las políticas,
programas y servicios
las especificidades de las mujeres en sus experiencias de la violencia.
En el marco de las consultas específicas realizadas35 para la elaboración de esta Política
a grupos de mujeres se encontró
que las mismas son víctimas
de múltiples formas de discriminación y violencia, algunas de las cuales están interrelacionadas,
y son coincidentes con
las señaladas en el Encuentro Nacional.
35Los grupos específicos de población consultados en el marco de este proceso (2016), son los
siguientes: mujeres rurales,
mujeres migrantes, mujeres afro descendientes, mujeres trans-género, lesbianas, mujeres indígenas, mujeres adolescentes y jóvenes,
mujeres con discapacidad, mujeres con VIH, mujeres
adultas mayores, y mujeres
trabajadoras del sexo.
Estas consultas incluyeron al menos cuatro grupos de mujeres cuyo criterio no quedó recogido en el Encuentro Nacional de las Mujeres: mujeres
jóvenes, mujeres con VIH, mujeres
rurales y mujeres
adultas mayores. En el siguiente
cuadro se recogen
las principales afectaciones en materia de VcM señalados por estos cuatro grupos. En el caso del resto de las poblaciones, las afectaciones coinciden con las ya recogidas
en el Encuentro Nacional de las Mujeres.
CUADRO #3
Problemas detectados por grupos específicos
POBLACIONES ESPECÍFICAS
|
PROBLEMAS ESPECÍFICOS
|
Mujeres rurales
|
·
No tienen acceso a la propiedad de la tierra,
y consecuentemente tampoco
cuentan con la posibilidad de obtener
herencias familiares u obtener créditos.
|
Mujeres adultas
mayores
|
·
Violencia patrimonial.
·
Abandono y aislamiento.
·
Violencia psicológica.
|
Mujeres con VIH
|
·
Rechazo y estigmatización a partir
de prejuicios y estereotipos construidos y reproducidos socialmente.
|
Mujeres adolescentes y jóvenes
|
·
Acoso sexual callejero.
·
Violencia en el
noviazgo.
·
Discriminación en sus hogares, centros de estudios, instituciones y espacios públicos, en el
caso de las adolescentes y jóvenes
madres.
|
Es posible concluir que los principales problemas comunes que afectan a los diferentes grupos de mujeres
consultadas son
los siguientes:
.
Vivencia de múltiples experiencias de violencia en espacios
públicos y privados,
agravados por sus características particulares, y potenciados cotidianamente por la cultura machista. Algunas manifestaciones de la VcM, específicamente la violencia sexual, evidencia una creciente y preocupante prevalencia en poblaciones de mujeres
cada vez más joven y una mayor participación como causa de los femicidios.
.
Dificultades de acceso a programas
y servicios asociados
a limitaciones de cobertura, territorialidad y reducción
de la oferta de servicios
institucionales, así como expresiones de violencia institucional que producen re-victimización y disuaden
a las mujeres
en su búsqueda de apoyo.
.
Limitada inversión en programas de prevención de la VcM y de promoción
de una cultura
no machista.
En la materia específica de acceso a la justicia
la Auditoría Ciudadana sobre la Calidad de la Democracia- ACCD, coincide con la perspectiva de las mujeres, en su evaluación sobre la justicia
en Costa Rica. A partir de estándares o aspiraciones de alta calidad
democrática, se asignó las mejores
calificaciones a los asuntos relacionados con el acceso de la población
al sistema de justicia (PEN, 2015, p. 48). Esta Auditoría constata avances en el acceso de la población
al sistema de justicia,
el cual es sencillo y está constitucional y legalmente garantizado; existen oficinas judiciales en todo el país; además,
hay una Defensa Pública efectiva y servicios gratuitos de consultoría jurídica en las universidades. Entre los desafíos se menciona: dificultades para acceder a los servicios
que enfrentan los pueblos indígenas y, en algunos
casos específicos, las mujeres afectadas por otros factores de vulnerabilidad (pobreza, etnia, etc.); así como el acceso a la justicia, que va más allá del ingreso
al sistema, pues incluye la atención de grupos con características especiales y la intervención ciudadana para exigir
rendición de cuentas.
Por su parte
el Informe del Estado de la Justicia I (2015)
señala que:
. en la mayoría de las causas en que no se logra una sentencia (condenatoria u absolutoria), el sistema garantiza
la tutela efectiva de los derechos
de las partes. Sin embargo,
en cerca de un tercio de los expedientes analizados se
identificaron debilidades relacionadas con el proceso
(por ejemplo, prescripción) e incongruencia entre las argumentaciones de cierre y el tipo de fallo emitido. Estos casos se consideran en riesgo de tutela efectiva de derechos,
pues dejaron tanto a los imputados
como a las víctimas
en situación de vulnerabilidad. El análisis estadístico encontró que este grupo comparte ciertas características:
.
la duración del proceso fue
mayor a 650 días (33%) y la mitad de los casos tardó más de seis años y medio,
. se identificó, pero no se detuvo
al imputado (49%),
. el trámite se realizó
en la oficina de San José (42%),
.
el riesgo se concentró
en las desestimaciones
de
casos relacionados con
delitos contra la
vida (63% en área de
riesgo), sexuales (80%), contra la familia (56%) (los subrayados
no son del original), contra la propiedad (76%), contra la autoridad
pública (65%) y contra
la fe pública (38%). (Estado
de la Justicia, 2015, p.64)
Ambas fuentes refuerzan las percepciones y experiencias de las mujeres
en cuanto a las limitaciones de acceso efectivo
a la justicia
y la impunidad
en delitos asociados
a la VcM como son los delitos
sexuales y la violencia
intrafamiliar y la muy limitada
aplicación de la Ley de Penalización de la Violencia
contra las Mujeres que expresa grados de desestimación y sobreseimientos superiores al 80% de los casos entrados desde
su aprobación.
3.5
La perspectiva internacional: balance
de
cumplimiento de las Convenciones Internacionales
Como signataria de Convenciones Internacionales de Derechos Humanos de las Mujeres, específicamente de la Convención
CEDAW y de la
Convención de Belem do Pará, Costa
Rica es sujeta de
evaluaciones periódicas sobre el cumplimiento
de los compromisos contraídos en materia de
igualdad y de erradicación
de la VcM.
En el cuadro-resumen incluido en el Anexo 5 se señalan
los principales avances y las principales recomendaciones hechas a Costa Rica en las revisiones periódicas de ambas Convenciones en los últimos
años. Solo se incluyen las relacionadas directamente con la problemática de la VcM. Ambos mecanismos identifican y reconocen
los esfuerzos-país realizados en las dos últimas décadas para promover la igualdad entre
mujeres y hombres
y construir una sociedad
libre de violencia contra las mujeres.
A continuación, se destacan
únicamente los retos pendientes. Es menester mencionar que ambas convenciones tienen
carácter supraconstitucional y sus mandatos son de acatamiento obligatorio por todas las instituciones del Estado, no solo del Poder Ejecutivo. Por esta razón las recomendaciones-país se constituyen en pendientes de obligada
referencia en los instrumentos de política
pública en materia de igualdad de
género y, en este caso específico,
de VcM.
CUADRO #4
Recomendaciones de CEDAW Y MESECVI:
Retos pendientes
TEMAS
|
RECOMENDACIONES DE CEDAW
|
RECOMENDACIONES DE MESECVI
|
|
· Organizar campañas de sensibilización dirigidas a las mujeres
para que conozcan mejor sus derechos humanos y puedan hacer uso
de los procedimientos y recursos a su disposición cuando se vulneran sus derechos reconocidos en la Convención.
|
|
Estereotipos
|
· Intensificar esfuerzos para poner en marcha campañas de sensibilización y educación pública dirigidas a la población en general
y, en particular, a los líderes políticos y religiosos y a los funcionarios públicos, con miras a propiciar cambios en las actitudes tradicionales asociadas a los roles de género
discriminatorios en la familia y en la sociedad en general, de conformidad con
los artículos 2 f) y 5 a) de la Convención.
|
· Efectuar acciones conducentes a generar y difundir datos que permitan medir el
efecto de las campañas que frenan
de los estereotipos socio cultural de avances
de los derechos de la mujer como
también la mora en articular procesos formativos específicos sobre
la Convención Belém Do Pará.
· Trabajar con la sociedad civil en la tarea de evaluar el cumplimiento de la Convención de Belém
do Para en relación a medios de comunicación, así como en la aplicación de sanciones a la publicidad y la cobertura mediática sexista.
|
Atención, Prevención y Acceso a la Justicia de la VCM y VIF
|
· Estudiar los efectos
y la eficacia de la respuesta del sistema
nacional para la atención y prevención de la violencia contra las mujeres y la violencia intrafamiliar, con el fin de mejorar
la coordinación entre
todas las instituciones.
· Asegurar que haya suficientes centros
de acogida financiados por el Estado a disposición de las víctimas de la violencia doméstica y sus hijos.
· Mejorar su sistema de reunión periódica de datos estadísticos sobre la violencia doméstica contra la mujer, desglosados por sexo
y tipo de violencia y por la relación del agresor
con la víctima.
· Poner en marcha programas de educación y sensibilización pública a través de los
medios de
|
· Realizar campañas de sensibilización sobre la violencia contra las mujeres y de conocimiento y promoción de sus derechos, con un marco temporal estable, y establecer mecanismos que permitan evaluar
sus resultados.
· Armonizar la legislación tomando
en cuenta las definiciones oficiales de este
instrumento internacional, además de elevar a categoría de delito tipos
penales las conductas que son abiertamente contrarias a una vida
libre de violencia.
· Temas que requieren de la producción de normativa específica como
la ampliación de las disposiciones legales vigentes que permitan visibilizar con categorías jurídicas derechos y deberes garantizados por el Estado
y aplicados a todos los sectores del tejido
social:
· Tipificación de la violencia institucional sea que provenga de agentes
del Estado mediante acción u omisión, o tolerada por aquéllos; la ausencia de la normativa no solo
impide un real acceso
a la justicia sino
que genera impunidad.
|
TEMAS
|
RECOMENDACIONES DE CEDAW
|
RECOMENDACIONES DE MESECVI
|
|
comunicación para transmitir el mensaje
de que todas las formas
de violencia contra la mujer,
incluida la violencia doméstica, son inaceptables.
|
· El registro y persecución penal del concepto "Femicidio ampliado" (femicidio de conformidad con lo que establece Belem do Pará) aprobada
en sesión del 20 de setiembre 2012 del Consejo
del Sistema Nacional para Prevención y
Atención de la Violencia contra las
Mujeres y Violencia Intrafamiliar, es insuficiente ya que no amplía el marco
jurídico para la efectiva persecución como
delito.
· Prohibición de manera expresa del uso del método de conciliación en materia
de violencia contra las mujeres. La norma vigente
abre la oportunidad para que se pacte la conciliación como un método
alterno de resolución extra judicial. Sigue pendiente el cumplimiento de: "Prohibir el uso de métodos de conciliación, mediación y otros
orientados a resolver extrajudicialmente casos
de violencia contra las mujeres y armonizar la legislación procesal con
esta prohibición. Si existiera este impedimento solo
para casos de violencia familiar, intrafamiliar o doméstica, ampliar dicha prohibición a otros
casos de violencia contra
las mujeres".
|
Trata de mujeres y explotación de la prostitución
|
· Redoblar esfuerzos en materia de iniciativas de lucha contra la trata
de personas con el fin de hacer frente firme y exhaustivamente a los complejos aspectos de la trata de mujeres y niñas y la explotación de la Prostitución.
· Vigilar sistemáticamente y se evalúe periódicamente
la trata y la explotación de las mujeres en la prostitución y, para
ello, entre otras cosas, reúna
y analice datos al respecto, e incluya esos datos en su próximo
informe periódico.
· Ampliar las actividades de cooperación internacional, regional y bilateral con los países de origen, tránsito y destino
de la trata e intercambie información con ellos a fin de prevenir este fenómeno y armonizar los procedimientos jurídicos dirigidos a enjuiciar a los proxenetas.
|
· Con respecto a la trata nacional e internacional de personas, aunque ha sido incorporada a la legislación nacional como
delito, la construcción del tipo penal no es claro, se presta a interpretaciones por lo cual, surgen dudas
sobre su congruencia con lo establecido en el Protocolo de Palermo
|
Educación sobre derechos sexuales y reproductivos
|
· Introducir un programa amplio de educación sexual
tanto para las niñas
como para los niños
como parte ordinaria del plan de estudios en las
escuelas.
|
|
Hostigamiento sexual en el empleo
|
· Asegurar que las mujeres que presentan denuncias por hostigamiento sexual
tengan el derecho
legal a permanecer en sus
|
· Sobre las herramientas de monitoreo de la ley contra el hostigamiento sexual en el empleo,
la docencia, o cometida por funcionarios(as) que ocupen cargos de elección
popular, si bien
hay
un avance en la
|
TEMAS
|
RECOMENDACIONES DE CEDAW
|
RECOMENDACIONES DE MESECVI
|
|
puestos de trabajo, y que los culpables sean enjuiciados y castigados.
· Llevar a cabo campañas
de sensibilización dirigidas en particular a las mujeres trabajadoras para echar
abajo la cultura
del silencio que rodea
el hostigamiento sexual, y proporcionar a las autoridades competentes la información específica para identificar y encararlos casos de hostigamiento sexual.
|
regulación de la materia
en el ámbito administrativo, la norma es de carácter general "neutra" y por el momento, la autoridad competente no ha presentado las experiencias o la efectividad de su aplicación.
|
Salud
|
· Priorizar la adopción de las enmiendas a la Ley General de Salud, que prevé la introducción de un capítulo dedicado a los derechos sexuales y reproductivos.
· Elaborar directrices médicas sobre el acceso
al aborto legal y difundirlas ampliamente entre los profesionales de la salud
y el público en general.
· Considerar la posibilidad de revisar la ley relativa al aborto con miras a la identificación de otras circunstancias bajo las cuales podría permitirse el aborto, como
los abortos
en casos de embarazos resultantes de violación o incesto.
· Adoptar medidas para facilitar el acceso
de las mujeres a métodos anticonceptivos de tecnología avanzada y fomentar su disponibilidad.
|
· No existe
un marco jurídico para la protección de los derechos sexuales y reproductivos; tampoco se ha reportado que el Estado
esté adelantando un proceso
para la elaboración de un anteproyecto de ley que a corto, mediano o largo plazo sea materia de este debate legislativo; por
tanto no existe regulación sobre malas
praxis que impiden
a las mujeres
la atención adecuada de su salud
sexual y reproductiva, despenalización del aborto
por violación, la penalización de la violencia obstétrica y de la esterilización forzada, así como de la inseminación artificial no consentida. Siguen pendientes: Adoptar
disposiciones que penalicen la violencia obstétrica, despenalizar el aborto por violación y el aborto
terapéutico, entendido como el producido para salvar la vida de la madre
o evitarle un daño grave
o permanente a su salud física
y mental,
adoptar disposiciones que garanticen la distribución de la anticoncepción de emergencia en los servicios públicos de salud,
y asegurar su pleno cumplimiento removiendo los obstáculos que
lo impidan.
|
Grupos desfavorecidos de mujeres y diversidad.
|
· Proporcionar protección eficaz contra la violencia y la discriminación contra la mujer,
en consonancia con la recomendación de examen
periódico universal (A/HRC/13/15 y Add.1).
· Intensificar los esfuerzos para combatir la discriminación contra las mujeres por su orientación sexual
e identidad de género, incluso mediante el inicio
de una campaña
de sensibilización dirigida al público
en general, así como
la capacitación adecuada de los funcionarios encargados de la aplicación de la ley y los proveedores de servicios de salud,
a
|
· Que la fiscalía indígena en funcionamiento cuente
con traductores en lengua
materna.
· Tomar especialmente en cuenta la situación de vulnerabilidad a la violencia que pueda
sufrir la mujer en razón,
entre otras, de su raza o de su condición étnica,
de migrante, refugiada o desplazada. En este sentido, considerar a la mujer que es objeto de violencia cuanto está embarazada, es discapacitada, menor de edad, anciana, o está en situación socioeconómica desfavorable o afectada por situaciones de conflictos armado o de privación de su libertad.
· Incluir en la política Nacional y PLANOVI el enfoque de diversidad étnica, rural
y afrodescendiente.
· Crear programas y proyectos específicos para garantizar una vida libre de violencia para las niñas y adolescentes, con diversa
orientación sexual.
|
TEMAS
|
RECOMENDACIONES DE CEDAW
|
RECOMENDACIONES DE MESECVI
|
|
fin de evitar
abusos y maltratos a estas
mujeres.
|
· Realizar capacitaciones con enfoque de diversidad en la mayoría
de los sectores.
· Crear protocolos específicos
aplicables a la diversidad de población de interés.
· Incorporar al movimiento de las mujeres
indígenas, rurales, las organizaciones teniendo en cuenta en particular que trabajan con niñas y adolescentes, mujeres adultas y adultas mayores de diverso
origen étnico,
afrodescendientes, rurales, personas con discapacidad, con diferentes preferencias sexuales, por su identidad sexual,
los migrantes, los refugiados, las personas desplazadas o privados de su libertad; en
la definición y elaboración de las políticas públicas, planes y programas para erradicar la violencia.
· Contar con información clasificada sobre tasa de violencia para otros grupos de población de mujeres por edad, región, discapacidad, condición migratoria, refugiada, o privadas de libertad.
|
Capacidades Estatales
|
|
· Superar las limitaciones del Sistema
de Indicadores de Progreso por
no contar en ocasiones con las cifras desagregadas por sexo,
por región o por edad.
· Es deseable que el Estado
indique si existe
una estrategia con acciones conducentes a establecer la hoja de ruta para producir los cambios
legislativos en los temas arriba señalados.
· Las instituciones deben contar
con los recursos necesarios en sus presupuestos ordinarios en cumplimiento de la Ley N° 8688.
· El PLANOVI
debe integrar especificaciones para poblaciones diversas en procesos de capacitación.
· Contar con un sistema automatizado que permita acceder a la información de manera inmediata y diseñar mecanismos de evaluación del PLANOVI.
· Superar las carencias en cuanto
a la información disponible sobre
el porcentaje de niñas, adolescentes, mujeres adultas, adultas mayores
de diferentes etnias, identidad sexual, rurales o con discapacidad además del nivel de conocimiento sobre sus derechos, o si están
informadas de la existencia de servicios especializados para diversas manifestaciones de violencia.
· Presentar datos actualizados tanto en lo que se refiere a garantizar una vida libre de violencia como a porcentaje del gasto público destinado para: acciones, planes, estrategias y programas de violencia, inversión en infraestructura para casos
de violencia (casas de acogida, medidas
preventivas, disponibilidad de medios, etc.) y capacitación de recursos humanos en violencia en los tres poderes del Estado.
· Incluir en las políticas públicas de prevención, atención y sanción
de la violencia un componente
|
TEMAS
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RECOMENDACIONES DE CEDAW
|
RECOMENDACIONES DE MESECVI
|
|
|
participativo de evaluación de impacto
para poder identificar buenas prácticas y lecciones aprendidas.
· Proporcionar detalles de las características, cobertura y periodicidad de campañas de difusión del derecho
a una vida libre de violencia
· Contar con información sobre
el promedio de la inversión de recursos financieros que implica cada una de las fases del proceso penal según la institución involucrada en el tema de justicia, a nivel de oficina,
circuito, programa y procesos; así como sobre
la inversión por ítems
de los indicadores de progreso.
· Realizar estudios o evaluaciones sobre
el uso de la Convención y los Tratados Internacionales de derechos humanos en las
sentencias y dictámenes judiciales y del Ministerio Público.
· Realizar estudios sobre el uso de estereotipos, prejuicios, mitos o costumbres en los casos
de mujeres
víctimas de violencia variable que puede afectar el proceso y/o las sentencias, así como información que indique si en la impartición de justicia se toma
o no en cuenta
negativamente la historia personal de la víctima o su experiencia sexual
antes de emitir las sentencias.
· Crear normativa vinculante que contemple la obligación del Estado
de realizar encuestas periódicas sobre diversas manifestaciones de violencia contra las niñas
y adolescentes, mujeres adultas y adultas mayores, que consideren tanto el ámbito
privado como el público como escenario de ocurrencia de la violencia.
· Hacer más eficiente los mecanismos para el acceso de información estadística actualizada (accesible y oportuna),
y contar con mecanismos de divulgación masiva
de las estadísticas nacionales sobre
violencia contra
la mujer.
· Crear legislación que contemple el acceso público a la información relevada (en base a encuestas y a registros administrativos) y hacer publicación periódica de las estadísticas elaboradas y estudios realizados.
· Promulgar una ley nacional
de presupuesto con gastos
etiquetados para el cumplimiento de las obligaciones
previstas para asegurar la adopción de las medidas
previstas en la Convención de Belém do Pará.
· Fortalecer el Sistema Unificado de Medición Estadística de la Violencia de Género
-SUMEVIG- a fin de impulsar estudios y encuestas sobre el problema de la violencia contra
las mujeres.
|
IV. POLITICA
NACIONAL PARA LA ATENCIÓN Y PREVENCION DE LA VIOLENCIA CONTRA LAS MUJERES
2017-2032
4.1
Apuesta estratégica
Para la construcción de esta Política
Nacional se parte de tres apuestas consideradas estratégicas y pensadas
de manera transversal para todo el proceso.
4.1.1 Poblaciones objetivo
En congruencia con el marco normativo
vigente, internacional y nacional,
la política tiene como principal población objetivo a todas las mujeres habitantes
del país, en sus diversidades. No obstante,
se brindará especial atención
a las siguientes poblaciones:
. Mujeres de todas las edades con
especial atención en niñas,
adolescentes y mujeres jóvenes,
por las siguientes razones:
- La creciente presencia de mujeres jóvenes, adolescentes y niñas como afectadas
de violencia sexual
(embarazo infantil y adolescente, delitos sexuales, acoso sexual en espacios
públicos) y de violencia física
incluido el femicidio.
- La primera
infancia y la adolescencia son las etapas del desarrollo humano con mayores
posibilidades para
potenciar cambios identitarios.
- La necesidad de intervenir para la interrupción de la trasmisión intergeneracional de la Violencia
contra las Mujeres, especialmente con mujeres jóvenes, madres jóvenes y en condiciones de pobreza
y exclusión social.
.
Niños y adolescentes como población estratégica para el cambio y para su involucramiento activo en la prevención
de la Violencia contra
las
Mujeres.
Existe consenso internacional en que el trabajo con hombres en procesos
de construcción de masculinidades igualitarias y no violentas debe ser parte de las acciones de los Estados en el marco de políticas más amplias de promoción36 de una cultura de igualdad y no violencia
y de prevención de la Violencia
contra las Mujeres. Específicamente, existen recomendaciones hechas a Costa Rica por organismos internacionales en
este sentido.
36El concepto de Promoción que se asume en esta Política
se adapta del concepto utilizado en la salud pública
y promovido por la Organización Panamericana de la Salud/OPS. Es en este sentido que partimos
de que la promoción
pretende generar condiciones para que las
personas tengan un mayor
control de su propia
vida. La Promoción abarca una amplia gama de
intervenciones sociales y ambientales destinadas a beneficiar y proteger
la calidad de vida de las personas
mediante la prevención y solución
de las causas primordiales de los problemas que
pueden enfrentar, y no centrándose únicamente en la atención
al problema por si mismo.
La Promoción de la igualdad
y una vida libre de violencia
tiene que accionar en 3 aspectos claves: el impulso de políticas, planes, programas y proyectos
que impulsen la igualdad, el respeto a las diferencias y la no violencia; la educación para la igualdad y la organización y planificación urbana que promueva relaciones de igualdad,
respeto a la diferencias y no violencia. Es decir la conformación de comunidades y ciudades
que contribuyan a construir
una cultura de no violencia.
Por esa razón, como segunda población objetivo de esta política
se incluye a los niños y hombres
adolescentes con el objetivo de intervenir en edades tempranas
sobre los procesos
de construcción identitaria y con el propósito
específico de su activa participación en la deconstrucción del machismo
y la violencia contra las mujeres (VcM).

4.1.2 Énfasis en el cambio cultural, la
promoción de una cultura de igualdad, reconocimiento y respeto
a las diferencias y la promoción
de conductas alternativas al machismo
y la violencia
contra las mujeres.
Tras 20 años de políticas
públicas en materia
de erradicación de la Violencia Intrafamiliar y Violencia
contra las Mujeres, se ha demostrado que para continuar avanzando es indispensable colocar el cambio de la cultura en el centro de todas las acciones públicas. Los avances país chocan - e incluso peligra su retroceso - frente
a un contexto
socio-cultural que como se ha señalado en apartados anteriores, se caracteriza,
entre otras cosas por:
. Proyección cotidiana de las mujeres como objeto sexual.
. Recreación sensacionalista de la VcM y el continuo
mensaje de impunidad.
. Reproducción en muchos medios de comunicación de lo que Rita Segato
denomina "estética
de la violencia" orientada
a des-sensibilizar y naturalizar
la violencia contra las mujeres.
. Proliferación de discursos neo-machistas que Miguel Lorente caracteriza como: ".el machismo de siempre, pero con un discurso
transformado para poder introducirse y calar en el mundo actual."
. "Re-articulación patriarcal" alrededor de estos discursos neo-machistas que buscan crear confusión,
des-movilización y retroceso
en derechos de las mujeres, las niñas y los niños.
Con el propósito
de enfrentar estos retos, esta política dará prioridad a la comunicación, el impulso de políticas para la promoción de la igualdad
y la no violencia, la organización y la movilización social como acciones estratégicas para identificar y desmontar
el machismo en sus diferentes manifestaciones discursivas y prácticas. Pero, simultáneamente, promoverá el desarrollo de habilidades, competencias sociales, valores y prácticas
de igualdad entre mujeres y hombres, respeto a las diferencias, diálogo y solución
no violenta de conflictos,
entre otras.
El cambio cultural se promoverá también a través de acciones de promoción
de una cultura
de igualdad, reconocimiento y valoración de las diferencias y la no violencia con las poblaciones objetivo, especialmente niños, niñas, mujeres y hombres
adolescentes y jóvenes,
y con la comunidad
en general. La Promoción
pretende generar
condiciones para que
las personas
tengan un mayor reconocimiento de sus derechos y los de los/as demás, un mayor sentido
de valor propio
y control de su propia vida . Abarca una amplia gama de intervenciones sociales y ambientales destinadas a beneficiar y proteger
la calidad de vida de las personas
mediante la prevención y solución
de las causas primordiales de los problemas que pueden enfrentar, y no centrándose únicamente en la
atención al problema por si mismo.
La Promoción de la igualdad y una vida libre de violencia
tiene que accionar en 3 aspectos claves: el impulso
de políticas, planes, programas y proyectos
a nivel nacional,
regional y local que impulsen
la igualdad, el respeto
a las diferencias y la no violencia; la educación
para la igualdad
y la organización y planificación urbana que promueva relaciones de igualdad, respeto a la diferencias y no violencia. Es decir la conformación de
comunidades y ciudades que contribuyan a
construir una cultura
de no violencia.
La Promoción de la igualdad y
no
violencia es un proceso sistemático que promueve
cambios individuales y colectivos, acciones y ambientes/contextos que faciliten reducir la violencia contra las mujeres y la probabilidad de ocurrencia de sus distintas
formas antes de que
estas ocurran.37

37La promoción pretende invertir en el desarrollo de normas sociales
y ambientes libres de VCM
y en acciones dirigidas
a la reducción
de riesgos y aumento de la protección mientras se monitorea el impacto
de las intervenciones en la incidencia y la prevalencia de la VCM.
4.1.3 Escenario priorizado:
Lo local, la comunidad
y el municipio.
Costa Rica cuenta con un amplio marco legal de protección y sanción
de la VcM, así como con un desarrollo normativo en la mayor parte de la institucionalidad pública orientado a atender
las consecuencias de la violencia, detener los ciclos de maltrato y para proteger y asistir a las víctimas.
No obstante, la concreción y aplicación de estas normas en el
nivel local es dispar entre instituciones y no siempre coordinada.
Esta política impulsará el encuentro de las instituciones en el nivel local, cantonal y comunitario para garantizar que las regulaciones, normas y previsiones, se apliquen
de manera oportuna
y diligente por parte de
todas las instituciones y que
las mismas beneficien de manera efectiva a las mujeres.
Aparte de lo anterior, al privilegiarse en esta política
las acciones de cambio cultural,
promoción y prevención, necesariamente éstas deben desarrollarse en el nivel local,
donde viven y conviven
las personas, donde se crea y recrea cotidianamente la cultura y desde donde se pueden gestar espacios
de protección y seguridad efectivos. También es desde este espacio donde es posible
tomar conciencia de que la VcM impacta toda
la vida comunitaria
y no exclusivamente a las mujeres
afectadas y sus familias.
4.6 Aspiración de la política
Promover una cultura no machista, la ruptura de los ciclos de transmisión social e intergeneracional de la violencia contra las mujeres, la
no
impunidad y la debida diligencia en la respuesta del Estado
Costarricense para el avance en la erradicación de esta violencia
y como condicionantes para el pleno desarrollo humano de las mujeres y la sociedad.
4.7 Enfoques, principios y características
Los siguientes enfoques y principios sirven de sustento
y guía para el proceso de ejecución
de la Política
Nacional para la Atención y la Prevención de la Violencia
contra las Mujeres 2017-2032 y su primer Plan
de Acción
quinquenal 2017-2021. Los enfoques
se refieren a aspectos conceptuales, ideológicos y políticos
que orientan la manera en que se comprende, analiza y aborda la construcción y ejecución
de la Política
y su Plan de Acción.
4.3.1 Enfoques
Derechos Humanos y Derechos de
las Mujeres.
Constituye un paradigma universal para comprender el bienestar humano y el desarrollo, representa una ética para guiar esta Política y las acciones
a seguir. El eje central
de este enfoque es el reconocimiento de todas las personas,
mujeres y hombres,
como titulares de derechos,
los cuales son inherentes, irrevocables, inalienables, intransmisibles e irrenunciables y que son obligación del Estado
proteger. Si bien las violaciones de los derechos
humanos afectan tanto a los hombres como las mujeres, la direccionalidad de la violencia
contra las mujeres es consustancial
al
sistema.
Esta violencia está directamente
vinculada a la desigual distribución
del poder y a las relaciones asimétricas que
se establecen
entre varones y mujeres
en nuestra sociedad,
hecho que perpetúa la desvalorización de lo femenino y su subordinación a lo masculino. Lo que diferencia a este tipo de violencia
de otras formas de agresión y coerción,
es que el factor de riesgo o de vulnerabilidad es el solo hecho de ser mujer en sociedades que
las
colocan en una posición
de subordinación.
Por tanto, este enfoque se basa en el carácter
irreductible de los derechos de las mujeres,
en la obligación del Estado
de protegerlos y garantizarlos, y en la convicción de que el respeto de los derechos humanos también es una condición
esencial para el desarrollo
de nuestros países y el pleno ejercicio
de los derechos ciudadanos de toda la población. Propone, asimismo, la necesidad de analizar
el tema de los derechos humanos y de la violencia contra las mujeres desde una perspectiva que ofrezca posibilidades de cambios
culturales estructurales que conlleven el respeto
de los derechos
de las mujeres y cuestionen la inevitabilidad de la
violencia en las relaciones de
género (Rico, 1996).
Relaciones de poder e igualdad
entre hombres y mujeres.
Se ha señalado
que esta Política reconoce y toma en cuenta la existencia de relaciones desiguales de poder entre mujeres y
hombres como base de las diferentes formas de violencia y discriminación hacia las mujeres y, por lo tanto, impulsa transformaciones orientadas a alcanzar
la igualdad entre hombres y mujeres.
La Convención de Belém do Pará (OEA, 1994) reconoce
explícitamente que la violencia contra las mujeres constituye una manifestación de las relaciones de poder históricamente desiguales entre mujeres y hombres
las cuales trascienden
todos los sectores de
la sociedad.
En este sentido el PLANOVI
2017-2032 parte de la necesidad de incluir
en todo su accionar, el develamiento de aquellas
estructuras sociales y culturales que han sostenido y alimentado estas relaciones asimétricas limitando las oportunidades de las mujeres,
así como de la necesidad
de impulsar la igualdad entre hombres y
mujeres en todos los espacios. Como señala la CEDAW (ONU, 1992), la violencia contra
las mujeres impide gravemente que las mujeres gocen de derechos,
libertades y responsabilidades en igualdad
de condiciones que los hombres.
Esta Convención tiene por objeto eliminar la discriminación contra la mujer y garantizar
la igualdad de forma y de fondo entre mujeres y hombres;
por lo tanto, establece garantías de no discriminación contra la mujer e incorpora
una definición más amplia de discriminación que la establecida en instrumentos previos, ya que abarca tanto la igualdad de oportunidades (igualdad de jure), como la igualdad
de resultado (igualdad de facto)38.
38El Artículo 1 de la
CEDAW define la "discriminación contra la mujer" como: .toda discriminación, exclusión, o restricción basada en el sexo que tenga por objeto o resultado
menoscabar o anular
el reconocimiento, goce o ejercicio por la mujer, independientemente de su estado
civil, sobre la base de la igualdad
entre el hombre
y la mujer,
de (sus) derechos
humanos y libertades fundamentales en las esferas
política, económica, social, cultural y civil o en cualquier otra esfera.
No sólo establece que los Estados partes "asegurarán" y "otorgarán" a las mujeres
el "derecho" a la no discriminación en todo ámbito de la vida privada y pública;
sino que además establece la obligación de los Estados
partes que "tomarán todas las medidas apropiadas para eliminar
la discriminación contra la mujer en la vida pública
y privada" (IIDH,
2004, p.98). Precisamente, el objetivo
y el propósito del Protocolo
Facultativo de la CEDAW es avanzar
en los esfuerzos
para "asegurar a la mujer el disfrute
pleno y en condiciones de igualdad
de todos los derechos humanos y todas las libertades fundamentales y de adoptar medidas eficaces para
evitar las violaciones de
esos derechos y esas libertades" (IIDH,
2004, p. 41).
Continuidad e interseccionalidad.
La Continuidad39 es un enfoque
sistémico que parte de una concepción amplia de la violencia
y el reconocimiento de que esta problemática
afecta, impide y restringe el ejercicio de los derechos humanos de las mujeres y es vivida por ellas en diferentes contextos de manera simultánea o alterna y por diferentes
perpetradores a lo largo de su vida. Este enfoque tiene que ver con una ruptura
epistemológica para no aislar ni fraccionar
las diferentes formas de violencia
que viven
las mujeres y así poder
medir el impacto en
forma más global reconociendo el carácter estructural de esta violencia.
39Guzmán Ordaz y Jiménez Rodrigo,
(2015) Inter-seccionalidad de la Violencia
contra las Mujeres
Por esta razón, esta Política toma en cuenta que la violencia
por motivos de género es un problema
multidimensional que recorre todas
las esferas de la sociedad,
anclado en el sistema patriarcal vigente. Hace referencia a esas formas de violencia que se dirigen
contra las mujeres y que emanan de la condición de discriminación y subordinación de la población
femenina; aquella en las que el factor de riesgo es, precisamente, ser mujer. La Convención de Belém do Pará señala como aporte a esta perspectiva, el hecho esta violencia puede darse en cualquier
ámbito, público o privado,
y puede ser ejercida incluso por los Estados.
Para este PLANOVI es fundamental
partir de que la violencia
contra las mujeres es continua y estructural:
-
Es continua, porque está presente
en todas las etapas de la vida de las mujeres;
se despliega en los diversos
espacios en que se desenvuelven, y tiene origen y desarrollo histórico. Tanto niñas como mujeres adultas y adultas
mayores pueden
experimentar diferentes formas de
violencia.
-
Es estructural, porque está a la base, es uno de los pilares que sostiene
a las sociedades patriarcales y se extiende como eficaz mecanismo de poder y dominación a las relaciones políticas, socioeconómicas
y culturales de
distintos sistemas políticos y administrativos.
-
Se manifiesta de múltiples formas:
en una escalada
gradual que va desde la violencia simbólica, física, psicológica, sexual, patrimonial, el acoso sexual,
hasta el femicidio
como última y más grave consecuencia de la
cadena de violencias.
- Se despliega en todos
los ámbitos: privados o públicos
como la violencia familiar/intrafamiliar/doméstica, la violencia extra familiar, la violencia institucional y la violencia
simbólica. En lo interpersonal, en lo comunal y
en el Estado.
Todas estas formas que adquiere la violencia machista, están intrínsecamente relacionadas, son parte de la experiencia colectiva de las mujeres y tienen anclajes
muy antiguos en la construcción de diversas
civilizaciones, lo que se asocia
con lo enraizado
de su naturalización y normalización. Por lo tanto, es necesario abordarla en todas sus manifestaciones, escenarios de
ocurrencia y potenciales perpetradores.
La interseccionalidad para esta Política es un enfoque
fundamental que permite entender que el género,
la etnia, la clase, u orientación sexual, como otras categorías sociales, lejos de ser "naturales" o "biológicas", son construidas y están interrelacionadas" (Platero, 2014, p. 56).
Crenshaw (1995) define la interseccionalidad como la expresión de un "sistema
complejo de estructuras de opresión
que son múltiples y simultáneas". Explica esta autora
que la subordinación interseccional es, a menudo, la consecuencia de un factor
de discriminación que, al interactuar con otros mecanismos de opresión
ya existentes crean,
en conjunto, una nueva
dimensión de desempoderamiento" (p.
359).
Cuando se utiliza el enfoque de la interseccionalidad, se comprende que, además de la denuncia
del sufrimiento de las mujeres como consecuencia de la violencia, se debe, sobre todo, considerar el lugar, el
contexto y las implicaciones que poseen las múltiples diferencias y desigualdades que ellas experimentan y sus diversas
dimensiones de identidad.
En el análisis de esta problemática, se entiende
que existen otras matrices de dominación tales como la heteronormatividad, el adulto-centrismo, el racismo
o el clasismo, que, junto con el patriarcado, también tienen una injerencia inter-seccional en los procesos
de exclusión y poder. Por lo tanto, este enfoque tiene fuertes
implicaciones tanto en la comprensión de la violencia
contra las mujeres, como en la adecuación
de estrategias políticas
para combatirla dado que nos ayuda a entender
la manera en que diferentes
dimensiones identitarias influyen
sobre el acceso que se pueda
tener a derechos y oportunidades.
Diversidad
Para esta Política es central orientar el trabajo para enfrentar
la violencia contra las mujeres integrando la consideración de las particularidades, así como el punto de vista de la niñez y la adolescencia, de las juventudes, de las personas adultas mayores, así como las asociadas con poblaciones en condiciones de vulnerabilidad, riesgo o discriminación por motivos de etnia,
sexo, salud, discapacidad, credo, nacionalidad, adscripción
política, extracción económica, orientación
e identidad sexual,
o cualquier otra.
Este enfoque refiere a la multiplicidad e interacción de las diferentes capacidades y características que tienen las personas y pone en evidencia la complejidad de los múltiples
grupos humanos que conforman una sociedad y una cultura
determinada. Se concentra
en la consideración de los deseos,
aspiraciones, expectativas, valores y prácticas
creativas y culturales de las distintas personas y grupos que estarían
implicados en las acciones de
esta Política.
Curso de Vida
Transversar a la Política el enfoque
de curso de vida, significa partir de la existencia de grupos generacionales con intereses
y derechos específicos que, como tales, deben reconocerse en su singularidad, sin que eso signifique
anulación, imposición o exclusión.
Este enfoque propone que las políticas públicas y las acciones sociales, así como las prácticas
y las disposiciones institucionales se ajusten en todos
sus alcances, para corresponder con el momento
de desarrollo en el curso de su vida, de mujeres
y hombres. Asimismo, -y tomando en cuenta
la apuesta estratégica de esta Política con población
menor de edad- implica la concepción de nuevas relaciones entre las personas adultas y las niñas, niños o adolescentes, basadas en el reconocimiento y respeto
de sus derechos. En correspondencia con este enfoque,
toda acción estratégica de la Política
reconoce que las diferencias biológicas y sociales
entre las personas
por su edad crean continuamente situaciones de poder de unas personas
sobre otras, las cuales
se manifiestan de diversas
maneras. Por lo tanto,
se deberán generar
las condiciones necesarias para propiciar relaciones de respeto
y colaboración entre las personas
de todas las edades,
para encontrarse en las diferencias y similitudes mediante el diálogo y acompañamiento respetuosos. También será necesario reconocer sus aportes específicos, así como sus condiciones para el pleno disfrute
de sus derechos y el cumplimiento de sus responsabilidades
Contexto
En esta Política se establece
que toda intervención institucional y social
debe tomar en cuenta las condiciones históricas de una sociedad
en particular y del contexto
familiar, comunal, institucional, económico-político y socio-cultural en que puedan estar inmersas
las personas beneficiarias de todas sus acciones.
Desde el enfoque de contexto se busca integrar
respuestas que reconozcan todos estos aspectos para garantizar una incidencia
más integral
interpretando las circunstancias
diversas de las
personas y grupos
sociales, analizando y contextualizando características tales como su historia,
sus relaciones y dinámicas
de poder, sus políticas
y sus economías. Todo ello permite
interpretar o comprender las razones de las circunstancias actuales, de qué manera podrían cambiar y qué elementos están
influyendo sobre el cambio.
Promoción40 y Prevención integral
40La Promoción pretende generar condiciones para que las personas tengan un mayor reconocimiento de sus derechos
y los de los/as demás, un mayor sentido de valor propio y control de su propia vida Abarca una amplia gama de intervenciones sociales y ambientales destinadas a beneficiar y proteger
la calidad de vida de las personas mediante la prevención y solución
de las causas primordiales de los problemas que pueden enfrentar, y no centrándose únicamente en la atención
al problema por sí mismo. La Promoción de la igualdad y una vida libre de violencia
tiene que accionar en tres aspectos
claves: a) el impulso
de políticas, planes,
programas y
proyectos a nivel nacional, regional y local
que
impulsen la igualdad, b) el respeto
a las diferencias y la no
violencia; c) la educación para la igualdad que promueva respeto a las diferencias y no violencia. Es decir, la conformación de comunidades que contribuyan a construir una cultura de no violencia.
La violencia contra las mujeres es un proceso dinámico en el que interactúan múltiples factores sobre
los que es posible
intervenir y modificar
en los diferentes momentos de su desarrollo. Mientras antes se apliquen
las medidas de intervención, mejor puede ser el resultado
cuando se pretende ir erradicando la violencia y su
impacto. Este
es
el sentido de combinar
acciones de promoción con acciones de prevención
integral.
Resulta fundamental para esta Política trabajar con estos enfoques
para eliminar la violencia contra las mujeres, antes de que esta ocurra.
Este es el sentido de una de sus principales apuestas estratégicas. Su aplicación demanda una perspectiva de análisis
que entiende la violencia como una problemática sumamente complejo cuya génesis no puede ser atribuida a un único factor sino a múltiples factores de orden individual, cultural y político
que interactúan para producirla en un contexto
dado y en perjuicio
de una persona
o un grupo humano.
Desde esta perspectiva, El PLANOVI 2017-2032 busca impactar en los diferentes niveles de la sociedad, de lo nacional
a lo local, para lograr cambios
en las instituciones, los conglomerados y las personas.
Las acciones dirigidas a instituciones clave y grupos
sociales estratégicos, son acompañadas de acciones
más generalizadas a gran escala,
que generen el telón de fondo necesario
para impulsar los cambios de conocimientos,
actitudes y prácticas buscados.
Desde la promoción se enfatiza el accionar
en la identificación y fortalecimiento de aquellos
factores de protección
tanto a nivel estructural, como en el nivel
comunitario, familiar e individual.


Según ONU Mujeres
(2007), la promoción de una cultura de igualdad
y no violencia
es más efectiva
cuando tiene como objetivos.
"1) transformar actitudes
individuales y colectivas, creencias y conductas
relacionadas a normas de género y roles en una comunidad
determinada e 2) implementar estrategias locales y nacionales para empoderar a las mujeres
y eliminar las disparidades de género.
(Morrison, et.al. 2004). Las intervenciones dirigidas a lograr cambios
en el nivel interpersonal, relacional, comunitario y de la sociedad
o aquellas que facilitan
una más extensa movilización de la comunidad contra la violencia
pueden tener un poderoso efecto en el cambio de la conducta individual. (Harvey, et al., 2007)". Esto se refuerza
con el hecho de que, además, existe evidencia que muestra que los grupos más estratégicos para trabajar en la promoción
de una cultura de igualdad
y no
violencia son la primera infancia
y las personas adolescentes.
Por otra parte, desde la prevención secundaria se tomarían
medidas orientadas a detener
la violencia ejercida contra
las
mujeres en cualquier punto de
su aparición.
En la prevención secundaria, la detección temprana, la captación oportuna y la orientación adecuada, son esenciales. De allí, la importancia de la captación
temprana y el seguimiento periódico de la población de mujeres afectadas
para evitar o retardar la aparición
de daños
más
graves como consecuencia de su exposición a la violencia.
En este nivel de intervención es fundamental identificar los factores impulsores e inhibidores que impiden la
ruptura del silencio de las mujeres y que pueden ser de
carácter tanto subjetivo como objetivo, individual e institucional.
Por último, en el nivel de la prevención terciaria, se establecen las medidas orientadas a evitar, retardar
o reducir el impacto de la violencia
en las mujeres afectadas. En este caso, se trata de minimizar los sufrimientos causados
por la violencia vivida y de facilitar la construcción de un nuevo proyecto
de vida que a
su vez permita detener la transmisión
inter-generacional de la violencia.
Gobernanza
Este enfoque parte de la necesidad de construir
espacios púbicos que posibiliten
la
participación ciudadana en la construcción de las decisiones públicas. En concordancia con las apuestas
estratégicas de esta Política,
la sociedad en general
y los colectivos en particular, se visualizan como entes dinámicos en cambio constante, que obliga a que las instituciones de gobierno,
no solo presten
atención a las necesidades que surgen de dichos cambios,
sino que,
de
manera participativa,
construya soluciones o respuestas
acordes a sus
necesidades. Al incorporar
la participación de los diferentes grupos sociales en la formulación, ejecución, seguimiento y evaluación, el Estado se compromete con el sentido de corresponsabilidad y descentralización en sus procesos.
Así, la gobernanza aplicada como enfoque de la política, implica la promoción de sinergia entre los recursos públicos, privados y sociales para que la sociedad no vaya a la deriva, genere condiciones generales de vida segura
y próspera y sus miembros realicen sus proyectos particulares. Es una forma de dirección descentralizada de
la sociedad41 (Aguilar,
2010).
41La definición ofrecida por R.A.W. Rhodes (1997),
señala: "Gobernanza se refiere a redes inter-organizacionales y auto-organizadas. Las características comunes son: 1) Interdependencias entre las organizaciones. Gobernanza es algo más amplio que el gobierno y abarca a actores no estatales. 2) Interacciones permanentes entre los miembros de la red, debido a la necesidad
de intercambiar recursos y de negociar los propósitos comunes. 3) Las interacciones se basan en la confianza
y son normadas
por reglas que han sido negociadas y acordadas
por los participantes en la red. 4)
Existe un grado significativo de autonomía
respecto del estado.
El estado no ocupa la posición
soberana, pero puede dirigir indirecta o imperfectamente las redes"
Desde el enfoque de gobernanza
se apuesta
a la
participación de actores
sociales individuales y organizados que se reconocen ciudadanos, que aceptan la pluralidad presente en la comunidad
y se saben responsables en la definición y realización del destino colectivo
como una forma de ejercer
sus derechos y obligaciones ciudadanas.
El modo concreto de la gestión de la política
desde la gobernanza, es el modo de "co-acción", entendida
como la acción conjunta o asociada
entre el sector público y el privado o el social, que se manifiesta
en formas observables de co-regulación, co-producción, co-dirección, co-gestión, colaboración y corresponsabilidad. Este modo de gobernar (.) expresa y reproduce
una pauta o patrón estructural de dirección
pública, cuya característica
esencial es la interdependencia gubernamental - social (Aguilar, 2010).
La presente política ha incluido la co-acción de muy diversos
sectores de la sociedad desde su etapa de formulación y deberá considerarla hasta la evaluación de los resultados de la misma. Asimismo,
el presente plan se encuentra conceptualizado sobre una base de la co-acción
de la institucionalidad pública con las diversas redes y actores
a nivel local para la creación
de condiciones y acciones
que permitan la transformación
de los determinantes que
promueven de manera sistémica la violencia contra las mujeres.
Participación comunitaria
La participación
comunitaria como enfoque,
busca generar un
impulso y fortalecimiento de la
sociedad civil y de la democracia, pues significa una forma de resolución auto-gestionada de los problemas
sociales que afectan a las comunidades, permitiendo el surgimiento de respuestas y soluciones desde ellas mismas (Bronfman
y Gleizer, 1994).
Para el cambio social al que esta Política
apuesta, la participación comunitaria deber ser considerada como un enfoque que dirija la movilización como una estrategia que permite asegurar que existe en las personas
que se movilizan, disponibilidad para ayudar a planificar, tomar acciones
y adaptar la comunidad
al cambio y a las mejoras. En este sentido,
el éxito de los planes y proyectos
que de la política
se desprendan, dependerá
en buena medida de que las comunidades los perciban como algo
propio, responsabilizándose del problema
y de la solución.
De esta forma, la participación comunitaria y la movilización
social a nivel local, regional y nacional,
se tornan como una condición necesaria para el cambio,
pues es imperioso que exista plena conciencia de la responsabilidad compartida en la erradicación de la violencia
contra las mujeres, dejando atrás el paradigma
patriarcal de que se trata de un asunto doméstico y
privado exclusivo de las mujeres
que la sufren.
Alianzas estratégicas en corresponsabilidad42
42Ministerio de Salud, CCSS, INAMU, MEP, Municipalidad de Curridabat; Paniamor, OPS/OMS (2003). Guía de lineamientos conceptuales, supuestos operativos y recursos
pedagógicos para la prevención primaria integrada de la violencia contra las mujeres,
las niñas, niños y adolescentes desde lo local.
Para el PLANOVI
este enfoque es central porque propone la articulación de acciones
y recursos entre individuos, grupos e instituciones, para el logro de fines comunes a nivel humano,
social, profesional e incluso
económico. Desde una perspectiva sociológica supone convivir pacíficamente, luchar por bienes comunes y ser respetuoso con las diferencias, pero denunciante de las actividades que suponen injusticia, engaño y/o abuso,
en perjuicio de las personas que
integran nuestro entorno familiar, educativo, laboral o comunal.
Las intervenciones basadas en este paradigma unen a las personas
de una comunidad, pero también las enfrentan
cuando alguna de ellas no
respeta las normas de convivencia
democrática.
Cuando hay procesos en los que unas de las personas participantes pretenden dominar la voluntad de otras,
convirtiéndolas en sumisas y dependientes, no existe una responsabilidad compartida con la sociedad, sino que esta se enfrenta
a los intereses
individualistas, y egoístas
del poder hegemónico. El fin de la corresponsabilidad social es la construcción de bienestar
compatible, compartible y cooperador, en comunidades altamente heterogéneas en
cuanto a intereses, creencias y
expectativas (Civila, 2009).
Algunos autores proponen que la corresponsabilidad social es un valor que debe estimularse y formarse,
proponiendo una acción intensiva del sistema educativo en la formación
de competencias básicas para su mejor desempeño, entre las que se cita la adquisición de los valores,
conocimientos y habilidades para: a) sustentar los cambios en las relaciones de género,
la construcción de una nueva feminidad
y una nueva masculinidad; y la deslegitimación de la violencia
contra las mujeres en todos sus alcances;
y b) modelar
nuevas relaciones intergeneracionales como factor de integración y cohesión
social, prevención de la discriminación y la exclusión
social, y lucha por la defensa de los derechos
humanos, desde lo local a lo planetario.
Para esta Política
es importante que la sociedad
sea capaz de reconocer
que todos y todas poseen una responsabilidad compartida para detener y erradicar
la violencia contra las mujeres. A todas las personas
les corresponde hacer
algo desde el lugar en el que están.
4.3.2 Principios
orientadores
Los principios son los lineamientos, formas de pensar, sentir y actuar
que deben asumir las personas responsables al abordar la violencia contra las mujeres tanto a nivel preventivo como de atención. Esta Política considera
los
siguientes principios como
fundamentales y orientadores de su quehacer.
No discriminación
Ninguna persona puede ser discriminada por razón de sexo, color, raza, religión,
origen nacional, étnico o social,
idioma, opinión, orientación sexual, identidad o expresión
de género, capacidades especiales, condiciones sociales,
económicas o personales de
las
mujeres o sus familias.
No re-victimización
Se asegurará que las mujeres víctimas de violencia no vuelvan a ser víctimas una y otra vez, por lo que se evitará que sea sometida a múltiples
interrogatorios o declaraciones, malos tratos o exámenes
que puedan afectar
su integridad,
autoestima y salud mental.
Reconocimiento de la resiliencia y capacidad
de
agencia de las
mujeres
Las mujeres en situación de violencia no deben ser vistas exclusivamente como víctimas
sino como mujeres fuertes con
grandes poderes
para sobrevivir a pesar de
todo.
Para brindar un apoyo integral a las mujeres,
se reconocerán y valorarán las estrategias y habilidades que ellas han desarrollado para enfrentar su vida y la violencia
que reciben. Este principio es contrario al asistencialismo porque valora y reconoce la capacidad de las mujeres para re-construir un proyecto de vida con
autonomía y autodeterminación.
Protección y debida
diligencia
En la atención y protección a las mujeres
que enfrentan situaciones de violencia por motivos de su género, se deberá actuar con debida diligencia de acuerdo
a los estándares internacionales, para prevenir, investigar, sancionar
y erradicar esta forma
de violencia.
El Estado costarricense a través de sus instituciones deberá tomar las medidas necesarias y posibles
para erradicar prejuicios y prácticas
consuetudinarias basadas en ideas estereotipadas de inferioridad o superioridad de alguno de los sexos y modificar
patrones sociales y culturales de hombres
y mujeres, además
de adecuar sus estructuras,
sistemas, procesos y procedimientos y/o cualquier
otra actuación para este fin.
Interés superior de la persona menor de edad
Todas las acciones, procesos y medidas en que estén involucradas personas menores de edad y que sean tomadas por agentes
estatales en particular, ya sean autoridades judiciales, administrativas y/ legislativas, se realizarán en consideración de la garantía
debida para el desarrollo
integral y la vida digna y
por
lo tanto de las condiciones materiales y afectivas
que permitan vivir plenamente y alcanzar
el máximo de bienestar posible
de las niñas y niños.
Este principio debe de ser considerado a la luz de los otros principios
y obligaciones estatales
que han sido reconocidos en el marco normativo nacional e internacional de los derechos
humanos. Esto
significa que no se debe entender
que exista una contradicción ni en lo abstracto ni en los casos concretos, entre el interés
superior de la persona
menor de edad y la protección especial a las mujeres
para prevenir, combatir y erradicar
la violencia y discriminación por género. Así, se parte de la vinculación necesaria de los derechos
de las mujeres
con las de sus hijos e hijas,
de manera que no se estará
protegiendo el interés
superior sin que se protejan
los derechos de sus madres quienes son las que les protegen
en última instancia.
Acción afirmativa para el reconocimiento, valoración e inclusión
de las diversidades
En
los programas institucionales de atención, prevención, promoción y acceso a la justicia, se deben
diseñar y planificar procesos sistemáticos
que incorporen
acciones afirmativas43 o medidas necesarias
que garanticen el derecho
de las mujeres
a que se reconozcan sus
condiciones, opciones o características particulares,
para el acceso equitativo a los servicios
y a oportunidades para su
desarrollo.
43 La CEDAW, en su Art. 4 insta a los Estados
Partes a adoptar
medidas especiales de carácter temporal dirigidas a acelerar
la igualdad de facto o igualdad
sustantiva, en aras de equilibrar las diferencias entre hombres y mujeres,
las cuales cesarían cuando se logren los objetivos de igualdad
de oportunidad y trato. Según ha señalado
la ONU, en su Recomendación general Nº25,
sobre el párrafo
1 del Art. 4 de la CEDAW,
referente a medidas especiales de carácter temporal, se han utilizado diferentes
términos para ello, utilizándolo en su sentido
correctivo, compensatorio y
de promoción con las expresiones "acción afirmativa", "acción
positiva", "medidas positivas"
o "discriminación positiva."
Su abordaje se priorizará si en razón de sus diversidades (etnia, género, condición de salud, discapacidad, credo, nacionalidad, adscripción política, situación económica, orientación e identidad
sexual, u otra) las mujeres
se encuentran enfrentando situaciones violencia.
Interaprendizaje
Se deberá concebir todo proceso como una experiencia educativa permanente en la que no hay nada insignificante, porque la tarea es buscar nuevos significados y nuevos sentidos
a los problemas. Se buscará en todo momento,
la participación y construcción grupal del conocimiento, así como la construcción de actitudes críticas frente al problema de la violencia
que facilite la ruptura de valores
y pre-juicios que obstaculizan el trabajo para su
prevención y atención.
En toda intervención u acción que se realice,
se entenderá que quienes se sienten directamente impactados por un problema determinado estarán en mejor posición
para determinar un
curso de acción a seguir hacia su resolución. Se promoverá
por tanto la apropiación personal del problema, partiendo de que el mismo debe tocar valores atesorados por las personas, produciendo una necesidad de actuar aun cuando se tenga claro que las circunstancias que se enfrentan son inciertas
y cambiantes; y que existen al menos dos soluciones posibles
sin que necesariamente exista certeza sobre cuál de ellas es la más efectiva para desactivar el problema.
(Laster, 1998)
Corresponsabilidad
Como construcción social, la violencia
contra las mujeres es reproducida en todas las estructuras y espacios
socioculturales y es
reforzada de manera compleja con los
productos de
la cultura.
Si bien el Estado tiene una responsabilidad ineludible en abordar la violencia
contra las mujeres, cada instancia
debe comprender y asumir
su corresponsabilidad
en los
procesos que la han hecho posible
históricamente y la siguen sosteniendo. Prevenir la violencia contra las mujeres y promover
la igualdad, interpela a todo
el conjunto
de la sociedad.
Los programas, procesos y acciones derivados de la política
deben promover el involucramiento de la mayor diversidad de instancias
(Estado, sociedad civil, sector privado, gobiernos locales, etc.), que como sistema y en redes articuladas, actúen en corresponsabilidad para promover una cultura que reconozca la violencia, integre alternativas de
atención y protección de las
mujeres afectadas por esta, o en condiciones de riesgo y vulnerabilidad, enfrente y reduzca
la impunidad
y asegure la restitución en el ejercicio de sus derechos.
Cambio
cultural
En todos los niveles de acción enfocados
hacia la paulatina erradicación de la violencia contra las mujeres, el horizonte es el cambio
cultural. Se reconoce
que en nuestra
sociedad aún se encuentran fuertemente arraigadas creencias y prácticas
culturales que han legitimado y perpetuado históricamente las diversas formas de violencia contra las mujeres. No obstante, la cultura es dinámica y posee un potencial
de cambio que debe ser impulsado en la ejecución de todas las acciones
estratégicas contempladas en esta política.
Este principio demanda la confrontación y de-construcción permanente y sistemática en cualquier
nivel de acción,
de todos los mitos y creencias
basadas en prejuicios sexistas, misóginos u otros vinculados a exclusiones y discriminaciones.
4.3.3
Características
Es una política de Estado
específica y prioritaria
La presente política, prioriza la acción estatal
en la atención y prevención de la violencia
contra las mujeres promoviendo
los cambios estructurales y culturales.
La Violencia contra las Mujeres es una problemática de tratamiento a largo plazo que requiere
de atención prioritaria por parte de la institucionalidad, con amplia participación de la sociedad
civil, partiendo de un consenso
social, y ajustada
a las necesidades de las comunidades y de la población en general.
Es por ello que la Política
genera directrices específicas de acatamiento obligatorio para enfrentar
dicha problemática, direccionando
los
recursos necesarios para su ejecución, sin que esté
supeditada a un período de Gobierno.
Así, esta política adopta una visión que trasciende del enfoque de gobierno
a un enfoque
de Estado superando
las barreras del pensamiento de corto plazo y de responsabilidades limitadas, para construir una visión compartida de futuro.
De esta forma es posible
que la erradicación progresiva de la violencia contra las mujeres constituya
un verdadero proyecto social.
Es
sistémica
Impulsa la relación con otras políticas públicas vigentes relacionadas entre sí, así como en la forma en que esta política será ejecutada a través del Sistema Nacional de Prevención y Atención
de la Violencia
contra las Mujeres
y la Violencia
Intrafamiliar, incluyendo también su vinculación estratégica con otros sistemas y mecanismos que pueden estar impactando en esta problemática.
Las relaciones con otras políticas y mecanismos inter-institucionales según los casos y circunstancias, pueden tener un mayor o menor grado de intensidad, de modo que las políticas no se contemplan como un conjunto, sino como
un "Sistema de Políticas Públicas" (SPP)
(von Bertalanffy, 1968).
Dentro del SPP, esta política concreta constituye un "subsistema" formado, a su vez, por elementos
que se relacionan. Cada uno de estos elementos
se caracteriza por el consumo de recursos y tiempo para ser ejecutados. Sus elementos no son otra cosa que las acciones que habrán de llevarse a cabo para conseguir que
la política culmine su objetivo.
Es
descentralizada
Realiza un proceso multidimensional con dinámicas
políticas, fiscales y administrativas. En términos generales, y como lo explica Finot (2001), es un proceso de trasferencia organizada y ordenada
del gobierno nacional o central,
a otra autoridad o institución regional o local con programas vinculados a la prevención y atención de la violencia contra las mujeres.
Esta característica se relaciona con la gobernabilidad democrática, tanto porque apuesta
a una planificación y gestión
más participativa y contextualizada, como porque coloca sus recursos en los espacios
más cercanos donde
la población
meta está demandando los servicios.
La descentralización permite también reconocer y atender las desigualdades territoriales centro-periferia que
agregan vulnerabilización a las poblaciones que poseen menor acceso
a recursos y servicios.
Es inter-institucional, integrada y trans-sectorial
Si se concibe
la violencia contra las mujeres más allá de su ocurrencia como fenómeno social aislado y casual,
y en cambio se lo coloca como un problema
estructural que afecta toda la dinámica del sistema social, es posible reconocer que esta Política deberá desarrollar todos sus ejes estructurales dentro de una lógica de articulación
e integración.
Por tanto, la
respuesta frente a la violencia contra las mujeres, se aborda desde una
relación de corresponsabilidad entre
las diversas instituciones y sus
estructuras
a nivel nacional, regional y local, insertando en sus planes operativos y presupuestos institucionales, las estrategias correspondientes y alineando a todos los sectores
directa e indirectamente
involucrados.
Favorece también la generación de alianzas público privadas, con sociedad
civil, con comunidades, y con la academia para la coordinación conjunta de todas sus acciones
estratégicas y para lograr una atención
integral de la problemática.
Estas características de inter-institucionalidad, trans-sectorialidad e integración para la prevención y la atención
de la violencia
contra las mujeres, hacen que sea posible no solo mantener una adecuada armonización ideológica y conceptual, sino también la conexión
operativa necesaria para una gestión de la política no solo
más
eficiente, sino mejor orientada desde el punto
de vista político- estratégico.
Es
prospectiva y progresiva
Esta política es prospectiva porque parte
de
la comprensión
de
que la
Violencia
contra las Mujeres
está inmersa y es afectada por los contextos y las dinámicas
sociales, económicas y políticas
que generan constantemente nuevos retos y desafíos
que irán demandando flexibilidad y capacidad de adecuación de la política pública
y sus planes de
acción.
Significa también la previsión de las situaciones que podrían derivarse de la acción
u omisión estatal al atender
la prevención y atención de la violencia contra las mujeres.
Por ser prospectiva, esta
política sirve también como una herramienta de
apoyo a la planificación estratégica con observación del entorno
a largo plazo porque identifica en forma temprana,
aquellos aspectos que pueden tener
un
gran impacto social en el futuro, buscando concesos con todos los sectores
sociales para su atención.
Estrechamente vinculada a esta visión de acciones
permanentes y de largo plazo, esta política concibe también toda la gestión como un proceso hacia la realización gradual y progresiva de su aspiración en el marco
de su orientación estratégica.
La progresividad se vincula a una de las obligaciones que adquiere el Estado en materia de derechos
humanos al suscribir las diversas convenciones. Significa que debe garantizar contenidos básicos de los mismos, es decir,
el Estado se compromete a cumplir con el nivel
esencial de cada uno de los derechos
reconocidos y no restringirlos, cualquiera sea la situación por la cual se esté atravesando. No puede excusarse en la falta de
recursos y solo aparece
como un piso a partir del cual se va desarrollando el más alto nivel de satisfacción de los mismos.44
44Ase, I. y Burijovich, J. (2009)
La estrategia de Atención
Primaria de la Salud:¿progresividad o regresividad en el derecho a la salud? Recuperado de: http://www.scielo.org.ar/scielo.php
Desde esta perspectiva, esta política deberá ir ajustando sus planes quinquenales a niveles
cada vez más altos y complejos
de cumplimiento partiendo
del principio del más alto estándar
posible de ejecución y de incremento en la
inversión de los recursos.
Considerando los avances alcanzados a través de las anteriores Políticas y desde esta perspectiva de progresividad, se entiende que el PLANOVI 2017-2032
no parte de cero, por lo que retomará
lo ejecutado para actualizar y fortalecer los programas exitosos, al tiempo que irá conformando nuevos escenarios de acción y
compromiso estatal para el cambio
social esperado.
4.8.Ejes transversales para la
ejecución
Este apartado hace referencia a los recursos metodológicos y de actuación definida como relevante y prioritaria para la ejecución de las acciones definidas en la Plan Nacional
para la Atención y Prevención de la Violencia
contra las Mujeres (PLANOVI) 2017-2032.
Estas estrategias son interdependientes y consonantes con los enfoques,
principios y elementos
conceptuales definidos en la Política
y son las que permiten que los mismos se apliquen
en la práctica de manera
integrada. Estas estrategias
son transversales en el
sentido de que deben cruzar
y estar presentes
a lo largo de todas las acciones
previstas por todas las instancias responsables y en todos los niveles
de ejecución.
4.4.1
Comunicación social para el cambio
Ya se ha señalado
que la violencia contra las mujeres se sostiene y perpetúa
a través de patrones
socioculturales que se expresan
en ideologías, discursos, imágenes, ideas estereotipadas, actitudes y prejuicios, que justifican prácticas sociales aprendidas y naturalizadas, que invisibilizan
las
relaciones desiguales de poder que subyacen
en las conductas
violentas y se constituyen en barreras
que dificultan, entorpecen
o lentifican los procesos de
cambio social.
Por esta razón, cualquier
pretensión de transformación social
requiere acompañarse de manera sistemática y sostenida
de la reflexión y el cuestionamiento de estos componentes
del imaginario social. En este
caso, la lucha contra
la violencia contra
las
mujeres se da
también de manera cotidiana
en el terreno de las ideas, de las opiniones y concepciones de mundo desde
donde se interpretan y re-interpretan los hechos de
violencia y todo lo que
gira a su alrededor.
La Comunicación para el Cambio Social (CCS) es definida
como un proceso de diálogo público y privado a través del cual las personas definen quiénes
son, cuáles son sus aspiraciones, qué es lo que necesitan
y cómo pueden actuar colectivamente para alcanzar sus metas y mejorar sus vidas. La CCS apoya procesos de toma de decisión y de acción colectiva
para hacer más eficientes a las comunidades y fortalece los contextos
de la comunicación.
(2003: Consorcio de comunicación para el cambio social).
Desde esta perspectiva es una acción comunicativa que busca facilitar la participación activa y la toma de decisiones de la población
mediante el acceso a información oportuna y de calidad
y mediante la creación
de espacios de diálogo y confrontación de ideas para el logro de consensos
y acuerdos. Por ello es consustancial de la participación y movilización de las comunidades (que ha sido definida
como otra de las estrategias de intervención
de esta política y de su plan de acción).
Es una propuesta
horizontal en el tanto se basa en la construcción colectiva de conocimientos y la validación de los saberes
inherentes a todas las personas
y no en una trasmisión unidireccional de conocimientos, privilegia la educación y la comunicación interpersonal. Es también una propuesta
ética de la comunicación que se entiende
como un proceso de diálogo
y debate, basado
en la tolerancia, el respeto,
la equidad, la justicia social
y la participación activa de todos (Communication for Social
Change Consortium, 2003).
Para ser eficaz esta estrategia requiere acción e inversión
regulares, sistemáticas y sostenidas en el tiempo por parte
de todas
las
instituciones y sectores responsables, amplitud y diversidad
en el uso de los recursos
y medios de comunicación y procesos
adaptados a los diferentes contextos y grupos de población.
En esta política la comunicación social para el cambio como estrategia transversal persigue dos objetivos principales:
a)
develar las relaciones
desiguales de poder que sostienen la VcM y que se encuentran ocultas o disfrazadas en los discursos sociales tradicionales y cotidianos y
b)
promover valores, discursos
y prácticas
culturales alternativas basadas en la igualdad entre mujeres y hombres,
el respeto a las diferencias y la construcción de relaciones de convivencia social pacíficas, enriquecedoras y de crecimiento
humano para todas las
personas.
4.4.2 Organización
y acción ciudadana en el espacio local-comunitario.
Esta estrategia parte del hecho que la VcM es una problemática social compleja y de múltiples impactos en la sociedad
- más allá del que tiene en las personas
directamente afectadas. Por esta razón es un asunto de interés de todos los y las habitantes y de todos los grupos sociales.
En esta línea, todas las personas
pueden y deben hacer algo para su erradicación, en conjunto
con el Estado y sus instituciones, pues ha quedado
evidenciado que la profundidad de los cambios
culturales que se requieren no puede alcanzarse sin el concurso de toda la sociedad.
La VcM es un problema de salud pública por su alta prevalencia y por el impacto en la integridad física, sexual y emocional
de las personas
afectadas y de quienes son testigos
cercanos. Es un problema de seguridad
ciudadana pues la violencia contra las mujeres es la principal
causa de homicidios dolosos de las mujeres, así como de otros delitos
cometidos en su contra. La VcM y la violencia intrafamiliar están directamente asociadas con otras problemáticas sociales como las pandillas juveniles, la explotación sexual comercial y otras formas de delincuencia. De allí que no es posible hablar de seguridad comunitaria sin enfrentar las violencias específicas que sufren las niñas, jóvenes y mujeres
adultas del entorno inmediato. La VcM es también
una problemática que limita directamente las posibilidades de que muchas
mujeres puedan aportar al
desarrollo económico y social de
sus comunidades y del país.
Mediante la organización y la movilización de la comunidad45 se persigue hacer visible estas múltiples relaciones
de
sentido e interdependientes
entre la
violencia que sufren
las mujeres,
las niñas
y
las adolescentes y los intereses
que tienen las comunidades de avanzar en desarrollo, derechos humanos, convivencia solidaria
y construcción de familias
y entornos seguros
y para que la prevención
de este tipo de
violencia pueda abrirse
camino en las agendas sociales locales.

45La
movilización y organización de la comunidad puede ser definida como el proceso
a través del cual las personas
que comparten una situación
cualquiera son apoyadas para que se organicen y busquen soluciones colectivas a sus necesidades. Enfatiza en la organización del grupo para el diagnóstico de sus necesidades y sus capacidades y para la decisión
y ejecución de acciones colectivas que conlleven la satisfacción de
las
mismas. El concepto de movilización y organización
de la comunidad está fuertemente
unido al de participación lo cual
implica apropiación, empoderamiento y construcción de una identidad conjunta desde la identidad individual. Según este concepto, no puede alcanzarse resultados sostenibles ni la autonomía
sin la participación protagónica de la comunidad. (Save the children: Movilizacion y organización de la comunidad)
Se trata de promover
alianzas estratégicas con otros programas
y proyectos en el nivel local relacionados con problemáticas de salud pública,
seguridad, promoción social, etc. La alianza con los gobiernos
locales y el
sector privado se considera
estratégica.
Se ha demostrado que las comunidades donde existe poca tolerancia y un fuerte reproche
y sanción social contra la violencia
hacia las mujeres de todas las edades, son comunidades más seguras y protectoras para todos y todas.
En aplicación del enfoque de "Gobernanza, acción comunitaria y movilización" definida en esta Política
se impulsará la
inversión de recursos
públicos en promover el asociacionismo y organización autónoma de las mujeres (mujeres jóvenes, adultas y adultas
mayores) como recurso para potenciar liderazgos, autonomías y ciudadanía activa y, por ende,
también condiciones para
prevenir toda forma de
violencia.
También se promoverá la organización y movilización de los hombres
jóvenes para la construcción de masculinidades no violentas e igualitarias y su involucramiento consciente para erradicar
toda forma de violencia
contra las mujeres.
Asimismo, se considera estratégica la vinculación con las organizaciones sociales y civiles
de todo tipo existentes en la comunidad
en procesos de diálogo y reflexión
comunitaria que puedan abrir paso a pensar y
construir comunidades más fuertes y seguras.
4.4.3 Educación
para el cambio cultural
Esta Política establece la centralidad que tienen los procesos educativos y formativos en todos los niveles
y con todas las poblaciones e instituciones, para impulsar el cambio cultural
y los aprendizajes de nuevos
conocimientos, habilidades y prácticas
alternativas a la
violencia.
Se recuperará la construcción conceptual y metodológica desarrollada en las dos políticas
anteriores a través
de la propuesta
del inter-aprendizaje46, fortaleciéndola con nuevos insumos
conceptuales y metodológicos así como potenciando
y diversificando el uso
de modernos recursos tecnológicos.
46Ver Abarca (1999): "El interaprendizaje: una propuesta pedagógica para sentir, pensar y enfrentar
la violencia intrafamiliar "
en INAMU Colección Metodologías 2.
Esta propuesta se sustenta en lo que se conoce como "pedagogía crítica", opción que facilita
el proceso de aprendizaje en función
del reconocimiento de la persona
como agente de cambio social. Es un espacio conceptual en el que los problemas
individuales o colectivos toman vigencia para ser analizados a la luz de la teoría y de la práctica
como posibilidad de humanizar
la educación. El proceso se diseña y
se implementa como una alternativa que cuestiona los estilos de vida que han generado el estado y
la sociedad, en este caso de la
violencia contra las mujeres y la ideología machista (Ramírez,
2008)
La pedagogía
crítica, según Ramírez (2008), parte de los siguientes supuestos y principios:
a. La
participación social que implica concienciar a las comunidades y personas sobre
la responsabilidad que tienen para con desarrollo de su contexto, tanto
presente como futuro.
b. La
comunicación horizontal que implica reconocerse éticamente y respetarse sin que
ello implique ausencia de diferencias.
c. La
construcción y re-construcción de sentidos que implica reconocer cómo se han
construido históricamente los imaginarios y los comportamientos en un grupo
social o comunidad frente a una situación dada y cómo es posible construir
alternativas.
d. La humanización
de los procesos educativos mediante el estímulo de la habilidad intelectual,
pero también agudizando el aparato sensorial y cultivando los sentimientos;
e. Es una
educación para la vida en comunidad.
4.4.4
Investigación-acción y sistemas de información.
En
congruencia con las estrategias transversales planteadas,
emerge la necesidad de integrar una
estrategia de investigación que fortalezca los sistemas de información, de modo que se mantenga un diagnóstico permanente del Sistema
Nacional, se identifiquen las dimensiones, expresiones y evolución
de la violencia
contra las mujeres, se dé la base para una evaluación continua dirigida a la toma de decisiones y se promueva nuevas y mejores
prácticas, así como los cambios requeridos para su funcionamiento coherente, mientras se aporta a
la transformación cultural visionada en el Plan.
La estrategia propuesta se basa en un modelo de investigación-acción-participativa feminista. Se trata de un proceso metodológico ".que incluye simultáneamente la investigación científica, la formación y la acción
política, y que considera
el análisis crítico,
el diagnóstico de situaciones y la práctica
como fuentes de conocimiento, a la vez que permite
dar poder (empoderar) a las personas
de la sociedad
que participan activamente
en el proceso de investigación. El carácter de la IAP es dialógico
y reflexivo e implica hacer un retorno de la información con quienes se investiga y popularizar técnicas de investigación, lo cual implica reconocer que las personas con las que se investiga
también hacen investigación." (Montero, Maritza (2006) y
Fals-Borda (1978); cit.
por Flamtermesky,
2014, p. 392).
Esta metodología cualitativa se enfoca en la perspectiva de las mujeres,
como protagonistas reales de sus historias, valorando sus vivencias y su contacto con el funcionamiento del Sistema (PLANOVI), así como su enlace
cotidiano con la realidad. Requiere por tanto la apertura a la crítica
y la autocrítica del Sistema (PLANOVI) mismo. En este sentido plantea un cambio en la relación
de poder, al promover
la horizontalidad entre quienes investigan y quienes
son partícipes de la investigación, busca el empoderamiento, la comprensión de las formas en que las mujeres desarrollan estrategias de sobrevivencia, formas de resistencia, habilidades, fortalezas y conocimientos que ponen en marcha frente
a las diferentes manifestaciones de
violencia en sus vidas.
El registro de información continua, oportuna, pertinente y de calidad (datos de atención
en diversos ámbitos, programas, proyectos preventivos en marcha,
incidentes, delitos, capacitaciones, contactos para referencia
u otros), en un marco
de análisis de indicadores locales, regionales y nacionales generados en
las
instancias que forman parte del Sistema,
es indispensable para su funcionamiento como tal, requiriendo coordinación para implementar protocolos de actuación, compromisos técnicos y de articulación. Es decir, los registros de información de cada instancia, tienen que implementarse con una lógica de aporte
a los procesos
de cambio social.
La implementación de una metodología de investigación-acción participativa, paralela a los insumos
procedentes de los sistemas de información, posibilita trascender los datos informáticos, dar sentido, comprender y aprehender características de la violencia, formas de victimización y contexto
en que surgen los procesos,
potencializando el compromiso de las personas
e instancias involucradas (mujeres de las comunidades, usuarias de servicios, funcionarias y funcionarios en los proyectos), al ser partícipes
del análisis y la
construcción de las propuestas
que se revertirán sobre
su realidad.
La lectura de la realidad
local, regional
y nacional, dará la pauta para orientar la construcción de programas
y proyectos específicos, realimentando u orientándoles acerca de temáticas,
proyectos o áreas que deben ser cubiertas con
los proyectos preventivos y atencionales.
Los sistemas de información son fundamentales para la evaluación del PLANOVI,
debiendo incorporar indicadores básicos que permitan verificar el cumplimiento de las tareas o resultados, como parte de un proceso de seguimiento y análisis
del impacto que las acciones
realizadas están representando en la población. "El estímulo
a la cultura de registro e información, es una base indispensable para facilitar y promover
la investigación. A partir de datos de calidad y de la existencia de registros
sistemáticos, pueden surgir dilemas, disonancias o preguntas
relacionadas con la atención,
la detección de casos, que permitan
tener un panorama de distintas
dimensiones de las problemáticas. Las preguntas, llevan a hipótesis
y estimulan la investigación, mejoran la comprensión de las problemáticas y se replantean modelos de trabajo."
(INAMU, 2014).
4.4.5 Atención
integral.
El enfoque de atención integral es aquel que permite
orientar todas las respuestas inter-institucionales e inter-sectoriales para garantizar una atención que sean acordes
con la multiplicidad de necesidades y condiciones de las mujeres
en diferentes áreas y niveles, en sus diferentes etapas y garantizando la continuidad
de la atención hasta lograr satisfacer dichos requerimientos.
La visión de integralidad exige tener en cuenta todos los aspectos que nos constituyen
como personas (bio- médicos, psicológicos, sociales, medioambientales, entre otros), por lo que un correcto abordaje implica que en las planificaciones, acciones, seguimientos y regulaciones institucionales se tenga en cuenta esta integralidad, favoreciendo las coordinaciones necesarias en los diversos
niveles y sistemas,
lo que a su vez exige definiciones y ajustes metodológicos para cada intervención. Por tanto, toda intervención desde esta perspectiva
busca superar los abordajes aislados y fragmentados.
Con la atención integral, se busca sinergia en el quehacer institucional, evitando las derivaciones innecesarias y asegurando que la atención brindada sea lo
más
completa posible.
Para ello, es necesario
que se habiliten y consoliden mecanismos de referencia y contra-referencia articulados, ágiles y efectivos, que no solo respondan
a las necesidades de cada mujer, sino
también que eviten su re-victimización.47
47PLANOVI-Mujer 2010-2015. Pág. 85.
La visión integral de la atención también consiste en visualizar a las mujeres
en el centro de la atención
partiendo del reconocimiento del derecho
que tienen todas las mujeres de desarrollar y controlar
sus propios planes de
vida de acuerdo a sus
características personales y sus condiciones ambientales.
Por lo tanto, el objetivo
debe ser ofrecer en cada momento
la atención y apoyos que se requieren con la flexibilidad suficiente para adaptarse a los diferentes contextos en que se encuentran las mujeres, para reconocer
sus diversas
vulnerabilizaciones pero también
para, trascendiendo
la visión
tradicional de victimización e intervención exclusiva de las secuelas
de la violencia, procurar que la atención brindada permita
a las mujeres un
amplio bienestar físico, psíquico y
social.
4.5 Ejes
estructurales, objetivos y acciones estratégicas
4.5.1 EJE UNO:
Promoción de una cultura no machista
Este eje busca visibilizar y enfrentar la violencia simbólica como un elemento clave para impulsar cambios hacia
la
construcción de una cultura
no machista.
Para efectos de esta Política,
la violencia simbólica no se entiende
como "otro tipo de violencia" como la física, psicológica o económica, sino como un continuo de actitudes, gestos, patrones
de conducta y creencias, cuya visibilización permite comprender la existencia de la opresión
y subordinación, en este caso particular, de género.
Esta violencia, inmersa e imperceptible dentro la cultura machista, es el resorte que sostiene el maltrato
y lo perpetúa
y está presente en todas las demás formas
de violencia garantizando que sean efectivas e incuestionables.48 Es el broche
que amarra en el orden de lo simbólico todas las formas de violencia y discriminación hacia las mujeres.
De
ahí
su importancia como eje
estructural de esta política.
48Nuria Varela, (2013) Violencia simbólica. Recuperado de: http://nuriavarela.com/violencia-simbolica/ 2013). Citado por: Instituto Wem (2016) Documento de la consultoría sobre el tema de promoción de masculinidades positivas e igualitarias para la prevención de la violencia
contra las mujeres.
4.5.1.1
Conceptualización y contexto
Para efectos de esta política se entiende por violencia simbólica (recuperando los aportes de Pierre Bordieu49) el grupo de significados impuestos como válidos y legítimos
por la cultura patriarcal que parten de la supremacía y dominación masculina y que por tanto se encuentra en estrecha
relación con el poder y la autoridad.
Se trata
de un tipo de
violencia sostenida en las prácticas
culturales de
hombres y mujeres
que se presenta
en todos los espacios
de la vida social,
incluyendo el aparato estatal
y sus instituciones. Es un recurso que legitima socialmente la supervivencia de relaciones jerárquicas de poder que potencian lo considerado masculino y por tanto contribuye a reproducir las causales de la violencia machista hacia las mujeres. Una de sus características más negativas, es que permea, sin que sea perceptible, todo lo que nos rodea
y se reproduce tanto por hombres como por mujeres
de generación tras generación.
49Bourdieu, P. (2000). La dominación masculina.
Barcelona: Anagrama.
Para Bourdieu, la violencia
simbólica es ".es esa violencia que arranca sumisiones que ni siquiera se perciben como tales apoyándose en unas expectativas colectivas,
en unas creencias socialmente inculcadas" (Bourdieu, 1999c: 173). Según Fernández (2005, pp. 22-25), lo que Bourdieu
quiere es demostrar que las estructuras
de
dominación son «el producto
continuado (histórico, por tanto) de reproducción al que contribuyen unos agentes singulares (entre los que están los hombres, con unas armas como la violencia
física y la violencia simbólica) y unas instituciones: Familia, Iglesia, Escuela,
Estado».
Según Fernández, Bourdieu considera la violencia simbólica como el mejor ejemplo de la sumisión
paradójica:(Fernández, 2005, p. 22-25):
(.) la violencia simbólica, violencia amortiguada, insensible, e invisible
para sus propias víctimas, que se ejerce
esencialmente a través de los caminos puramente simbólicos de la comunicación y del conocimiento o, más exactamente del desconocimiento, del reconocimiento, en último término del sentimiento.
El orden masculino está tan profundamente enraizado en los cuerpos
y en las mentes, que no tiene necesidad de justificación; se impone por sí mismo como evidente,
universal, natural; tiende a ser admitido como
algo que cae de su peso en virtud del acuerdo
cuasi perfecto e inmediato
que se establece
entre, de un lado, las estructuras sociales tal como se expresan
en la organización social del espacio y del tiempo y en la división sexual del trabajo,
esto es, en las estructuras objetivas, y, del otro, las estructuras cognitivas inscritas en los cuerpos
y las mentes,
incorporadas en los habitus. Los dominados, en este caso las mujeres,
aplican a todo objeto del mundo natural y social, y en particular a la relación
de dominación en la que están atrapadas, así como
a las relaciones
personales a través de las cuales se realiza esta relación, unos esquemas mentales que son el producto de la asimilación de estas relaciones de poder y que les conducen a construir
esta relación desde el punto de vista de los dominantes, es decir, como natural (Bourdieu-Wacquant, 1992: 146; Bourdieu,
2000a: 49-53: en Fernández, 2005, pp. 22-25).
Los medios de comunicación (en su diversidad incluyendo la comunicación institucional y privada
y las redes sociales)
son extraordinarios aliados
de esta violencia
simbólica puesto que refuerzan el proceso de socialización de género reforzando el mismo tipo de valores y paisajes
sociales. Los contenidos de las noticias,
programas de ficción o de entretenimiento, reproducen aquello que la sociedad espera de mujeres
y hombres, formas de comportamiento deseadas y valoradas
y a la vez condena las rechazadas (Varela, Nuria, 2013)
incluyendo la naturalización, banalización y/o justificación de la violencia contra
las mujeres.
De acuerdo con Aguilar (Aguilar (2002), en Costa Rica la violencia
simbólica que se ejerce sobre el género
femenino es una práctica que
tiene las siguientes
características:
. Se reconoce y establece
como normal, natural o cotidiana moldeando la subjetividad y objetividad
genérica.
. Se manifiesta
a través de los signos y sentidos que se especifican de acuerdo con las
posiciones y las disposiciones entre los géneros.
. Aparece como una aplicación más de un sistema
de relaciones de sentido perfectamente independiente de las relaciones de
fuerza.
. Logra
determinar, a través de la socialización de género y de una práctica continua,
la subordinación de las mujeres, lo femenino y lo feminizante al dominio de los
hombres, lo masculino y lo masculinizante.
. Constituye una subordinación genérica que se
liga a otros órdenes socioculturales de subordinación.
. Impone y reproduce jerarquías, significados y
valores simbólicos que producen: invisibilización, discriminación,
minimización, negación, diferenciación, desvalorización, autoridad simbólica,
deslegitimación, coerción simbólica, dominación sexual, inferiorización y
principalmente subordinación simbólica.
Violencia mediática50
50Ley 26.485 Protección integral contra
la
Violencia. Argentina
(2009): "Violencia mediática contra
las mujeres: aquella
publicación o difusión
de mensajes e imágenes estereotipadas a través de cualquier medio masivo de comunicación que de manera directa o indirecta, promueva la explotación de mujeres o sus imágenes, injurie, difame, discrimine, deshonre, humille o atente
contra la dignidad de las mujeres, como así también la utilización de mujeres adolescentes y niñas en mensajes
e imágenes pornográficas, legitimando la desigualdad de trato o construya
patrones socioculturales reproductores de la desigualdad o generadores de violencia contra las mujeres." En CEPAL (2016):
Gherardi, N. Otras formas
de violencia contra las mujeres
que reconocer, nombrar y visibilizar. Santiago,
Serie Asuntos de Gènero,S.16-01170, p. 34
No existen en el país muchos estudios que crucen las variables:
medios de comunicación, género y VcM. En Costa Rica, el 25 de marzo de 2015 un
grupo de personas monitorearon la presencia de las mujeres en los espacios
noticiosos de radio, televisión y prensa escrita. Los medios monitoreados
fueron: Los canales de televisión 7, 6, 13, 14 y 42; las radioemisoras ADN,
Monumental, Santa Clara y Radio Universidad; los periódicos La Nación, La Teja,
Diario Extra y La República; los diarios digitales CR Hoy y Prensa Libre; y las
cuentas de TWITTER de Canal 9, Canal 11 y Canal 7. (GEMA, 2015). El informe
muestra los principales resultados a nivel nacional, en cifras:
. El mundo en que se informa la noticia es fundamentalmente
masculino.
. Las mujeres aparecen solo en el 26% de las
noticias, y los hombres en un 74%.
. En internet las mujeres aparecen en el 37% de
las noticias.
. Las mujeres fueron identificadas como voces expertas
apenas en un 25% de las noticias.
. La función principal de las mujeres fue
testigo ocular.
. Los sujetos de las noticias clasificadas como
niña, persona, joven, estudiante, escolar o "ninguna ocupación" son
mayoritariamente mujeres.
. Los sujetos clasificados como gobierno,
político, ministro eran mayoritariamente hombres.
. Los hombres aparecen como expertos o
comentaristas en los temas de política y gobierno en un 66% de los casos.
. Las mujeres aparecen como expertas o
comentaristas en las categorías de ama de casa, jefa de hogar y madre de
familia.
. Las personas fotografiadas por los medios
impresos son hombres en un 42% y mujeres en un 33%.
. Las imágenes de las mujeres tienen que ver
con su condición de víctima, o de objeto sexual para el disfrute de la mirada
masculina.
. Solo un 15% de
los medios de comunicación están incorporando el enfoque de equidad de género y
desigualdad para analizar los hechos de violencia.
En el segundo semestre del año 2016, el Consorcio La Maga, a solicitud
del INAMU, llevó a cabo una investigación titulada "Análisis de los discursos comunicacionales sobre la VcM". El periodo de análisis
se enfocó en los últimos tres años -2013, 2014, 2015 y primer semestre 2016- durante
los cuales se identificaron textos sobre violencia en contra la mujer, publicados por medios de comunicación, por instituciones religiosas, organizaciones de la sociedad
civil e instituciones públicas. Para llevar a cabo este trabajo
se analizaron textos obtenidos
bajo las palabras: machismo, machista, mujer, feminismo, agresión contra
las
mujeres, femicidio.
Entre las conclusiones de esta investigación se identificó una preocupante influencia de los enfoques tradicionales, familistas y religiosos, sobre la VcM y la igualdad
y una apuesta
a su erradicación desde la apelación a la buena voluntad de las personas
y no desde los derechos
humanos. El estudio reitera la importancia de examinar
los contenidos de los medios masivos, sobre todo de la televisión, cuya influencia es innegable y la difusión de las "verdades
televisivas" se convierten
en nociones incorporadas en el sentido común
de la ciudadanía que no
son cuestionadas y,
por el contrario, son
naturalizadas.
Igual de preocupante, es que no es visible la existencia
de algún tipo de regulación efectiva ni auto-regulación de parte de los medios de comunicación. El papel que juega la Oficina de Control
y Regulación de Espectáculos Públicos no se reconoce
en
este respecto.
La violencia simbólica en la publicidad
Existen varias investigaciones que apuntan a describir o explicar
el rol central que juega la publicidad en la generación y reproducción de la violencia
simbólica contra las mujeres.
La investigación realizada
por Quesada y Salas (2003) sobre "Las imágenes
de masculinidad y de feminidad
que la publicidad televisiva transmite a un grupo de jóvenes de 15 a 25 años", llega a la conclusio n de que -
aunque algunos estereotipos en las personas
jóvenes han sido superados
- hay otros que se mantienen, como la idea del hombre como proveedor
principal y la mujer como la responsable del hogar y de mantener su belleza.
La investigación realizada
por Salazar
(2007) sobre la "Imagen
corporal femenina y publicidad en revistas", demuestra que la mujer actual vive una problemática con respecto
a su imagen física, la cual se refleja
en una insatisfacción corporal generadora de trastornos alimenticios. Lo anterior es motivado, en alguna medida,
por las modelos de cuerpos delgados
que presentan los medios de
comunicación. Por ejemplo, en la Revista
Perfil, a manera de estrategia publicitaria, aparecen modelos delgadas como una técnica de persuasión
en los anuncios
de productos para embellecer.
La investigación realizada
por Villarreal (2009) sobre "Los arquetipos femeninos en la publicidad televisiva como parte de los procesos
de educación informal", comprueba la abundante
presencia, tanto de lo que Lagarde
denomina cautiverios femeninos (madre-esposa y puta) como de arquetipos masculinos (rey y amante) y la escasa presencia de arquetipos femeninos. También cuestiona la
función de la publicidad
en el mercado y su respectiva fuerza reguladora llamada competencia, puesto que ejerce una función de control
en del modelo económico como un medio con el que las grandes compañías tratan de controlar
la demanda en el
mercado.
La investigación realizada por Fonseca (2015) sobre
"Percepciones de un Grupo de Mujeres Adultas Mayores del Cantón Central de Limón sobre la Imagen que Transmite
la Publicidad Televisiva sobre las Mujeres: Un Análisis
desde los Derechos de las Mujeres",
encontró que las mujeres
se ven influenciadas principalmente a nivel afectivo
y cognitivo por la publicidad. Por otra parte, se consideran representadas por algunos de los estereotipos reproducidos en la publicidad, tanto de género, como etarios, sin embargo, rechazan aquellos asociados con la belleza
e imágenes sexualizadas. Asimismo, reconocen patrones de discriminación con base en el género,
etnia, grupo etario y condición
socioeconómica. Además, se identificó que las participantes desconocen derechos referentes a la imagen
de las mujeres.
Se concluye que existe
necesidad de una adecuada
representación de la imagen de las mujeres y en particular de las adultas mayores en la publicidad, para lo que se recomienda concientizar a las empresas
publicistas, promover sanciones a los productos que degraden la imagen de las mujeres
y lograr una más amplia
divulgación de los derechos,
leyes e instituciones encargadas de
velar por los derechos en general,
incluyendo los referentes a su
imagen.
En el contexto
del proyecto "Discriminación, violencia y sexismo en la
publicidad en Costa Rica:
Observando los medios
desde la perspectiva de género y los derechos de las mujeres"
del Centro de Investigación en Estudios
de la Mujer (CIEM) de la Universidad de Costa Rica (UCR) y la Comisión Costarricense de Cooperación con la UNESCO51, se construye un
documento sobre Retos, reflexiones
y recomendaciones para favorecer una cultura publicitaria respetuosa de los derechos
de las mujeres y de la igualdad
de género en Costa Rica, el cual plantea reflexiones y recomendaciones generales con relación
a políticas, acciones
y mecanismos que se consideran prioritarios desarrollar para favorecer en el país una cultura publicitaria respetuosa
de los derechos de
las
mujeres y de la igualdad
de género (Ordoñez Laclé, 2016)52.

51Existe el Observatorio de la Imagen de las Mujeres en la Publicidad; es un proyecto del Centro de Investigación en Estudios
de la Mujer (CIEM) de la Universidad de Costa Rica (UCR) y se realiza con el apoyo de la Comisión
Costarricense de Cooperación con la UNESCO
(Comisión UNESCO). Tiene como objetivo principal convertirse en una herramienta para promover una cultura publicitaria respetuosa de los derechos de las mujeres
y de la igualdad de género en Costa Rica.
52Para su construcción se contó con la
participación de diversas poblaciones, a través de entrevistas, reuniones y talleres
realizados con personas expertas nacionales e internacionales, personal de instituciones clave en la vigilancia de los derechos
de las mujeres, estudiantes jóvenes que
forman parte de la audiencia
de los medios de comunicación, estudiantes de la escuela de comunicación de la UCR y representantes de organizaciones de mujeres.
En el Informe
2016-Análisis de quejas ciudadanas producido por este Observatorio53 se
analizan 94 quejas recibidas durante el periodo. Entre los criterios
identificados por la ciudadanía para justifica su queja se encuentran los
siguientes:
53CIEM/UCR 2017: Informe 2016-Análisis de quejas ciudadanas. Observatorio de la Imagen de las Mujeres
en la publicidad. p. 4
. Estereotipos
sobre los roles de las mujeres en la familia y el ámbito doméstico
. Estereotipos
en relación a los deseos, características y necesidades de las mujeres
. Estereotipos
sobre los roles y capacidades de las mujeres en el ámbito social, laboral y/o
político
. Encubre formas
más sutiles y aceptadas de machismo (micromachismos)
. Coloca a las
mujeres en una posición de subordinación o dependencia respecto de los hombres
. Refuerza
diversas formas de discriminación y desigualdad contra las mujeres
. Presenta como
natural o "normal" cualquier manifestación de VcM
. Plantea
modelos estéticos y de belleza estereotipados para las mujeres
. Utiliza
lenguaje sexista-excluyente
. Utiliza una
sexualización excesiva de las mujeres y/o cosifica su cuerpo.
El informe realiza también un análisis
detallado de algunas piezas de publicidad
y hace recomendaciones
de
mejora.
Si bien es cierto que una publicidad responsable puede ejercer una influencia positiva en la percepción por parte de la sociedad
de cuestiones como «imagen corporal», «roles de género»
y «normalidad»; y, además,
puede ser un valioso
instrumento para cuestionar y enfrentarse a los estereotipos (Parlamento Europeo, 2008),
múltiples antecedentes y el monitoreo efectuado en el marco del proyecto por Ordóñez, Arroyo, Majlaton y Jiménez,
en Costa Rica, en el año 2015, permiten documentar que esta industria
sigue haciendo uso de
prácticas, estrategias y contenidos poco favorables (Ordoñez Laclé, 2016,
p. 6).
Lo anterior coincide con los resultados de la EMPEDEMU
(INAMU, 2008): un 76,8% de las mujeres y hombres
que participaron consideraron que, en Costa Rica, la publicidad presenta a la mujer como símbolo de consumo, un 73% que esta refuerza roles y estereotipos de hombres y mujeres
en la sociedad
y un 69,1 % que presenta a las mujeres como incapaces
de controlar sus emociones
y a los hombres como incapaces de controlar su agresividad.
4.5.1.2 Orientación
estratégica del eje.
Una premisa fundamental para esta política
es
que la cultura está en permanente construcción, razón por la cual es posible promover
procesos de cambio que, con una lectura crítica de la estructura patriarcal y sus nocivos
efectos tanto para hombres
como para mujeres, permite
retomar y orientar acciones
que recuperen la capacidad
de reflexibilidad social.
Así, las apuestas prioritarias hacia la promoción de una cultura
no machista buscan que en las diversas
poblaciones meta se desarrollen nuevas formas de representación, se potencien
capacidades críticas de la realidad
y se recuperen valores centrados
en la ética de solidaridad, de igualdad,
de respeto y defensa
de los derechos
humanos a fin de ir abonando al desmantelamiento las estructuras de desigualdad, violencia y exclusión. Desmontar la cultura machista, implica también de- construir
la idea de que las mujeres
son objeto y propiedad de los hombres.
Se considera como ámbito de primer orden y de atención
prioritaria el proceso
de elaboración y difusión del discurso
de los medios de comunicación
y publicidad. Forma parte
de este
proceso la regulación del uso
de la imagen de las mujeres
y la reproducción de prejuicios
y estereotipos de género en todos los espacios de comunicación incluyendo los virtuales. Las respuestas incluyen también medidas que buscan contribuir a un proceso
de reflexión y de construcción de formas
alternativas de comunicación social para el cambio cultural
esperado.
También contempla la promoción de una cultura
para la igualdad entre hombres y mujeres
problematizando sobre los procesos
de construcción de las identidades de género
y sus efectos
limitantes en el desarrollo pleno de las potencialidades humanas. Son considerados como estratégicos en esta política, la educación y la información en espacios
de socialización primaria
tales como las escuelas formales y no formales
y las comunidades orientados a consolidar prácticas saludables de convivencia y promoción de redes de agentes
de cambio social
en particular adolescentes y jóvenes.
4.5.1.3
Objetivos y acciones estratégicas
Objetivo estratégico
Propiciar en la población de Costa Rica percepciones no estereotipadas de las mujeres
y los hombres
basadas en principios de igualdad,
relaciones igualitarias, respeto al cuerpo de las mujeres, dignidad
y reconocimiento y valoración
de las diferencias.
Indicador.
Aumento del porcentaje de población con percepciones no estereotipadas sobre mujeres y hombres basadas en principios de no violencia, igualdad, relaciones igualitarias, respeto al cuerpo de las mujeres,
dignidad y reconocimiento y valoración de las diferencias en la población
con respecto a la
línea base 2017.
Meta:
10% cuatrienal
Acciones
estratégicas
|
Indicadores
|
Metas
|
Ejecución de estudios de percepción, incluyendo encuestas nacionales de población, sobre Percepciones acerca de la Violencia contra las Mujeres.
|
Porcentaje de personas que perciben la violencia de acuerdo con las opciones planteadas como adecuadas en los estudios
y encuestas.
Cantidad de encuestas o estudios para actualización
de la línea base.
|
100%
2
|
Ejecución de acciones de comunicación social y de formación, especialmente con personas menores de edad, para potenciar factores protectores frente a la violencia contra las mujeres mediante el desarrollo de las siguientes competencias:
-mirada crítica de la realidad respecto a las relaciones de poder entre hombres y mujeres
y las desigualdades,
|
Número de estrategias de comunicación social ejecutadas durante el período, dirigidas a las poblaciones meta de esta política, especialmente personas menores de edad y jóvenes
que incluyen la promoción de factores protectores frente a la Violencia contra las Mujeres.
Número de personas que recibieron servicios de formación para la promoción de factores protectores frente a la Violencia contra las Mujeres desagregados por sexo y edad, durante el período.
|
22
(Al menos 1 estrategia por institución)
1.000.000
|
Acciones estratégicas
|
Indicadores
|
Metas
|
-mirada crítica frente a prejuicios y estereotipos basados en el género
margin-right:5.05pt;
margin-bottom:0cm;margin-left:5.1pt;margin-bottom:.0001pt;text-indent:0cm;
mso-list:l23 level1 lfo50;tab-stops:13.2pt;punctuation-wrap:simple;
mso-line-break-override:restrictions'>-
el falso amor romántico como factor
de riesgo
- compromiso activo con el cambio personal y social
para prevenir la violencia contra las mujeres,
-reconocimiento, respeto y valoración
de las diferencias,
-cuidado mutuo,
- empatía,
-solidaridad y sororidad,
-autocuidado,
-inclusión,
-capacidad para el diálogo y negociación,
-manejo y expresión de emociones,
-ejercicio de sexualidades afectivas, placenteras, seguras y en co-responsabilidad.
|
|
|
Regulación y control del uso de imágenes y tratamiento de contenidos comunicacionales sexistas y machistas
(publicitarios, noticiosos, formativos, en espectáculos públicos, en medios
de difusión masiva, en redes
sociales y de comunicación
institucional)
para promover una ética para la igualdad entre mujeres y hombres.
|
Cantidad anual
de denuncias recibidas sobre contenidos comunicacionales sexistas y machistas a partir de la línea
base 2017.
Porcentaje anual de sanciones emitidas sobre comunicaciones contenidos sexistas y machistas con respecto al total de denuncias.
Número anual de iniciativas comunicacionales públicas y privadas que promueven una ética para la igualdad entre mujeres y hombres.
Número de propuestas de reformas legislativas sobre
control de espectáculos públicos, propaganda, publicidad sexista presentadas a la Asamblea
Legislativa durante
el período.
|
50
30%
75
1 reforma
al
Decreto Ejecutivo Control
de Propaganda.
1
reforma a la Ley de Control y
Regulación
de Espectáculos
Públicos.
|
4.5.2 EJE DOS:
Promoción de masculinidades para la igualdad y la no violencia.54
54La construcción teórico-conceptual de este eje se basa en los resultados de la consultoría contratada ad hoc por INAMU al Instituto WEM de masculinidades:
INAMU / INSTITUTO
WEM (2016). Documento de Consultoría: Promoción de Masculinidades Positivas e Igualitarias para la Prevención de la Violencia
contra las Mujeres.
El eje de promoción de masculinidades para la igualdad y la no violencia
busca orientar la acción hacia un cambio basado en el fomento de masculinidades no hegemónicas de modo tal que sea posible re-configurar identidades y cuestionar la legitimidad del patriarcado que perpetúa la posición dominante de los hombres
y la subordinación de las mujeres,
así como la dominación de los hombres sobre la naturaleza y otras personas.
En este sentido,
se pretende hacer posible
un proceso de cambio basado
en el compromiso y participación activa y consciente de los hombres
en lo individual y lo colectivo.
Esta política asume como necesario ofrecer a las nuevas generaciones otras formas de masculinidad. Es un trabajo orientado a potenciar
en la población
masculina, en especial
en niños y adolescentes, capacidades para establecer relaciones humanas basadas en la igualdad,
el respeto, la convivencia pacífica y la corresponsabilidad social, todo
ello con el fin de prevenir la
violencia contra las mujeres.
4.5.2.1
Conceptualización y contexto
Se entenderá en esta Política
como masculinidades positivas
e igualitarias a los procesos de deconstrucción de la masculinidad hegemónica patriarcal y machista,
que lleva a los hombres
a revisarse, cuestionarse, reconocer cómo se han reproducido estos patrones en su vida y hacerse
cargo de las consecuencias que estas formas de relación
han generado, con las otras personas,
con las mujeres y consigo mismos. Esta categoría
parte del hecho que es posible construir
otras formas de vivir la masculinidad y el ser hombres, teniendo como ejes centrales la participación e involucramiento de los hombres por la erradicación de las bases del patriarcado, sus relaciones de poder y dominación y sus instituciones ideológicas. Además,
los principios de igualdad
de género, erradicación y prevención de todas las formas
de violencia, de la homofobia y en especial
de la Violencia contra
las mujeres guían todo
el accionar.
Los hombres construyen su masculinidad, es decir, aprenden a comportarse como tales, de acuerdo
con el lugar y momento histórico en el que viven. La masculinidad hegemónica está asociada directamente con el patriarcado como lógica de relación
y de comprensión del mundo, donde el varón es más valorado socialmente y goza de privilegios. Actualmente existen estudios sobre masculinidades y género y activistas varones que cuestionan los roles estereotipados de género,
proponen relaciones cooperativas e igualitarias entre varones, mujeres y otras identidades sexuales, y promueven
la lucha contra la violencia basada en género"55
55Cecilia Rocha, (2014) Políticas públicas, masculinidades y género: la experiencia de la Intendencia de Montevideo (2006-2014) Montevideo: Intendencia de Montevideo, pags, 127-128
La construcción de la masculinidad hegemónica se fundamenta en la desigualdad y en la negación y desvalorización hacia las mujeres y hacia lo femenino.
Se llega a ser hombre a partir de una actuación, en donde lo fundamental es demostrar que no se es mujer, la lucha incansable es diferenciarse e imponerse
sobre la otredad,
lo femenino. Esto incluye a los cuerpos
de las "mujeres
biológicas" así como a las expresiones, deseos y prácticas leídas como femeninas en
otros hombres.56
56Antonio García García (2010) ¿LAS TRANSFORMACIONES DE LA MASCULINIDAD?: MODELOS DE VIRILIDAD ESPAÑOLES (1960- 2000) Recuperado de:
http://www.cime2011.org/home/panel6/cime2011_P6_AAGarcia.pdf (Madrid)
Los estudios sobre masculinidades (Men
studies) llegan a tres conclusiones esenciales:
. La
masculinidad es una construcción social, aprendida y transmitida en el proceso
de socialización.
.La masculinidad
hegemónica es depredadora, viola derechos humanos, destruye al planeta y el
paradigma por excelencia de la violencia que ejerce es la violencia contra las
mujeres. Y en su ejercicio, hace daño a todo el entorno: a las mujeres, niños,
niñas, adolescentes, otros hombres, la naturaleza.
.La masculinidad
se construye al hacer valer la identidad masculina es, ante todo, convencerse y
convencer a los demás de tres cosas: que no se es un niño que depende de su
madre, que no se es homosexual y, principalmente, que no se es mujer.
Para el caso de Costa Rica, el diagnóstico realizado por el Instituto
WEM a solicitud
del INAMU arroja las siguientes conclusiones generales:
. Modelo de masculinidad predominante en la
sociedad costarricense: un modelo hegemónico caracterizado por sexismo,
homofobia, y dentro del espectro del machismo (machismo, neomachismo,
micromachismos), en todos los grupos etarios de hombres.
. Los hombres aparecen como perpetradores
de la mayoría de situaciones de violencia en el país, en más del 90% de los
casos: violencia contra las mujeres (incluida la violencia sexual, la
explotación sexual comercial, el femicidio y
la violencia simbólica), medidas de protección, violencia entre hombres,
accidentes de tránsito, violencia contra el medio ambiente y los animales y
violencia contra sí mismos.
. Vivencia de una sexualidad caracterizada
por mitos, desinformación, poco erotismo y afectividad, con una erótica
focalizada en el coito y en la genitalidad, con poco cuido y prevención en la
salud sexual reproductiva y prevención de ITS en la mayoría de los hombres
costarricenses.
. Respecto a la paternidad, en los últimos
años los hombres han ido adquiriendo una paternidad más involucrada y menos
centrada en el rol de proveedor. Sin embargo, aún existe un modelo de
paternidad caracterizado por una pobre presencia de los padres en las labores
de cuido cotidiano, en la corresponsabilidad social del cuido y el trabajo
doméstico. Además, no se ha logrado promocionar un modelo de paternidad que
integre el principio del interés superior de las personas menores de edad hijos
e hijas, los derechos de los padres para compartir con sus hijos e hijas y el principio
de prevención de la violencia contra las mujeres. Esto hace que existan grupos
neomachistas que, en nombre del bienestar superior de los hijos e hijas,
promueven la violencia hacia las mujeres.
. De manera incipiente
existen en el país modelos emergentes y subalternos de masculinidades que se
oponen al modelo patriarcal hegemónico. Hombres jóvenes y adultos que han
revisado su masculinidad, que están decodificando los modelos tradicionales y
que están construyendo modelos basados en la igualdad. Sin embargo, estos
modelos no tienen aún la hegemonía ni el poder para convertirse en modelos
alternativos a nivel social. Hay algunas acciones que se llevan a cabo en el
país para trabajar con hombres la prevención de la violencia hacia las mujeres,
la homofobia y la construcción de masculinidades positivas e igualitarias,
tanto en instituciones públicas57, gobiernos locales, centros
educativos y organizaciones no gubernamentales, grupos de crecimiento personal para
hombres. Costa Rica ha tenido participación en eventos internacionales en donde
ha presentado experiencias exitosas y modelos de trabajo con hombres, que han
sido valorados en otros países como metodología a replicar. Desde hace varios
años, también existe una línea de apoyo para hombres en situaciones de crisis;
una iniciativa privada del Instituto WEM que busca contribuir a la
prevención de la
violencia. Sin embargo,
el alcance y
cobertura de estos
programas y el financiamiento disponible es limitado,
así como los procesos de evaluación de resultados e impacto
de los mismos.
57En este sentido debe mencionarse que el Plan Nacional de Prevención de Violencia
y Promoción de la Paz Social 2015-2018: "Articulando
el diálogo de la Costa Rica Bicentenaria", bajo la responsabilidad del Viceministerio de Paz, sustentado en los enfoques de género y juventud,
plantea una línea estratégica dirigida a ".la construcción de nuevas masculinidades y feminidades, representanto uno de los principales desafíos en materia de prevención de la violencia
en todas sus formas -especialmente de la violencia cultural- en Costa Rica" (2016, p. 12).
. El país cuenta
con muchas políticas públicas y programas que se refieren en sus ejes estratégicos
a la necesidad de la prevención de la violencia desde lo local comunitario, y
con programas que trabajan prevención de la violencia en el noviazgo en el
contexto educativo. Sin embargo, se dirigen por igual a hombres y a mujeres, y
algunos tienen como resultado poca participación masculina en los mismos.
Se hace oportuno indicar que la masculinidad no es lo mismo que violencia; pero, es claro que la socialización masculina acerca a los hombres
a ella. El hacerse hombre comprende el aprender
los códigos, las manifestaciones y los componentes de una vinculación con el mundo
que está atravesada
por
la violencia, la descalificación de otros y la desvalorización de lo femenino
como requisitos fundamentales. Las cosas, dadas ciertas
condiciones, se deberán resolver "como lo hacen los hombres":
sin mucho rodeo, de manera
contundente por lo
que, si así es
exigido, mediante recursos
violentos.58
58José Manuel Salas (2014) Masculinidad y violencia. (Costa Rica, I. WEM,)
Tal y como lo exponen Gary Barker y Francisco
Aguayo (2011)59 los hombres participan más como perpetradores en todas las formas de violencia: social, institucional, doméstica. Autores como Vylder (2005)60 estiman que el 90% de los hechos de violencia
son cometidos por hombres.
De este modo ser hombre aparece como un factor de riesgo de ejercicio de violencia
(de Keijzer,1997)61, la cual es dirigida hacia niñas, niños, mujeres, subordinados en el trabajo, pares en la escuela,
otros hombres en la calle, en contexto de otros delitos,
etc.
59Gary Barker y Francisco Aguayo, (2011) Masculinidades y políticas de equidad de género.
Reflexiones a partir
de la encuesta
IMAGES
PROMUNDO: Río de Janeiro.
60Stefan de VyLder (2005) Los Costos de la Violencia
Masculina. Agencia
Sueca para el Desarrollo Internacional, Asdi.
61Benno de Keijzer (1997) El varón como factor de riesgo, Masculinidad, salud mental y salud reproductiva. En E. TUÑÓN (coord.),
Género y salud en el sureste de México. (México: UJAT/ECOSUR).
Por otra parte, cabe señalar
que más del 80% de las agresiones más violentas y mortales
de hombres a mujeres son
producidas por hombres de
sus
vínculos cercanos (Larraín,
2008).
También, la masculinidad patriarcal violenta se ha convertido en una masculinidad depredadora, tóxica, como le llama Sinay62 con
efectos nocivos para la sociedad. Las mujeres
han sido el principal blanco de esta dominación violenta. La naturaleza, los animales, las personas que no tienen poder social y hasta los mismos
hombres.
62Sergio Sinay (2009)
La masculinidad tóxica (Buenos
Aires: Ediciones B Grupo)
Michael
Kaufman63 plantea que los hombres
viven una experiencia contradictoria
de poder. El patriarcado les ha asignado un poder sobre el mundo para dominarlo, pero a la vez carecen
de poder para conocer
su mundo interno emocional. Es necesario que los hombres concretos que ejercen violencia se responsabilicen de la misma y de sus consecuencias legales, psicosociales y hasta económicas. Pero también
es necesario reconocer, no para justificar las acciones machistas o violentas, sino para hacer visible que el "enemigo"
es el patriarcado, que las relaciones de poder también
causan daño en los hombres,
al no poder reconocer muchas emociones, al tener una pobre intimidad. Tal vez una de las consecuencias más importantes tiene que ver con un conjunto
de características rígidas
y estereotipadas de la masculinidad que hacen ver y asumir
al hombre solamente de cierta
manera y no de otra. Al darse esta visión y esta vivencia se le restan las opciones
de desarrollar muchas
otras características o virtudes,
simplemente porque no están prescritas para
su género. Muchas de estas demandas lo
llevan a olvidarse de sí, o
a reparar en sí mismo sobre
todo en aspectos
que atentan contra
la solidaridad y el
bienestar suyo y del prójimo.

63Michael Kaufman, Men, Feminism, and Men's Contradictory Experiences of Power,
en Harry Brod y Michael Kaufman(ed), Theorizing Masculinities (Estados Unidos: Thousand Oaks, Sage Publications, 1994)
4.5.2.2
Orientación estratégica del eje
El trabajo con las masculinidades oscila entre escenarios
diversos: con
los hombres y con las mujeres;
desde la sociedad
civil y desde el Estado. Con los hombres,
en una revisión "hacia adentro", "hacia su subjetividad", hacia la revisión crítica de su construcción identitaria como persona, como género y como grupo social.
Una revisión que está atravesada por otras variables
de la dinámica
social: clase, región geográfica, vivencia de la sexualidad, ocupación, edad, etnia, nacionalidad y grupo cultural.
Y también una revisión "hacia afuera", hacia las formas de interacción y vinculación con "los otros significativos": las mujeres, los otros hombres y como
diría Boff (2002)64 - con nuestra
casa común, el planeta.
64Leonardo Boff, El cuidado esencial.
Etica por lo humano, compasión por la tierra (Madrid: Editorial Trotta, 2002)
El trabajo con las masculinidades debe por tanto apuntar a una transformación cultural y social, un cambio
en los significados y en el universo
simbólico de las mentalidades colectivas que conlleve a generar
nuevas formas de relación
de los hombres
consigo mismos, con otros hombres,
con las mujeres y con el planeta en general. Para ello, se requieren
acciones entrelazadas en múltiples
escenarios. Uno de ellos es el trabajo concreto con los hombres,
con los grupos
de hombres, para la revisión
de la subjetividad y sus prácticas
cotidianas. Este proceso de educación, de re/educación y decodificación de las masculinidades hegemónicas con los hombres
es un proceso integral, pues revisa formas de pensar, maneras
de vivir las emociones, experiencias biográficas, formas de interacción y construcción de vínculos
afectivos y manejo del poder en la
vida cotidiana.
Además de una revisión personal y colectiva,
el trabajo
de las masculinidades constituye un
trabajo político, ya que lleva a desmontar
las relaciones de poder patriarcales. También oscila entre dos configuraciones que deben articularse. Por un lado, desmontar aquellos elementos de la identidad
masculina hegemónica que propician la violencia hacia las mujeres; y por otro, facilitar
que se instalen
en las identidades masculinas los valores,
los principios, las conductas, los significados, propios de masculinidades que respetan derechos humanos,
que desarrollan los principios del cuido
esencial y la corresponsabilidad social.
(Boff, 2002)
La renuncia a los privilegios patriarcales no es tarea fácil. Sin embargo,
este trabajo puede deparar
en hombres más sensibles, más comprometidos, asumiendo la paternidad en forma responsable, más amigables con el entorno. lo que, en su conjunto, es de mayor beneficio para ellos y para todo su entorno, social y natural.
El cuidado esencial es una categoría
creada por Boff (2002) para designar una ética diferente
a la patriarcal. Consiste en el cuido en todos los niveles, desde el cuido ecológico, el
planeta, hasta el cuido
de las
relaciones interpersonales en donde la recuperación de la ternura
es de vital importancia. La ética social del cuido es una tarea
fundamental que los hombres deben
aprender desde la primera infancia.
El trabajo de las masculinidades requiere también de alianzas
y sinergias con otros actores
y escenarios sociales
y políticos. Para que el trabajo
con las masculinidades no se quede únicamente en el escenario de la decodificación de la subjetividad (trabajo fundamental, necesario, pero no suficiente) es necesario
trascender al tema de las alianzas,
al tema de la prevención y el de la incidencia a través de programas y políticas
públicas.
Las acciones consideradas en este Eje incluyen
una oferta de servicios educativos formales y no formales
a nivel nacional
y comunitario que visibilicen todas las formas
de violencia machista, incluyendo la
simbólica, y que orienten
la adquisición de herramientas prácticas de vida en niños, adolescentes y jóvenes
para el manejo del control y el
poder.
En el marco de este eje, la
institucionalidad costarricense y otros sectores
estratégicos se organizarían para potenciar el desarrollo de pensamientos, actitudes y prácticas
que se saben medulares
para la prevención de la violencia
contra las mujeres. Se consideran en este sentido,
la participación activa en la crianza,
cuido y desarrollo del vínculo afectivo
con los hijos e hijas, el ejercicio responsable y respetuoso de la sexualidad y el manejo del
poder y del control en todos los espacios
vitales.
4.5.2.3
Objetivos y acciones estratégicas
Objetivo estratégico:
Impulsar en niños, hombres adolescentes y hombres
jóvenes, el desarrollo de competencias para el ejercicio
de masculinidades para
la
igualdad y la no violencia hacia
las
mujeres en cantones priorizados.
Indicador:
Porcentaje de cantones priorizados en los cuales los hombres
recibieron servicios para el desarrollo
de competencias para el ejercicio de masculinidades para la igualdad y la no violencia
hacia las mujeres desagregados por
edad.
Meta: 50%
Acción estratégica
|
Indicadores
|
Metas
|
Formación de competencias en hombres
niños, adolescentes y jóvenes
(usuarios externos) y en el personal masculino de las instituciones (usuarios internos) para
la erradicación del poder de dominio y del
control machista.
|
Porcentaje de programas de educación formal primaria
que integran la
formación de competencias para la erradicación del poder de dominio
y control machista durante el período
Número de niños y hombres
adolescentes y jóvenes
que se benefician de las acciones de formación de competencias para la erradicación del poder de dominio y del control machista, según
cantón y edad durante el período
Porcentaje del personal masculino de las instituciones del sector
público que se benefician de las acciones de formación de competencias para la erradicación del poder de dominio y del control
machista durante
el cuatrienio.
Número instituciones públicas que cuentan con políticas,
programas o planes, que incluyen formación de competencias para la erradicación del poder de dominio y del control
machista en el
período.
|
40%
Niños=1.000.000
Adolescentes=1.000
.000
Jóvenes= 750.000
50%
18
|
Formación de competencias en niños y adolescentes y jóvenes
(usuarios externos) y
en
|
Porcentaje de programas de educación formal primaria que integran la formación de
|
40%
|
Acción estratégica
|
Indicadores
|
Metas
|
personal masculino de las instituciones (usuarios internos) para el ejercicio de paternidades afectivas, involucradas en el cuido y en la co-responsabilidad, brindando modelos de masculinidad no machista
y libre de violencia.
|
competencias para el ejercicio de paternidades afectivas, involucradas durante el período
Número de niños y hombres
adolescentes y jóvenes
que se benefician de las acciones de formación de competencias para el ejercicio de estas
paternidades, según cantón
y edad.
Porcentaje del personal masculino de las instituciones del sector
público que se benefician de las acciones de formación de competencias para
el ejercicio de paternidades afectivas.
Número instituciones públicas que cuentan con políticas,
programas, planes, proyectos
u acciones que incluyen formación de competencias para el ejercicio de estas paternidades.
|
Niños=1.000.000
Adolescentes=1.000
.000
Jóvenes= 750.000
50%
18
|
Formación de competencias en niños y hombres
adolescentes y jóvenes
(usuarios externos) y en personal masculino de las instituciones (usuarios internos) para el ejercicio de una sexualidad integral, informada, placentera y en corresponsabilidad como factor protector frente a la violencia contra las mujeres.
|
Porcentaje de programas de educación formal primaria
que integran la
formación de competencias para el ejercicio de paternidades afectivas, involucradas durante el período
Número de niños y hombres
adolescentes y jóvenes
que se benefician de las acciones de formación de competencias para el ejercicio de una sexualidad
integral, según cantón y edad.
Porcentaje del personal masculino de las instituciones del sector
público que se benefician de las acciones de formación de competencias para
para el ejercicio de una sexualidad integral.
Número de instituciones públicas que cuentan con políticas, programas, planes, proyectos u acciones que incluyen formación de competencias para el ejercicio de una sexualidad integral.
|
40%
Niños=1.000.000
Adolescentes=1.000
.000
Jóvenes= 750.000
50%
18
|
4.5.3 EJE TRES:
Articulación de iniciativas de desarrollo social para desvincular pobreza
multi-dimensional, exclusión y violencia contra las mujeres.
Este eje busca articular las alianzas y estrategias entre políticas y programas
públicos nacionales para el direccionamiento y la reorganización de la inversión
estatal para posibilitar la autonomía económica de las mujeres como una manera de protegerse de la violencia
o como una alternativa para salir de esta y, particularmente, para contribuir a romper la
trasmisión intergeneracional de la
pobreza y de la VcM.65
65El Índice de Pobreza Multidimensional (IPM)
identifica múltiples carencias a nivel de los hogares y las personas en los
ámbitos de la salud, la educación y el nivel de vida. Utiliza micro-datos de
encuestas de hogares, y, al contrario que el Índice de Desarrollo Humano
ajustado por la Desigualdad, todos los indicadores necesarios para calcularlo
deben extraerse de la misma encuesta. Cada miembro de una familia es
clasificado como pobre o no pobre en función del número de carencias que
experimente su hogar. Estos datos se agregan (por ejemplo a nivel nacional)
para conformar el indicador de la pobreza multidimensional. El IPM refleja
tanto la prevalencia de las carencias multidimensionales como su intensidad, es
decir, cuántas carencias sufren las personas al mismo tiempo. El IPM ofrece un
valioso complemento a las herramientas de medición de la pobreza basadas en los
ingresos. Recuperado de: http://hdr.undp.org/es/content
Para la gran mayoría de las mujeres,
la pobreza hace que les resulte más difícil encontrar la manera de escapar
de relaciones abusivas.
Si bien la independencia económica no las protege frente a la violencia, el acceso a recursos económicos puede aumentar sus posibilidades de hacer elecciones y obtener
resultados más positivos. Una mujer que es económicamente dependiente de su pareja puede no ver viabilidad de mantenerse y mantener
a sus hijos e hijas. Una niña que queda embarazada como consecuencia de una violación puede verse excluida del colegio, lo cual disminuirá sus posibilidades de encontrar
empleo y asegurarse
un futuro independiente.66
66Amnistía Internacional (2009). La Trampa del Género. Mujeres, Violencia y Pobreza,
ENCO: Madrid, España
4.5.3.1
Conceptualización y contexto
La pobreza puede ser entendida como el resultado
de un proceso
social y económico, con componentes culturales y políticos, en el cual las personas y los lugares se encuentran privados de recursos para cubrir necesidades básicas, activos y oportunidades esenciales, lo que le brinda un carácter multidimensional. (Cepal,
citado por Ayala, 2015).
La pobreza debe ser asumida, comprendida y abordada como el fenómeno
multidimensional que es, y que responde
a la interconexión de distintos factores que
confluyen en ella. Cuando
se intersecan
la pobreza y el género se hace evidente lo que se conoce como la feminización de la pobreza, la cual es el resultado
de la marginación, la subordinación y la desigualdad de oportunidades que han experimentado históricamente las mujeres.
(Programa Creciendo Juntas, 2002).
La feminización de la pobreza se expresa
en la mayor representación de las mujeres
entre las personas pobres, en las características que toma esta problemática en ellas, el lapso en el que permanecen en esta condición, la afectación en la calidad de su propia
vida y la de sus familias, así como los obstáculos que enfrentan para superarla, sin dejar de lado el papel del Estado en esto, ya que dicha superación no es una responsabilidad
de carácter individual.
De acuerdo con UNICEF (UNICEF 2010):
. se viene
produciendo una pauta preocupante en el desarrollo social de la región: una clara
tendencia a la feminización e infantilización de la pobreza medida por
ingresos. Precisamente, en América Latina y el Caribe una porción significativa
de los niños, niñas y adolescentes enfrenta adversidades que los perjudican de
forma directa en esta etapa del ciclo vital, que luego siguen teniendo
repercusiones negativas en el resto de su vida y se transmiten a las
generaciones siguientes. Estas adversidades se relacionan con las condiciones
materiales de vida, con el acceso desigual a servicios públicos y privados de
distinta naturaleza, con los apoyos y estímulos provenientes de las agencias de
protección, socialización y formación y con su exposición a riesgos, entre los
que destacan la violencia y el abuso. la falta de autonomía económica y la consecuente
mayor vulnerabilidad de las mujeres dependientes ante choques externos o
cambios en la estructura familiar.(hace que) los hogares pobres con jefatura
femenina y con niños dependientes aparezcan como especialmente vulnerables a la
pobreza y con mayores obstáculos para superarla.67
67Recuperado de: https://www.unicef.org/honduras/Pobreza_infantil_America_Latina_Caribe_2010.pdf
Un estudio publicado
por
INAMU en el año 2016
sobre las mujeres
participantes en el
Programa Avanzamos Mujeres
2015 ayuda a perfilar
este panorama de exclusión y violencia
que caracteriza a una parte importante
de la población femenina del país.
De un universo total de 3242 mujeres
participantes en el programa en el año 2015 se recoge información de 3223. Llama la atención de manera particular
que más de un 60% de estas mujeres son jóvenes y madres adolescentes. Los datos de
interés son los siguientes:
. el 64.7% son
mujeres jóvenes entre los 13 y 37 años
. el 78.2% posee
jefatura de hogar;
. el 31% no
tiene ninguna protección de la seguridad social
. 6.3 años es el
promedio de escolaridad, aunque solo el 9.5% ha concluido la educación secundaria.
Solo un 25% estudiaba al momento del estudio y de quienes no lo hacía el 31%
refería a responsabilidades de cuido y el 26.3% por razones económicas.
. el 72% de las
mujeres reportan alguna forma de violencia psicológica y 58% violencia física; 43%
violencia sexual y 28% violencia patrimonial.
. el 53.1%
refirió tener menos de 18 años al momento del primer embarazo y de ellas un
10.3% entre 12 y 15 años y 0.3% menos de 12 años. De ellas el 41% no estudiaba
ni trabajaba fuera del hogar.
. el 28% vienen
en condiciones de inseguridad alimentaria severa: con hambre. 1
. el 9.8%
presenta alguna discapacidad
. el 31% no
tiene ninguna protección de la seguridad social
Esta información
evidencia la relación perversa entre pobreza, exclusión y violencia que se
alimenta y realimenta entre sí, atrapando a muchas mujeres y posibilitando la
continuidad de la exclusión entre generaciones. Pone de manifiesto también el
éxito limitado de las políticas de desarrollo social y contra la VCM que, al
estar desarticuladas, ser fragmentadas y no tener continuidad en el tiempo, no
permiten que los recursos invertidos se potencien para romper este círculo
vicioso.
De manera coincidente con estos datos, el
Estado de la Nación (2015),68 en su
última entrega, señaló que un importante porcentaje de las personas
jóvenes que no estudian ni trabajan, está constituido por mujeres jóvenes
con responsabilidades (23%) quienes reúnen
una
serie de condiciones que las
vulnerabilizan significativamente ya que tiene bajos niveles de escolaridad, se dedican a los oficios domésticos y de cuido de hijos e hijas, actividades que constituyen un trabajo no pagado que les resta tiempo y las excluye
de derechos como el acceso a la seguridad
social y la pensión.
La conjunción de estos factores
dificulta las posibilidades de
inserción en el ámbito educativo
o de trabajo remunerado. Lo
anterior coloca a este sector de la población
femenina en una situación
en la que la dependencia económica pasa a ser una realidad vivida que es susceptible de convertirse en una condición
permanente a menos de que esta se vea interrumpida por acciones afirmativas que prioricen la inversión de recursos
en ella, así como la implementación de políticas
de empleo con perspectiva de género.
Esto cobra especial importancia cuando se toma en cuenta que, aunque no existe una relación causal entre pobreza y violencia, es cierto que la dependencia económica acrecienta las posibilidades de
permanecer en situaciones de
violencia.
68Programa Estado de la Nación en Desarrollo Humano Sostenible (Costa Rica) Vigesimosegundo Informe Estado de la Nación en Desarrollo Humano Sostenible/ PEN-CONARE.-22 edición. -San José C.R : PEN 2016
Este enfoque permite también hacer referencias a otras formas de exclusión
social, que no necesariamente son
atribuibles a la pobreza,
pero que limitan el ejercicio
de derechos y vulnerabilizan a las mujeres
frente a la violencia. Por ejemplo,
la acción de la criminalidad organizada cuya penetración se refleja
crecientemente en las experiencias de violencia
de las mujeres,
incluyendo el femicidio. Estas mujeres, aunque no pobres, especialmente las jóvenes
requieren también de los apoyos
sociales y económicos para escapar
del ciclo del maltrato.
Finalmente es necesario insistir que el acceso oportuno y efectivo
a recursos de apoyo por parte de las mujeres
afectadas por la VcM es uno de los factores de protección frente a la VcM reconocidos y documentados a nivel internacional.
Al respecto dice la Organización Mundial de la Salud (OMS 2009 )69 que entre los factores de protección que pueden
reducir el riesgo de que
mujeres y niñas sufran violencia
figuran:
69http://www.endvawnow.org/es/articles/300-causas-factores-de-riesgo-y-de-proteccion.html
. educación
secundaria completa para niñas (y niños);
. retardar la
edad de matrimonios hasta los 18 años;
. autonomía
económica de las mujeres y acceso a entrenamiento de sus capacidades, crédito y
empleo;
. normas
sociales que promuevan la equidad de género
. servicios que
articulen respuestas con calidad (servicios judiciales, servicios de
seguridad/protección, servicios sociales y servicios médicos) con dotación de personal
con conocimientos, capacitación y entrenamiento adecuado.
. Disponibilidad
de espacios seguros o refugios y acceso a grupos de ayuda.
4.5.3.2
Orientación estratégica del eje
La intención de este eje es partir de las experiencias acumuladas en el país en materia
de combate a la pobreza y fomento
de la inclusión
social y el desarrollo para promover acciones afirmativas y direccionamientos de acciones
institucionales e inversión
pública a tres poblaciones priorizadas: mujeres adolescentes, madres por primera vez y madres con hijos menores de 5 años y
afectadas
por la violencia,
dentro de esquema de apoyo integral
continuado en el tiempo,
para ella y sus dependientes menores de 5 años, con
un fuerte componente de empoderamiento
personal para enfrentar y salir de
la violencia.
Incluye, entre otros, procesos de alfabetización, la conclusión de estudios
formales, la inserción en capacitaciones técnicas para el trabajo,
el fortalecimiento del proyecto de vida, la prevención del embarazo adolescente e infantil,
los apoyos con el cuido de dependientes, las aspiraciones en relación
con el estudio y el
deseo de emancipación económica
que serán
abordados como elementos fundamentales.
4.5.3.3
Objetivos y acciones estratégicas
Objetivo estratégico:
Aumentar el acceso de las mujeres
afectadas por la violencia en condiciones de pobreza,
vulnerabilidad y exclusión, a programas
de desarrollo económico
y social articulados, continuos y de largo plazo que coadyuven al logro de su autonomía económica, con especial énfasis en mujeres adolescentes, madres por primera
vez y madres con niños y niñas menores de 5 años.
Indicador:
Porcentaje de mujeres adolescentes,
madres por primera vez y madres
con hijos(as) menores de
cinco años afectadas
por la violencia en condiciones de pobreza,
vulnerabilidad y exclusión
con acceso y permanencia continua
en programas de desarrollo social.
Meta:
60% Mujeres adolescentes afectadas por violencia
75% Mujeres madres por primera
vez, afectadas por violencia
50% Mujeres madres con hijos/as
menores de
5 años, afectadas por violencia
Acciones estratégicas
|
Indicadores
|
Metas
|
|
Incorporación y aplicación de criterios para la articulación y priorización en programas de desarrollo social y contra la pobreza70 a
mujeres afectadas por la VcM, con especial énfasis en adolescentes, madres por primera vez y madres
con hijos e hijas menores de 5
años para potenciar su autonomía
económica.
70Con especial énfasis en educación y formación, becas, cuido, servicios de salud sexual y reproductiva, fondos no reembolsables para autonomía económica, bono de la vivienda, asesoría económica.
|
Número de instituciones que aplican protocolos de operación con
criterios que priorizan durante la selección a mujeres
en condiciones de pobreza afectadas por la
violencia durante el período
Número de protocolos, directrices
y lineamientos inter-institucionales de programas o estrategias para el desarrollo económico y social,
que incorporan criterios de priorización para mujeres afectadas por la violencia durante el período
|
10
20
|
|
Atención (detección,
referencia, incorporación y seguimiento) de mujeres
afectadas por violencia, en condiciones de pobreza, vulnerabilidad y
exclusión a
|
Número de mujeres afectadas por violencia atendidas en los diversos programas y servicios de atención social y pobreza
según edad
y condición de maternidad
durante el período.
|
1.200.000
|
|
|
|
|
|
|
Acciones estratégicas
|
Indicadores
|
Metas
|
|
través de mecanismos inter- institucionales.
|
border-top:none;
border-left:none;border-bottom:solid black 1.0pt;border-right:solid black 1.0pt;
mso-border-top-alt:solid black .5pt;mso-border-left-alt:solid black .5pt;
mso-border-alt:solid black .5pt;padding:0cm 0cm 0cm 0cm;height:90.7pt;
mso-height-rule:exactly'>
Número de mujeres afectadas por violencia que permanecieron en los programas y servicios de atención social y pobreza
por al menos 5 años, según
edad y condición de maternidad durante el período.
800.000
|
|
Identificación de la inversión pública dirigida a mujeres
afectadas por
violencia.
|
Porcentaje anual del presupuesto institucional que se dedica
a la atención de mujeres
afectadas por violencia y al desarrollo de programas de prevención, en relación con el total presupuestado.
|
35% IMAS
20%
instituciones del
sector social
10% instituciones
sectores productivo y
bancario 2% en el
resto de instituciones públicas no
sociales
|
|
|
|
|
|
|
|
4.5.4 EJE
CUATRO: Protección efectiva, acceso real, debida diligencia, sanción y no re-
victimización
Mediante este eje se pretende promover servicios de excelencia y calidad para todas las mujeres afectadas
por diversas formas de violencia
contra las mujeres,
como mecanismo para asegurar
la protección, la debida diligencia,
la no
impunidad y el trato respetuoso de parte de todas las instancias públicas involucradas en la respuesta.
El eje parte de las obligaciones del Estado y sus instituciones de garantizar a las mujeres usuarias
de sus servicios, una vida libre de
violencia.
4.5.4.1.
Conceptualización y contexto
La Convención de
Belém do Pará (OEA, 1994) señala claramente en su artículo 5 que:
Toda mujer podrá
ejercer libre y plenamente sus derechos civiles, políticos, económicos,
sociales y culturales y contará con la total protección71 de esos
derechos consagrados en los instrumentos regionales e internacionales sobre
derechos humanos.
71Énfasis propio.
Véase que los
Estados están obligados a crear las condiciones y los mecanismos necesarios
para garantizar la protección de las mujeres y de sus derechos, incluido el
derecho a una vida libre de violencia. No obstante, las obligaciones del Estado
no se limitan al ámbito de la protección, sino que incluyen así mismo la
obligación de la "garantía de derechos": los Estados deben emprender acciones
positivas. todas aquellas que resulten necesarias para posibilitar que las
personas sujetas a su jurisdicción pueden ejercer y gozar de sus derechos y
libertades (MESECVI 2014, p. 41).
Además, la Convención de Belém do Pará establece que los Estados deben incorporar medidas penales, civiles y administrativas que contribuyan a prevenir,
sancionar y erradicar
la violencia contra las mujeres,
además de establecer procedimientos legales oportunos y eficaces,
y brindar la debida protección a las víctimas.
Aunado a esto, se encuentra la responsabilidad de los Estados de actuar con prontitud, de "abstenerse de cualquier
acción o práctica de violencia
contra las mujeres y velar por que las autoridades, sus funcionarios, personal y agentes
e instituciones se comporten de conformidad con esta obligación" (artículo 7). Es decir, es una
responsabilidad del Estado
que
la gestión de los servicios públicos
sea efectiva, oportuna
y eficaz, de manera que
se resguarde
la vida de las mujeres
y sus derechos.
Pese a lo señalado,
en no pocas ocasiones
las instituciones que deberían garantizar los derechos de las mujeres,
son las instancias
que los transgreden y perpetran
situaciones de maltrato y re-victimización, principalmente hacia
poblaciones doble o triplemente vulneradas por condiciones sociales específicas
de su condición de vida.
La Convención de Belem do Pará se refiere a la violencia
perpetrada por el Estado como uno de los escenarios en los cuales ocurre la VcM. En su Artículo 2 señala que: se entenderá
que VcM incluye la violencia
física, sexual y psicológica.
que sea perpetrada o tolerada por el Estado o
sus agentes, donde quiera
que ocurra.
Violencia ejercida por agentes del Estado
La violencia contra las mujeres en el ámbito
institucional puede adoptar una amplia variedad de actuaciones u omisiones. Por un lado, se refiere a los actos de VcM que son perpetrados directamente por agentes del Estado por ejemplo:
la violencia sexual en instituciones públicas diversas, la violencia sexual en contextos
especiales como los migratorios, entre otros. Por ello el Comité de Expertas del MESECVI (CEVI)
ha recomendado que se sancione
la violencia institucional en las leyes integrales contra las VcM y se establezcan. sanciones contra las y los funcionarios responsables, principalmente en el Código Penal, ya sea como delito separado o estipulando como agravante del delito,
el hecho de que su perpetrador sea funcionario
público. (MESECVI 2014, p. 25)
Esta violencia puede tomar,
entre otras, las siguientes formas:
Imponer, negar o condicionar el ejercicio
de los derechos
humanos de las mujeres
en los servicios
públicos, por ejemplo, imponer un método anticonceptivo, no dar información objetiva de los procedimientos y consecuencias. Dudar de la palabra de las mujeres
y responsabilizarlas de la violencia que han vivido;
no respetar su privacidad o confidencialidad. Cualquier trato o comentario que reciban las mujeres en una institución pública y que atente
contra tu dignidad humana
(INMUJERES-México).
Violencia tolerada por el Estado
Conforme a la jurisprudencia de la Corte IDH un Estado es responsable por violación de derechos
humanos cometidas contra particulares cuando no ha adoptado
medidas de protección
y prevención pese a tener conocimiento de una situación
de riesgo real e inmediato para un individuo o grupo de individuos determinado y esté en
posibilidades razonables de
prevenir o evitar ese riesgo. (Ibíd.)
El Estado, inmerso en el sistema
patriarcal y machista,
legitima y reproduce
también las estructuras de poder y dominación a través de sus instituciones, alentando y validando
ya sea por acción o por omisión,
discriminaciones, exclusiones y violencias
contra las mujeres.
Es común que las prácticas institucionales se encuentran atravesadas por prejuicios y estereotipos sexistas y misóginos
que obstaculizan procesos y desestimulan a las mujeres
a hacer efectivo
su derecho de buscar el apoyo y la protección del Estado.
Además, contribuyen a la marginalización de las mujeres
y exacerban su subordinación. A través de las miradas estereotipadas, se minimiza, banaliza o bien justifica
la violencia haciéndola tolerable, garantizando su impunidad
y evidenciando complacencia con
los agresores.
La erradicación de este
tipo de violencia incluye un amplio
catálogo de acciones entre las que
destacan:
a. abstenerse de
cualquier acción o práctica de violencia contra la mujer y velar por que las
autoridades, sus funcionarios, personal y agentes e instituciones se comporten
de conformidad con esta obligación;
b. actuar con la
debida diligencia para prevenir, investigar y sancionar la violencia contra la
mujer;
c. incluir en su
legislación interna normas penales, civiles y administrativas, así como las de
otra naturaleza que sean necesarias para prevenir, sancionar y erradicar la
violencia contra la mujer y adoptar las medidas administrativas apropiadas que
sean del caso;
d. adoptar
medidas jurídicas para conminar al agresor a abstenerse de hostigar, intimidar,
amenazar, dañar o poner en peligro la vida de la mujer de cualquier forma que
atente contra su integridad o perjudique su propiedad;
e. tomar todas
las medidas apropiadas, incluyendo medidas de tipo legislativo, para modificar
o abolir leyes y reglamentos vigentes, o para modificar prácticas jurídicas o
consuetudinarias que respalden la persistencia o la tolerancia de la violencia
contra la mujer;
f. establecer
procedimientos legales justos y eficaces para la mujer que haya sido sometida a
violencia, que incluyan, entre otros, medidas de protección, un juicio oportuno
y el acceso efectivo a tales procedimientos;
g. establecer
los mecanismos judiciales y administrativos necesarios para asegurar que la
mujer objeto de violencia tenga acceso efectivo a resarcimiento, reparación del
daño u otros medios de compensación justos y eficaces, y
h. adoptar las
disposiciones legislativas o de otra índole que sean necesarias para hacer
efectiva esta Convención (MESECVI 2014, 83)
Los Estado están, además, obligados a reconocer y actuar conforme
a las diferentes condiciones de vida y diversidades y el impacto diferenciado
que la
VcM tiene sobre ellas.
Al respecto dicen las expertas
del
CEVI:
Sea cual sea la forma de violencia
y el escenario (o escenarios) en que ésta se realice,
los esfuerzos estatales encaminados a poner fin a todas las formas de violencia contra las mujeres deben considerar no solo la forma en que la vida de las personas se ve afectada
por el impacto
inmediato del abuso,
sino también la manera en que las
estructuras de discriminación y desigualdad perpetúan y exacerban
la experiencia de la víctima. Los Estados deben tener presente
la necesidad de comprender las especificidades de la violencia contra las mujeres, así como la obligación de reconocer
debidamente, a nivel local, las diversas
formas de opresión que experimentan las mujeres. Las respuestas programáticas
a la violencia
contra las mujeres no pueden
considerarse aisladamente de los contextos individual, familiar, comunitario o estatal.
Las intervenciones encaminadas únicamente a mitigar
el abuso sin tener en cuenta las realidades que enfrenta la mujer no ponen en jaque las desigualdades de género
y la discriminación fundamentales que propician inicialmente el abuso.
(Ibid, 25)
Discriminación, violencia y debida diligencia
Contrario a la noción común, el principio
de la debida
diligencia no hace referencia exclusivamente al ámbito del acceso a la justicia
sino a la totalidad
de la respuesta
estatal. En otras palabras, el Estado en su conjunto
o las instituciones individualmente
consideradas pueden ser sancionadas por faltas a la debida
diligencia.
Doctrinalmente los sistemas universal y regional de derechos
humanos se han pronunciado sobre la estrecha relación entre discriminación, la violencia y la debida
diligencia enfatizando que la falta del Estado de actuar con debida diligencia
para proteger a las mujeres
de la violencia
constituye una forma de discriminación y una negación
de su derecho a igual protección de la ley. (MESECVI
2014, 42).
. los esfuerzos
de los Estados para cumplir
su obligación de debida diligencia no deben centrarse únicamente
en la reforma legislativa, el acceso
a la justicia y la prestación de servicios a las víctimas;
también deben abordar las cuestiones de prevención, especialmente con el fin de atacar las causas
estructurales que dan lugar a la violencia contra las mujeres. En este empeño,
los Estados deben tener en cuenta la multiplicidad de formas que adopta la violencia
contra las mujeres y los distintos
tipos de discriminación que afectan a las mujeres a fin de adoptar estrategias multifacéticas para prevenirla y combatirla eficazmente.En general, actuar con la debida diligencia para prevenir,
investigar y sancionar
la violencia contra las mujeres implica la obligación estatal de organizarse y coordinarse internamente para garantizar a las mujeres
una vida libre de violencia. Es decir, se requiere de medidas afirmativas, de la obligación de garantía,
no sólo para hacer frente a las diferentes expresiones de la violencia, sino también para atacar las causas estructurales que la provocan. De allí la relevancia de planes y políticas
nacionales de intervención en violencia
contra las mujeres que contemplen todos los espacios donde ocurre, las estrategias, aliados/ as, áreas de intervención, marco conceptual y plan operativo, entre otros. 142 Además,
la obligación de los agentes
estatales de rendir cuentas
respecto del cumplimiento de sus responsabilidades. (MESECVI 2014,
44)
Resarcimiento
y
reparación del daño
Desde su vocación de integralidad, Belem do Pará considera insuficientes las acciones del Estado si este no incluye medidas
orientadas a reparar el daño ejercido
por la violencia en la vida de las mujeres y acciones
efectivas para
contribuir a la construcción de un nuevo proyecto de vida.
Para el Sistema
Interamericano de Protección de Derechos
Humanos la reparación debe implicar satisfacción, rehabilitación, garantías de no repetición y compensación, pero en los casos de violencia contra las mujeres
también debe tener "vocación transformadora", es decir, un efecto no sólo restitutivo sino además correctivo; "enfoque crucial para poder abordar la situación estructural de violencia y discriminación. La Corte IDH ha interpretado que, en una situación
de discriminación estructural, las reparaciones deben propender a transformarla, apuntando así no solo a la restitución sino a remediar
la situación, a
garantizar su no repetición.
Esto significa que las reparaciones deben
orientarse, en lo posible,
a subvertir, en vez de reforzar,
los patrones preexistentes de subordinación estructural, jerarquías basadas en el género, marginación sistémica y desigualdades estructurales que pueden ser causas profundas
de la violencia que padecen las mujeres. (MESECVI 2014, 58).
Necesidades de protección, garantía y debida diligencia en la Costa Rica actual
La Encuesta Nacional de Violencia contra las Mujeres, efectuada por la Universidad de Costa Rica (2004), evidenció que "en Costa Rica, la violencia
contra las mujeres
es un serio problema
social de grandes dimensiones. De hecho,
el 57,7% de las 908 mujeres
entrevistadas declaró haber sufrido, al menos, un
incidente de violencia
física o sexual en algún momento de su vida desde los 16 años. Para una proporción significativa de las mujeres este no es solo un problema
severo, sino también frecuente. Una cuarta parte de las entrevistadas (24,2%) reportó
haber sufrido 4 o más incidentes de violencia física o sexual desde los 16 años"72(ver Anexo 14).
72Actualmente se está desarrollando la Prueba Piloto de una nueva Encuesta de Violencia contra las Mujeres, que permitirá actualizar esta información.
Entre 1997, un año después de que entrara
en vigencia la Ley contra la Violencia Doméstica (Ley 7586- 1996) y el 2000, el número de denuncias
por Violencia Doméstica se duplicó y, para el 2008, ascendió a 42.012
casos. Asimismo, se incrementó el número de denuncias
por Violencia Doméstica en los despachos
judiciales: de 42.012 casos
en el 2008 a 52.104 casos en el 2009; luego se observa un descenso
hasta alcanzar 46.959 en el 2013 y a partir de ese año, la tendencia se mantiene estable alrededor
de los 50.000 casos (ver Anexo 17). Además, considerando el total de hogares, en el 2007 se dieron 3,7 casos por cada 100 hogares y en el 2013 ese número bajó a 3,4 casos.
En el 2011 en un 42% de las
denuncias interpuestas por violencia doméstica, se mantuvo
la medida provisional de protección, siendo este el porcentaje más alto desde el 200273. En el 2015 para un 25% de los casos se testimonió piezas74 en razón de la presencia
de un delito penal a perseguir
(para el 2012 este porcentaje representó un 33% de las denuncias). A partir
del 2004, la no comparecencia de la víctima
viene en descenso hasta llegar casi a cero a
partir del 2012.
73A partir del 2011 se realiza
un cambio en el registro
de las denuncias y se eliminó
la categoría: "se mantienen las medidas provisionales",
ahora se registran como "en trámite".
74"Testimoniar piezas" significa guardar
testimonios o pruebas para un
posterior proceso judicial.
Según la información registrada por la Dirección de vigilancia de la Salud del Ministerio de Salud,
(Boleta VE 01), entre 2002 y 2015, las víctimas
de violencia intrafamiliar son principalmente mujeres entre 10 y 49 años, siendo
la edad de mayor vulnerabilidad entre 10 y 19 años. Los
casos registrados de hombres
víctimas de violencia intrafamiliar, se concentran
en las edades menores
de 10 y mayores de
50 años.
Esos datos muestran que hay un creciente
reconocimiento de los problemas
de violencia doméstica/intrafamiliar en la sociedad
costarricense, pero no se identifican, de la misma manera, las implicaciones de otras formas de violencia
contra las mujeres y sobre todo no se ha visualizado, ni contabilizado
la violencia contra
las
mujeres ejercida por las instituciones del Estado.
La aprobación de la Ley de Penalización de la Violencia
contra las Mujeres-LPVCM en el 2007 ha sido un avance importante en el reconocimiento de las diferentes formas de violencia
contra las mujeres, al considerar como delitos: (1) Violencia
Física: femicidio75, maltrato, restricción a la libertad
de tránsito. 2) Violencia psicológica: ofensas a la dignidad,
restricción de la autodeterminación, amenaza. 3) Violencia
sexual: violación, conductas sexuales
abusivas, explotación sexual, formas agravadas de violencia sexual. 4) Violencia patrimonial: sustracción patrimonial, daño patrimonial, limitación al ejercicio del derecho
de propiedad, fraude de simulación sobre bienes susceptibles de ser gananciales, distracción de las utilidades
de las actividades económicas familiares,
explotación económica.
75Por considerar que el femicidio
es la expresión
más grave de la violencia
física, se abordará
como uno de los problemas a ser abordados como prioritarios por esta Política Nacional para la Atención
y Prevención de la Violencia contra las Mujeres 2017-2032.
A partir del 2009, la cantidad de denuncias, con base
en la LPVCM (Ley 8589, 2007), tendió a aumentar.
En el 2011, la Sala Constitucional restituyó el delito de maltrato y se penalizaron las ofensas
contra la dignidad,
lo que hizo que se
diera un aumento aún mayor en las denuncias. A partir del 2012,
se observa una leve
disminución de las mismas. (Ver Anexo 15)
Los principales delitos denunciados, según la LPVCM (Ley 8589, 2007),
refieren a la "violencia física", "violencia psicológica" e "incumplimiento de medidas de protección". En el 2008, la Sala Constitucional derogó
los artículos que tipificaban los delitos de "maltrato" y "violencia emocional", lo que causa un aumenta en las denuncias
por "amenazas contra una mujer". En 2011, se restituyó
el delito de "maltrato" y se penalizó
un conjunto de actos de violencia psicológica en el delito denominado "ofensas
a la dignidad" (Poder Judicial,
Dirección de Planificación). Como se puede observar
en el mismo Gráfico (Ver Anexo 16), los tipos de violencia
con menos denuncias, casi llegan a cero, son la violencia patrimonial y la violencia sexual.
Según los datos del Poder Judicial, gran parte de las denuncias por la Ley de Penalización de la Violencia
contra las Mujeres
(LPVCM), terminan en solicitud de desestimación (solo en el
año 2013, 14.745 de 24,266
causas terminadas se refieren a una desestimación), generando una mayor desconfianza en el sistema de justicia.
Y, a pesar de que el artículo
36 del Código Penal se establece
la exclusión de la posibilidad de conciliación entre las partes,
para los delitos de carácter
sexual y las agresiones domésticas (excepto cuando
lo solicite de forma expresa la víctima o sus representantes legales) es una práctica
frecuente. El Comité de expertas
de MESECVI (2012) ha señalado al respecto que en ocasiones
la defensa de la parte ofensora presiona a las víctimas
para que concilien y que esto además de colocar a las mujeres en una situación
de mayor vulnerabilidad
frente al agresor,
las re-victimiza y, al
concretarse tiene como resultado la impunidad del
hecho delictivo.
Además de las denuncias que llegan a una conciliación no permitida por ley, la relación entre los casos de personas
condenadas y las denuncias
interpuestas por la LPVCM, es bastante
desproporcionada. Según las estadísticas del Poder Judicial,
para el año 2014 esta relación fue de 500 personas condenadas por aproximadamente 20.000 nuevas denuncias ingresadas, es decir, por cada persona condenada
ingresan 39 denuncias
(ver Anexo 20). Lo anterior quiere decir que la mayor parte de los agresores
no reciben ninguna sanción y en consecuencia las mujeres víctimas de violencia quedan desprotegidas. Además, aunque se interpongan medidas de protección, las víctimas continúan en situación
de riesgo, esto debido al incumplimiento de medidas
de protección, según los datos,
de aproximadamente 20.000
denuncias ingresadas por la LPVCM, 5.995 corresponden al delito de incumplimiento de una medida de protección (ver Anexo
21), lo cual quiere decir que la respuesta institucional no ha sido efectiva para
las
víctimas.

Este gráfico pone de manifiesto la deuda histórica que el sistema de justicia tiene con las mujeres afectadas por
una de las manifestaciones de la VcM, la
violencia sexual. Si bien el
número de condenas va en
aumento, la cantidad
de absolutorios es significativa y están asociados a prácticas
procesales que no son sensibles
a las dinámicas
de la VCM, a limitaciones en los procesos
investigativos y la condición
de bagatela que priva en las percepciones de muchos operadores de
justicia en relación con esta
problemática.
La re-victimización de las mujeres
en situaciones de violencia tiene un peso importante a la hora de que las mujeres decidan poner la denuncia. Esto, porque las mujeres no solo tienen que recurrir a las instancias
judiciales a interponerla, sino que deben buscar
asesoría legal por su cuenta y probar
que han sido objeto
de un delito, siendo de
esta manera re-victimizadas, cuando
en realidad es el Estado
quien debería procurar de oficio,
la garantía
y restitución de sus derechos fundamentales (INAMU,
2015).
Desafortunadamente las mujeres víctimas de violencia no sólo experimentan desprotección en el ámbito judicial, sino también en otras instituciones o instancias a las cuales
deben acudir para recibir atención, como por
ejemplo la policía, los
servicios de salud, entre
otras, en las cuales también
son víctimas de malos tratos,
atención y gestiones
inadecuadas, abuso de autoridad, etc. Estas situaciones ocurren en gran medida
porque el personal
de las instituciones reproduce conductas patriarcales y patrones
socioculturales discriminatorios, que "descalifican a las víctimas y contribuyen a la percepción de estos delitos
como no prioritarios" (CIDH, 2007, p. 53). Así muchas mujeres son re-victimizadas en múltiples
ocasiones y en múltiples espacios del aparataje
institucional, lo que incide considerablemente en la posibilidad de que las afectadas
sigan adelante con los procesos
de denuncia y puedan salir de la situación
de violencia que enfrentan.
Como bien lo indica el Segundo Estado de los Derechos
de la Mujeres
(INAMU, 2015), a pesar de que en Costa Rica los esfuerzos realizados para visibilizar la violencia contra las mujeres han rendido frutos, como por ejemplo la capacidad de denuncia
de las mujeres; el Estado
ha rebasado sus posibilidades de respuesta. Esto ha generado desafíos importantes para mejorar la capacidad institucional ante las denuncias de las mujeres,
en aspectos relacionados con la descentralización de la atención,
la capacitación del personal
institucional en temas de sensibilización, el mejoramiento, ampliación y especialización de los servicios de atención y la
creación de mayor confianza en las mujeres
para evidenciar las situaciones de violencia
presentes en sus vidas.
Debido a la desconfianza
que
estas situaciones de impunidad generan
en las mujeres,
sumado a que, por las características de la violencia contra las mujeres, muchas de las víctimas no cuentan
con las herramientas económicas, sociales o emocionales para afrontar este tipo de procesos desgastantes y re-victimizantes (INAMU, 2015), muchas de
las
mujeres deciden
no interponer la denuncia.
Como se ha señalado
en acápites anteriores, la violencia institucional es una realidad señalada por las mujeres en diferentes espacios y consultas. Las mismas han reconocido que esta forma de violencia les impide hacer un uso efectivo de los servicios y programas
institucionales además de contribuir a la instalación del miedo y la desesperanza producto de la insuficiente y no siempre
oportuna respuesta del Estado.
Esta re-victimización que sufren las mujeres que acuden a los servicios tiene consecuencias concretas no solo en su seguridad inmediata sino también en sus posibilidades de desarrollo y avance.
Se agregan a lo anterior, riesgos y dinámicas
particulares cuando la condición de género se entrelaza con la raza, la etnia, la edad, la orientación sexual, la nacionalidad, entre otras. Se comprende
que las vulnerabilizaciones que sufren estas mujeres (LGTBI, migrantes, afro-descendientes, indígenas, con discapacidad) en los diversos
espacios sociales, representan obstáculos que el Estado tiene la obligación de considerar para generar las adecuaciones necesarias que faciliten su acceso a una atención
y protección integral
de sus derechos
ante situaciones de
violencia.
4.5.4.2
Orientación estratégica del eje
Para garantizar la debida diligencia, el Estado y sus instituciones deberán manifestar un compromiso político en el cual, desde el más alto nivel hasta lo local, se evidencie el respeto por los derechos
humanos de las mujeres
y su voluntad de protegerlos y ampliarlos. Se comprende
que la debida diligencia conlleva un proceso en el cual se identifiquen los derechos que pueden ser vulnerados a raíz de la actividad institucional y de las prácticas y actitudes
de los funcionarios, con el propósito
de que se elaboren planes y medidas
que permitan evitar o reparar las consecuencias negativas en las mujeres
usuarias de todos los servicios76.
76Recuperado de: http://accountabilityroundtable.org/wp-content/uploads/2013/11/ICAR-Human-Rights-Due-Diligence-2013- Update-FINAL1.pdf
Este eje se concentra en potenciar
competencias institucionales para prevenir la violencia institucional que sufren las mujeres en toda su diversidad y en exigir respuestas estatales que consideren la responsabilidad ética,
profesional y social que
poseen los prestatarios de servicios.
Por este motivo y de manera
prioritaria este eje persigue
la acreditación progresiva de los programas
y servicios para las mujeres
afectadas por diferentes formas de VcM según parámetros de excelencia que aseguren que los mismos cumplen con los estándares
de calidad internacionales establecidos en la Convención de Belem do Pará.
Busca incidir sobre la cultura institucional a través del fomento
de actitudes y prácticas más empáticas, respetuosas y garantes
de los derechos
humanos para todas las mujeres indistintamente de su condición. En correspondencia, también incluye la consolidación de procedimientos y mecanismos de sanción
a funcionarios públicos
que no atiendan a las normas y que re-victimicen, no protejan o coloquen
en mayor riesgo a las mujeres usuarias de
los
servicios.
Este eje de la política reforzará capacidades que garanticen lo antes señalado de manera que, en forma progresiva, se puedan lograr cambios sustantivos en la calidad
de los servicios
de atención, sus procedimientos e instrumentos, así como en el acceso a la justicia
de las mujeres
afectadas por la violencia. Cabe aclarar que hacer efectiva la debida diligencia frente a la violencia
contra las mujeres,
implica no sólo la pronta
investigación, procesamiento y sanción,
sino también la obligación de establecer acciones de prevención de prácticas que puedan
dañar o lesionar
física, sexual o emocionalmente a las mujeres usuarias
de los servicios.
Se contempla en este eje la incidencia particular con los sectores de seguridad
y justicia para garantizar actuaciones eficientes, eficaces para el control y de ser
necesaria la sanción de los ofensores, factor decisivo para
que las mujeres
se sientan seguras de romper el silencio
y salir del aislamiento.
4.5.4.3
Objetivos y acciones estratégicas
Objetivo estratégico:
Aumentar el acceso de las mujeres
usuarias afectadas por
la violencia
a servicios públicos que
les
garantice: protección efectiva,
debida diligencia, sanción y no
re-victimización77.
77Se entiende por acceso real el que las mujeres
cuentan con servicios
a los que llegan y son efectivamente atendidas en tiempo y calidad (de acuerdo
a estándares de excelencia), que están además lo más cercano
posible de sus lugares
de residencia y que satisface sus particularidades en función
de la diversidad.
Protección efectiva refiere a que las mujeres
se perciben protegidas y que cuentan con apoyos
materiales que contribuyen a disminuir el riesgo
de sufrir de nuevo violencia, esto incluye la protección policial oportuna, el acceso
a servicios de albergamiento, a la aplicación y seguimiento de medidas de protección cuya violación es efectivamente sancionada. También incluye la posibilidad de que las mujeres cuenten, lo más cercano
a sus lugares de residencia y considerando su lenguaje
y cultura, con asesoría y representación legal.
Una atención No-rectivimizante es sensible
a la diversidad, respetuosa, caracterizada por el trato amable y
solidario, no prejuiciada, no sexista,
no machista, y que no
abusa de la vulnerabilidad de la víctima
ni del poder que le confiere
el cargo.
Indicador:
Aumento en el porcentaje
de mujeres usuarias
afectadas por la violencia, que muestran su satisfacción respecto al servicio público
recibido: protección efectiva, debida diligencia, sanción y no re-victimización.
Meta:
10% de aumento cada
cuatro años78.
78Fuente: Sistema Nacional de Contralorías de Servicios verificar las instituciones de SNVcM
Acciones estratégicas
|
Indicadores
|
Metas
|
Ampliación de la cobertura de servicios públicos especializados en atención de violencia contra las mujeres e impulso
a la excelencia en dichos servicios.
|
Número de cantones que cuentan con
servicios especializados de atención de violencia contra las mujeres que contemplen al menos: seguridad y protección, acceso a la justicia y atención psico-social durante el período.
Número de instituciones públicas del
SNVcM con servicios ajustados a
|
40
15
|
Acciones estratégicas
|
Indicadores
|
Metas
|
|
los criterios y estándares nacionales e internacionales de excelencia79 para la atención integral de las diferentes manifestaciones de la violencia contra las mujeres durante el período.
80Incluye policía administrativa, judicial, migratoria, municipal y otras.
Porcentaje de funcionarios públicos del SNVcM
que atienden directamente a mujeres
afectadas por violencia, que cuentan con capacitación para garantizar acceso real,
protección efectiva, debida diligencia y no-revictimización durante el período.
|
50%
|
Desarrollo de mecanismos de registro, seguimiento y sanción
a los incumplimientos y actos de re- victimización de las/os
funcionarios/as de las instituciones que dan atención a las mujeres
en situación de violencia.
|
Porcentaje anual de funcionarios/as públicos denunciados que son investigados por casos
incumplimiento o revictivización durante la atención a mujeres en
situación de violencia
Porcentaje anual de funcionarios públicos investigados que son sancionados por institución por incumplimiento de deberes y/o acciones o actitudes de re- victimización, en relación con el total
de denuncias.
|
100%
70%
|
Desarrollo de respuestas institucionales efectivas para el acceso
real a la justicia de las mujeres que enfrentan diversas situaciones de VcM
|
Número de proyectos de reforma legal y normativa presentados para prevenir y sancionar la violencia contra las mujeres, incluyendo la violencia sexual, y para facilitar el acceso
a la justicia
Porcentaje de personal policial80 con especialización en VcM en relación
con el total
Número de programas y servicios policiales específicos para la
|
5
60%
10
|
Acciones estratégicas
|
Indicadores
|
Metas
|
|
atención y protección de víctimas de VcM.
Número de mujeres
afectadas por VcM que reciben
servicios institucionales e inter-
institucionales de representación y patrocinio legal gratuito
Porcentaje de casos ingresados por Ley
de Penalización de la Violencia contra las Mujeres con
sentencia en relación al total de casos
ingresados según delito, sexo y edad de las partes y tipo de sentencia
Número de mujeres afectadas por violencia con beneficio de reparación de daños y tipo de reparación
|
1.000.000
|
4.5.5 EJE CINCO:
Prevención, atención integral y no-revictimización frente a la violencia sexual
Este eje busca colocar en el centro
de la atención
de las políticas e inversión públicas
la prevención, atención
especializada y sanción
efectiva de la violencia
sexual que, en sus diversas
manifestaciones, aumenta su prevalencia y tiende a normalizarse socialmente como mecanismo privilegiado de control
sobre las mujeres,
especialmente las más jóvenes.
4.5.5.1
Conceptualización y contexto
La Organización Mundial de la Salud (OMS) define
la violencia sexual como: "todo acto sexual, la tentativa
de consumar un acto sexual, los comentarios o insinuaciones sexuales no deseados, o las acciones
para comercializar o utilizar
de cualquier otro modo la sexualidad de una persona mediante coacción por otra persona,
independientemente de la relación
de esta con la víctima, en
cualquier ámbito, incluidos el hogar y el
lugar de trabajo".
La OMS adopta una definición amplia, que considera violencia sexual no solamente la violación (acto sexual) y su tentativa, sino también manifestaciones tales como el hostigamiento sexual en el empleo y la docencia
y el acoso sexual en los espacios
públicos (comentarios o insinuaciones no deseadas), y también
la explotación sexual comercial y la trata de personas (acciones para comercializar o utilizar
de cualquier otro modo la sexualidad de una persona mediante coacción por otra persona).
Además, explicita que este tipo de conductas
pueden ocurrir en cualquier ámbito, lo cual es acorde a lo establecido en la Convención de Belém do
Pará.
Como sostiene Michel Foucault (1992), el cuerpo es el territorio donde se inscribe
la cultura, la clase social, la etnicidad, el modo de estar y, sobre todo, el género. Dentro de estos constructos, el género y la sexualidad, expresados en el cuerpo como lo visible, atribuyen sentidos a las prácticas
individuales y sociales
que son reconocidas y al mismo tiempo
reproducidas por los sujetos.
Y agrega:
"lo que busco es intentar mostrar cómo las relaciones de poder pueden penetrar
materialmente en el espesor mismo de los cuerpos
sin tener incluso
que ser sustituidos por la representación de los sujetos.
Si el poder hace blanco en el cuerpo no es porque haya sido con anterioridad interiorizado en la
conciencia de las gentes. Existe
una red de bio-poder, de somato-poder
que es al mismo tiempo una red a partir de la cual nace la sexualidad como fenómeno histórico y cultural en el interior de la cual reconocemos y nos perdemos
a la vez" [Foucault,
1992: 166].
En la sociedad patriarcal, la violencia sexual como apropiación del cuerpo de las mujeres, permite la afirmación del poder de los hombres como grupo sobre las mujeres como grupo y, de esta forma, se establece un control
disciplinar de los cuerpos de las mujeres. De esta forma la amenaza de la violencia sexual, que se enseña a las mujeres desde pequeñas (cuídese del sátiro, por ejemplo)
y se afianza cada vez que viven un episodio de acoso sexual callejero, actúa disuadiendo a las mujeres de moverse libremente, de salir por la noche, de
vestirse "provocativamente".
La violencia sexual forma parte del continuum de la violencia
contra las mujeres, la cual, debe ser ubicada
en el orden de desigualdad y dominación del género,
y ser comprendida como funcional para mantener ese orden (Kelly,1988). La violencia sexual es una forma de violencia
especialmente grave, dado que constituye uno de los escenarios más frecuentes del
femicidio y que afecta a mujeres
cada vez más jóvenes.
qComo afirma Gloria Maira (2009), las mujeres "hemos padecido las insinuaciones procaces, manoseos y agarrones
en la vía pública;
o el acoso sexual de un profesor,
un cura, un empleador, un compañero de partido,
un vecino; o la violación de un familiar, de la pareja, de un amigo o un desconocido" (pág.24). Sin embargo,
a pesar de lo frecuente de estas
manifestaciones de
la violencia,
en general
no se habla de ellas.
En
nuestras sociedades, el imaginario
masculino incluye la prerrogativa de la invasión
sexual del cuerpo de las mujeres.
La violencia sexual es una de las formas en
que
se manifiesta el
control y dominio masculino
sobre los cuerpos y las vidas de las mujeres
y se transforma en una amenaza
con la cual conviven
desde la infancia.
En nuestra sociedad, el control de los cuerpos
de las mujeres es cada vez más generalizado y directo y se acrecienta en el caso de las niñas y las adolescentes.
Explica Rita Laura Segato
(2003) que la invasión de los cuerpos de las mujeres y las niñas es una cuestión de poder y parte de una estructura social en la cual los hombres
deben reafirmar continuamente
su poder como forma de
demostrar su masculinidad.
De esta forma, los agresores sexuales, tanto los que violan mujeres como los que las acosan en las calles, se mueven manteniendo el equilibrio entre dos ejes: por un lado, un eje vertical
que va del dominador
a la dominada,
es decir, desde el hombre hacia la mujer, mediante el cual se logra la exacción de un tributo,
que puede ser entregado
voluntariamente, como en el caso de la conquista o que es extraído de forma violenta,
como en la violación
o el acoso callejero, y por el otro lado, un eje horizontal de titulación, entre los hombres, los iguales, mediante el cual el agresor afirma y confirma
su masculinidad. Poco importa la víctima entonces, lo
que
sienta, como responda,
dado que lo fundamental
es extraer el tributo para logra el
reconocimiento de la
masculinidad.
La Declaración del Comité de Expertas
del MESECVI (Mecanismo de Seguimiento a la Convención de Belem do Pará) sobre la violencia sexual y los derechos
sexuales y reproductivos81, señala que la violencia
sexual tiene consecuencias sumamente graves sobre las mujeres, niñas y adolescentes y sobre la
sociedad, además de que afecta su salud física y reproductiva, incrementa el riesgo de mortalidad materna e infantil,
genera embarazos de alto riesgo,
e incluso problemas
asociados al embarazo como abortos inseguros, partos prematuros, sufrimiento fetal,
entre otros; llevando también
consecuencias psicológicas como falta de autonomía, miedo, depresión, angustia, estrés postraumático,
ansiedad y mayores riesgos de
suicidio.
81MESECVI/
OEA (2016): Declaración sobre la violencia
contra las niñas, mujeres
y adolescentes y sus derechos
sexuales y reproductivos
Asimismo, afirma que la violencia sexual contra las mujeres, niñas y adolescentes, implica consecuencias sociales
y económicas para ellas y para el conjunto
de la sociedad, erosiona la seguridad física en las esferas públicas, limita la voz política de las mujeres, separa a los niños y niñas de sus familias, provoca pérdida de educación, lleva a la estigmatización de las mujeres, y conlleva costos de corto y largo plazo asociados a los servicios
relacionados con
la
violencia contra las mujeres, la pérdida de empleos y
productividad, y el dolor y el
sufrimiento humanos.
Más grave aún establece que existen algunas formas de violencia sexual contra las mujeres que todavía se encuentran insuficientemente documentadas o sancionadas en toda la región,
tales como: el incesto,
la servidumbre sexual, la prostitución forzada, la exhibición del cuerpo
sin consentimiento de la víctima,
el embarazo forzado,
la inseminación forzada, la esterilización forzada, la mutilación genital femenina y la ablación
de clítoris, el femicidio/feminicidio a consecuencia de violencia
sexual, la violencia sexual contra las mujeres en los conflictos armados y las situaciones posteriores a los conflictos, la trata de mujeres
y niñas, el acoso sexual y la violencia
en los lugares de trabajo y las escuelas,
o la violencia
en marcos institucionales y establecimientos penitenciarios, la violencia
en Internet, redes sociales virtuales,
entre otras.
Según el Poder Judicial,
a nivel nacional,
los delitos de ámbito sexual representan aproximadamente el 4% de la totalidad
de las denuncias
interpuestas ante el Ministerio Público, siendo la cuarta causa de delito por título del Código Penal ingresados como nuevos cada año, solamente detrás de los delitos
Contra la Propiedad,
Contra la Vida y la
Ley de Penalización de Violencia contra la Mujer. 82
82Recuperado de: https://www.poder-judicial.go.cr/observatoriodegenero/soy-especialista-y-busco/estadisticas/delitos- sexuales/
En el siguiente cuadro es posible observar el comportamiento de los delitos
sexuales tramitados en sede judicial
en un periodo de 10 años (2003-2013). Es posible observar un aumento en casi todos los delitos
lo cual no necesariamente
es
indicativo de un aumento en la incidencia, aunque sí de
la denuncia.

A lo anterior se añade que la mayoría
de los casos de violencia sexual contra niñas y mujeres
adolescentes son perpetrados por hombres adultos, quienes usualmente son personas de confianza o tienen un contacto
directo con las menores
de edad, ya sea
por ser los responsables de su cuido (como
padres y abuelos),
o por otro tipo de relación (tíos, primos, amigos cercanos a la familia,
maestros). De esta manera, las diferencias en la
edad y en el grado
de poder/autoridad entre las personas adultas y las menores
de edad contribuyen a explicar
y entender la complejidad de las situaciones de violencia
sexual a las que son sometidas las niñas y adolescentes.
El continuum de
la violencia sexual: del incesto a la trata de mujeres con fines sexuales
Según un estudio de la Organización Mundial de la Salud (OMS), citado por la Federación Latinoamericana de Sociedades de Obstetricia y Ginecología (FLASOG), cada año se producen
en el mundo 2 millones
de partos de niñas menores de 15 años. De acuerdo a este estudio,
América Latina y el Caribe es la única región donde los partos de niñas de menos de 15 años aumentaron, y se prevé que sigan aumentando al menos hasta el 2030. De acuerdo a este Organismo, en América Latina entre el 20% (una de cada 5 mujeres) y el 9% de las entrevistadas declaró haber sufrido abuso sexual en la infancia
(García-Moreno et al., 2005).
Diversos estudios en Latinoamérica y el Caribe han demostrado que entre el 7% y el 36% de las mujeres informan haber
sufrido algún tipo de abuso sexual en
la infancia (Jewkes
et al., 2002), siendo el
embarazo infantil una de las más dramáticas consecuencias de esta violencia. La Organización Panamericana de la Salud (OPS) también
ha estimado que entre el 11 y el 20% de los embarazos en niñas y adolescentes son resultado
de violencia sexual. También
señala que, a los 15 años, la mayoría de las experiencias de la primera relación
sexual en mujeres
son de carácter
no voluntario, y en el caso del 60% de las muchachas
que tuvieron relaciones sexuales antes de los 15 años, fueron relaciones no voluntarias con hombres
que en promedio
las superaban en 6 años. (OMS 2016) 83
83OMS 2016): Informe hemisférico sobre violencia sexual y embarazo
infantil en los Estados Parte
de la Convención de Belém do Pará OEA 2016
De acuerdo con el
INEC (2016), los datos sobre la edad de las adolescentes madres al momento del nacimiento de su niño o niña, entre el 2002 y el 2009, revelaban
un incremento en niñas y adolescentes en dicha condición
de 14 y 15 años. A partir del 2011 la situación parece ir decreciendo. En el caso de niñas madres menores de
13 años no
se observa
un
patrón definido.
UNFPA (2015)
publicó que en
Costa Rica en el
año
2014 hubo 5.183 nacimientos en
adolescentes entre 15
y 17 años, así como 6.784 nacimientos en adolescentes entre 18 y 19 años. A esto se agrega que 1 de cada 85 nacimientos registrados ese año se dio en niñas y adolescentes entre 12 y 17 años. Este organismo
de Naciones Unidas identificó que un 30% de las niñas menores de 14 años que tuvieron un hijo o hija en el 2014 no declararon quién era el padre, mientras que en el caso de las niñas y adolescentes entre 12 y 19 años el
porcentaje se reduce a
un 12%.
En el taller de consulta
realizado en el marco de formulación de esta Política,
las adolescentes y jóvenes
madres identificaron los principales problemas de discriminación y violencia
que enfrentan, los cuales se mencionan a continuación:
. Violencia en
sus relaciones de noviazgo, principalmente violencia física y psicológica.
. Discriminación
en las escuelas y colegios, por parte de profesores y demás estudiantes.
. Falta de
oportunidades para continuar estudiando.
. Discriminación
en los centros de salud, donde el personal de salud las critica y cuestiona por
ser adolescentes o jóvenes madres.
. Falta de apoyo
por parte de su familia (especialmente de sus padres y madres, quienes en
algunos casos las obligan a irse de sus casas).
. Rechazo por
parte de sus amigos y amigas.
Discriminación
en espacios y servicios públicos (autobuses, instituciones, entre otros), donde
reciben miradas y comentarios negativos.
. Comentarios
despectivos y críticas por haber quedado embarazadas, además de comentarios
sexistas por los cambios en sus cuerpos (por ejemplo, por el aumento del tamaño
de sus senos).
. Comentarios
despectivos y sexistas por amamantar a sus hijos e hijas en espacios públicos.
Los datos sobre las relaciones de pareja y convivencia donde están involucradas niñas y adolescentes, así como sobre los embarazos
tempranos y la mayor vulnerabilidad ante acontecimientos violentos en las familias, demuestran la grave
situación que se vive en el país ante
esta forma de violencia.
En estas "uniones impropias" es claro que las niñas y adolescentes se encuentran en una clara desventaja
ante las desigualdades etarias y de poder social existentes, que a su vez se traducen
en desventajas económicas, psicológicas, educativas y sociales
muy variadas (INAMU, 2015).
Tomando como ejemplo el caso de la
exclusión educativa, el 74,5% de las niñas y
adolescentes que alguna vez han estado
en unión y el 69,1% de las que tienen hijos e hijas, no asisten al sistema educativo, comparado con quienes
no están o han estado en unión, cifra que alcanza
el 17,0% (UNFPA, 2014). En el caso del empleo, el 88,3% de las niñas y adolescentes que están o han estado en unión y el 87,0%
de las que son madres, no
trabajan.
Por otra parte,
los efectos psicosociales de estas relaciones de convivencia son múltiples. Las niñas y adolescentes no cuentan con las
condiciones de madurez suficientes
para enfrentar de manera apropiada
el inicio de su vida sexual, la
convivencia y la maternidad. Los datos demuestran
que
las menores de edad que experimentan estas condiciones carecen de recursos,
información y redes de
apoyo familiares, comunales e institucionales para prevenirlas y atenderlas oportunamente (INAMU, 2011a), a pesar de que la legislación claramente establece como delito las relaciones sexuales y embarazo
derivadas de relaciones con hombres adultos.
Las cifras expuestas demuestran el alto grado de impunidad
y consentimiento social
hacia las relaciones impropias, que no considera de ninguna
manera a las menores
de edad como sujetas de derecho sobre su identidad, sexualidad y calidad
de vida. Tampoco
se considera en el imaginario social que las relaciones impropias sean intrínsecamente amenazantes a la integridad de las niñas y adolescentes, sino más bien se justifica desde el patriarcado la naturalidad
de los hechos.
Las situaciones de violencia sexual, uniones impropias y embarazos
no planificados funcionan como barreras de desarrollo, que perpetúan la posición desventajosa de la mujer en relación
con el resto del colectivo social. La niña y adolescente únicamente puede inscribirse en la vida desde los roles de compañera
o madre, a partir de una situación
de violencia. Este fenómeno
no es casual,
no es producto
del descuido, es claramente estructural, y compete
a las comunidades y todos los niveles de acción de la sociedad civil y el gobierno, buscar
las
estrategias para
revertirlo.
Considerando lo anterior, cabe mencionar que nacer y crecer en circunstancias sociales particulares (familia de bajos ingresos
con poco capital
cultural, zonas geográficas marginadas, poco acceso a servicios
básicos, bajo nivel de escolaridad), aún condiciona en gran manera la calidad
de vida a la que las niñas y adolescentes pueden tener acceso, además de
que las hace vulnerables ante
la violencia.
Tal como mencionan Vásquez y Arroyo (2016), la violencia sexual tiene efectos
físicos y psicológicos negativos para las niñas y adolescentes, los cuales pueden presentarse no sólo en el corto y mediano plazo,
sino también en toda su etapa adulta.
La reproducción de visiones y conductas
patriarcales ha contribuido a que las uniones
impropias84 entre personas adultas y menores
de edad gocen de una fuerte legitimidad social y no sean concebidas como una manifestación de violencia sexual, razón por la cual se minimizan
las consecuencias negativas a las que se enfrentan
las niñas y adolescentes en un corto, mediano
y largo plazo.
No obstante, con la reciente aprobación del proyecto
de ley sobre uniones
impropias85 se ha incentivado la discusión en torno a la regulación y la sanción
de este tipo de relaciones, a la vez que se ha destacado la urgencia de modificar
la legislación existente y contribuir así, en cierta medida, con la transformación de esos patrones
socioculturales que fundamentan, validan y promueven
estas uniones que derivan en una clara violación
a los derechos
humanos de estas poblaciones.
84UNFPA-Costa Rica (2014): (se entiende por relaciones impropias los) vínculos que sean sustentados en relaciones desiguales de poder entre un hombre y una niña o adolescente mujer, en tanto desde un enfoque de derechos resultan, además de inválidas, inconvenientes, inadecuadas y extemporáneas para ellas; y desde una perspectiva de género sensitiva, como una
forma oculta y socialmente
legitimada de violencia en este ámbito
(p. 6).
85Los y las diputadas de la Asamblea
Legislativa aprobaron, en segundo
debate, el proyecto
No 19.337 sobre uniones impropias, el día lunes 23 de agosto de 2016.
Cabe agregar que las niñas y adolescentes experimentan otras formas de violencia dentro de estas uniones
impropias, además de que,
como se ha dicho, en muchos casos deben afrontar embarazos no
planificados.
Hostigamiento sexual en el empleo
y la docencia
El hostigamiento o acoso sexual en el empleo y la docencia
ha sido definido en la ley No. 8805 (abril 2010), como ".toda conducta sexual indeseada por quien la recibe, reiterada y que provoque efectos perjudiciales en los siguientes casos: a) Condiciones materiales de empleo y de docencia, b) Desempeño y cumplimiento laboral o educativo, c) Estado
general de bienestar personal (Art. 1). Según el Art. 2 de esta misma ley, manifestaciones de
acoso sexual pueden ser requerimientos de
favores sexuales que impliquen:
a. Promesa,
implícita o expresa, de un trato preferencial, respecto de la situación, actual
o futura, de empleo o de estudio de quien la reciba.
b. Amenazas,
implícitas o expresas, físicas o morales, de daños o castigos referidos a la
situación, actual o futura, de empleo o de estudio de quien las reciba.
c. Exigencia de
una conducta cuya sujeción o rechazo sea, en forma implícita o explícita,
condición para el empleo o el estudio.
d. Uso de palabras
de naturaleza sexual, escritas u orales, que resulten hostiles, humillantes u
ofensivas para quien las reciba.
e. Acercamientos
corporales u otras conductas físicas, de naturaleza sexual, indeseada y
ofensiva para quienes los reciban.
De acuerdo con los resultados de la Encuesta
Nacional de Juventudes (2013), las mujeres reportan
porcentajes muy altos de vivencia
de distintas expresiones de violencia, tanto en el lugar de trabajo
como en el lugar de estudio
(ver Anexo 10).
Esta misma encuesta da a conocer las situaciones de intimidación o acoso en los centros educativos que las personas jóvenes (hombres y mujeres)
consultadas manifestaron haber experimentado. En estos casos las mujeres son
las principales víctimas
de este tipo de situaciones (ver
Anexo 11).
También, de acuerdo con el último Informe
de la Defensoría de los Habitantes (2016): "En los ámbitos laboral y educativo, las mujeres adultas y menores
de edad siguen siendo las principales víctimas de violencia
sexual. En el año 2013, el 96% de las personas que denunciaron hostigamiento sexual en el sector público
fueron mujeres y en el 2014
las
mujeres representaron
el 94% de las denuncias" (p. 88).
Algunos de los efectos que
tienen este tipo de prácticas
sobre las mujeres
son:
. Miedo, vergüenza
y temor a lo que le pueda suceder.
. Abandono del centro de trabajo o estudio, con
el propósito de poner fin al acoso.
. Trastornos psicológicos (ansiedad,
sentimientos de culpabilidad, entre otros).
Acoso sexual en
espacios públicos o acoso callejero
El acoso callejero es definido
como: "(.) toda práctica
con connotación sexual explícita
o implícita, que proviene
de un desconocido, que posee carácter unidireccional, que ocurre en espacios públicos y tiene el potencial
de provocar malestar en el/la acosado/a" (Arancibia
et al, 2015: s.n.p.).
De acuerdo
con Arancibia (2015), algunas de
las
características de este tipo
de prácticas son
las siguientes:
. Tienen
connotación sexual, es decir, que hacen referencia, aunque sea de forma
implícita, a partes, comportamientos o imaginarios sexuales.
. Son recibidas desde una persona desconocida,
es decir, una persona con la que no exista una relación previa.
. Ocurren en espacios públicos o semi-pu
blicos, es decir, espacios donde no es clara la propiedad y responsabilidad de
alguien en definir reglas y en mantener la seguridad.
. Es unidireccional, es decir, sin considerar
si la víctima desea recibir el acto o si lo aprecia o no.
. Tiene la característica de producir malestar
a nivel individual o social, bajo la forma de emociones negativas, como rabia,
miedo, asco o impotencia o estrés; creencias negativas, modificación de la
conducta, rechazo social, conflicto, etc.
El acoso sexual callejero afecta las posibilidades de movimiento en el espacio
público de las mujeres y la sensación de libertad
y control sobre su entorno y, consecuentemente, que la
apropiación de estos espacios sea significativamente menor en comparación con los hombres
(Arancibia et al., 2015,
s.n.p.).
Una reciente encuesta realizada
por estudiantes de la Escuela
de Estadística
de la
UCR (2015), encontró que un 61,7%
de mujeres fueron
víctimas de acoso sexual callejero
en el 2015 (cuadro 5.1). Además, la
encuesta reveló que las mujeres duplican o triplican
en algunos tipos de acoso, el porcentaje
de los hombres
(ver Anexo 12).
Por otra parte, esta misma encuesta (UCR, 2015) señala que las mujeres que residen en las áreas urbanas son las que sufren de mayor acoso callejero
y, entre ellas, las que se ubican
entre los 18 y los 29 años. Además, las mujeres que
sufrieron de acoso sexual callejero,
han expresado
sentimientos de enojo, ira y disgusto (un 36.6%), seguido
de miedo e
intimidación, con un 15.7% (UCR,
2015) (ver Anexo 13).
Este mismo estudio (UCR, 2015) aporta evidencia clara para concluir que las mujeres no disfrutan de los llamados "piropos halagadores" (contrario a lo que algunas personas creen) y que al menos
una cuarta parte de las mujeres ha tenido que hacer cambios en sus vidas, para evitar ser víctimas
de acoso sexual callejero. Estas medidas demuestran que este tipo de prácticas propician la exclusión de las mujeres de los espacios públicos,
restringen su libertad y violentan su privacidad.
Según
datos de la Sección de Estadística del Poder Judicial, en el año 2011 hubo
7.321 denuncias de mujeres
por acoso callejero. En los dos años siguientes la situación de mantuvo prácticamente igual. Entre los años 2011 y 2013, las palabras
obscenas fueron la ofensa más registrada, con el 63% de las denuncias. Datos preliminares de casos denunciados ante los Juzgados Contravencionales en el año 2016 según la Sección
de Estadística del Departamento de Planificación del Poder Judicial de Costa Rica por conductas
identificadas como
acoso sexual en espacios públicos son las siguientes:
. 3844 Palabras
o actos obscenos
. 2435 Proposiciones
irrespetuosas
. 22 Tocamientos
. 188 Exhibicionismos. Para un total de 6489
actos de este tipo.
Trata de mujeres
La trata de personas
es una forma de
esclavitud moderna que viola
los
derechos humanos y atenta contra
la libertad e integridad de las personas y constituye una manifestación
extrema de VcM.
La trata de mujeres
ha sido invisibilizada como una forma
de violencia basada en el
género, debido a que no se tienen en cuenta las desiguales relaciones de poder entre hombres
y mujeres, y a que se desvinculan las situaciones y las condiciones particulares de vida de las mujeres víctimas
de trata. Al respecto, la Oficina de Naciones Unidas sobre Drogas y Crimen Organizado (2009), señala que las mujeres
y las niñas constituyen alrededor del 80% de las víctimas
de trata a nivel mundial (citado por INAMU, 2015). En Costa Rica, en los últimos
5 años, los casos de trata de personas
que registra la CONATT marcan esta misma tendencia, entre el 2011 y el 2015 se registra
un total de 64 personas víctimas de trata, de las cuales 50 eran mujeres, mientras que solo 14 eran hombres.
Esto evidencia que la trata es una problemática de violencia asociada al género y, como
tal, debe abordarse.
Las mujeres víctimas de trata son escogidas
por su condición de género y por la discriminación social que hace que las mujeres sean percibidas como objetos de propiedad
de otros, a las cuales pueden tomar y someter a
condiciones de esclavitud.
Entre los factores de
riesgo asociados a la trata
de mujeres están:
. Las condiciones de pobreza y exclusión social
en la que viven muchas mujeres, donde pueden ser captadas por las redes
criminales, aunado a que cada vez más mujeres asumen la responsabilidad total
de sus hogares y tienen la necesidad de mejorar sus ingresos, las hace más
vulnerables de ser engañadas con la promesa de brindarles mejores
oportunidades, o de ser víctimas de hombres que les prometen una relación de
pareja estable y un futuro prometedor que luego se convierte en tan solo el
medio para atraparlas en las redes de trata.
. La violencia y abuso de que son víctimas
muchas mujeres las obliga a tener que migrar, tanto interna como
internacionalmente, para poder escapar del ciclo de violencia al que se están
siendo sometidas. En ese tránsito la vulnerabilidad que enfrentan niñas y
jóvenes debido a los escasos recursos de protección y defensa con los que
cuentan, lo cual las hace presa fácil de las redes organizadas.
. La migración en condiciones de riesgo. Aunque
las víctimas de trata pueden tener una condición migratoria regular, las
mujeres que migran de forma irregular son más vulnerables a ser potenciales
víctimas de las redes de trata. Lo anterior debido a la dinámica de riesgo que
representan las condiciones de inseguridad en la que se da el proceso
migratorio, donde pueden ser captadas por las redes criminales.
Finalmente, las redes de trata se valen del exceso de confianza
entre las víctimas y los tratantes86 para poder captarlas y retenerlas. Aunado a esto la corrupción de las autoridades facilitan el trabajo
de las redes de trata, dejando por
lo tanto en completa
desprotección a las mujeres.
86Grupos de crimen organizado dedicados a la trata de personas (OIJ, 2013).
La trata es una forma de violencia que tiene múltiples consecuencias (efectos) en la vida de las mujeres. Al estar sometidas a condiciones de esclavitud, los tratantes se apropian de sus cuerpos
y de su voluntad, ejerciendo control por medio de amenazas
tanto contra ellas como hacia sus seres queridos;
se les viola la libertad y por lo tanto sus derechos
humanos; son desarraigadas de sus familias
y de su entorno social; se les retienen sus documentos migratorios y de identidad; sufren formas degradantes de explotación; viven diversas formas de violencia: física, sexual, psicológica, y patrimonial tanto al expropiarlas de sus ingresos
(ya sea porque no reciben pago o porque solo reciben un pequeño porcentaje del mismo), como cuando se les impone una
deuda impagable y en continuo crecimiento. Muchas se ven
obligadas a consumir drogas o a transportarlas y tienen un alto riesgo
de ser víctimas de femicidio.
En el caso de que logren ser liberadas, no siempre las instituciones les brindan una atención específica e integral,
debido a que las políticas
y programas son diseñados
por igual, tanto para hombres
como para mujeres; además, sufren
muchas secuelas de la violencia experimentada y son
estigmatizadas tanto por sus familias como
en sus comunidades de origen,
debido a que se percibe
como un fracaso migratorio.
Los dos fines de trata más detectados tanto
a nivel mundial (Carcedo 2012), como
en Costa Rica (OIJ, 2013),
son la trata con fines de explotación sexual y la trata con fines de explotación laboral. En el 2010 el 84% de las víctimas
de trata sufrían
de explotación laboral, el 13% eran víctimas de explotación sexual y el 3% por servidumbre. Durante el 2012 el 90% de las víctimas tratadas sufrían de explotación sexual, el 5% eran víctimas
de explotación laboral
y otro 5% por fines delictivos. Solo en el 2013 se da un caso particular donde el 46% de las víctimas fueron tratadas con fines de extracción ilícita de órganos,
mientras que un 36% fueron
víctimas de explotación sexual, un 14% de explotación laboral y un 4% con fines de matrimonio servil (OIJ, 2013).
La trata de mujeres con fines de
explotación sexual conlleva un control tal
sobre los cuerpos de las mujeres,
forzándolas a la prostitución sin que tengan ningún control sobre la actividad
misma ni sobre sus propios cuerpos, convirtiéndose en mercancía y sometiéndolas a peligros
y enfermedades de riesgo para sus vidas. Además, en estos ambientes, las mujeres no solo sufren violencia sexual por parte de los clientes,
sino también por parte de
los
mismos tratantes, y autoridades aliadas con
las redes de trata.
La trata de mujeres para explotación sexual ha sido invisibilizada como tal por ser percibida
como una forma de comercio
sexual (Carcedo, 2012), y por lo tanto muchas veces pasa desapercibida o no se le da el abordaje
adecuado.
4.5.5.2. Orientación estratégica del eje
Los factores culturales que naturalizan la violencia sexual contra las mujeres más la persistencia de la impunidad frente a los delitos sexuales en todos los espacios en que esta se presenta,
forman parte de los elementos de mayor peligro
para la integridad física y emocional
de las mujeres,
especialmente para las más jóvenes. La apropiación del cuerpo de las mujeres
constituye uno de los pilares en que se asienta
el dominio patriarcal. Es por ello que, de manera específica, la violencia sexual ha sido considerada como un eje estructural
dentro de esta política.
Desde este eje se intervendrán por lo tanto, todas las manifestaciones de violencia
sexual, incluyendo el hostigamiento sexual en el
espacio institucional, la violencia sexual en el espacio
privado, el asalto sexual, el acoso sexual en los espacios públicos y la trata de mujeres con fin de explotación sexual, dando prioridad
a la atención de las mujeres, niñas y
adolescentes afectadas
y a la sanción de los ofensores.
Se da especial
atención a la ampliación y fortalecimiento de servicios especializados a fin
de que las mujeres encuentren mayores y mejores oportunidades para trabajar el impacto producido
por la experiencia de la violencia
sexual.
4.5.5.3 Objetivos y acciones
estratégicos
Objetivo estratégico:
Aumentar el acceso de las mujeres
especialmente niñas, adolescentes y mujeres
jóvenes afectadas por diversas formas de violencia sexual
a servicios especializados.
Indicador:
Aumento en el porcentaje de mujeres
usuarias afectadas por diversas formas de violencia
sexual que acceden a servicios especializados.
Meta:
10% de aumento
cada cuatro años87.
87Fuente: Sistema Nacional de Contralorías de Servicios verificar las instituciones de SNVcM
Acciones estratégicas
|
Indicador
|
Meta
|
Mejora en el acceso
de mujeres afectadas a servicios de detección oportuna, atención especializada y seguimiento de las diversas formas de violencia sexual, incluyendo la explotación sexual y la trata
con este fin, con especial
énfasis en niñas y adolescentes.
|
Número de mujeres detectadas por cantón, según tipo de violencia sexual y edad en el período
Número de mujeres atendidas en servicios especializados
por cantón, según tipo de violencia sexual y edad con planes
de seguimiento en el período
|
1.000.000
1.000.000
|
Denuncia y sanción efectiva y oportuna de las diferentes manifestaciones de violencia sexual contra
las mujeres
|
Porcentaje anual de casos
detectados de violencia sexual que cuentan con denuncia penal según tipo de delito
sexual y edad
Porcentaje anual de resoluciones judiciales sancionatorias según tipo de delito sexual
y edad
Número anual de mujeres
afectadas por violencia sexual que reciben servicios institucionales e inter-
institucionales de representación y patrocinio legal gratuita
|
70%
70%
150
|
Protección y sanción efectiva en sede
administrativa y judicial de otras
formas de violencia sexual como el hostigamiento sexual y el acoso sexual en espacios públicos
|
Porcentaje anual de casos investigados en relación con la cantidad de casos
detectados por hostigamiento sexual por
institución o empresa
Porcentaje anual de casos
de hostigamiento sexual
sancionados por institución o empresa
en relación con el número
de investigados
Porcentaje anual de casos
de hostigamiento sexual
en el sector privado tramitados por la Inspección laboral
del MTSS en relación con el número de denuncias recibidas
Porcentaje anual de casos
sancionados en sede judicial por conductas de acoso
sexual en espacios públicos en relación con número de denuncias.
|
80%
80%
80%
60%
|
4.5.6 EJE SEIS:
Prevención del femicidio.
Este eje busca disminuir en el país las muertes de mujeres
ocasionadas por femicidio a partir de la confluencia de medidas
que permitan conocer mejor este problema
y prevenirlo en forma específica y efectiva.
Costa Rica ha suscrito diversos instrumentos internacionales que la comprometen como Estado a prevenir toda forma de violencia
contra las mujeres y por tanto el femicidio, lo que debe ser una prioridad
dado que se trata de la expresión última de esa violencia, la que atenta y destruye
el derecho más básico de todos los derechos
humanos, el derecho
a la vida.
4.5.6.1 Conceptualización
y contexto
Los femicidios representan
un problema social que afecta no sólo
al
desarrollo personal
de las mujeres, sino también
al de sus familias,
sus comunidades, al país y a la sociedad en general.
El femicidio (CEFEMINA, 2010) ".es para las mujeres
el punto culminante de un continuum de violencia
en que se cruzan
y multiplican numerosas
expresiones de exclusión, discriminación y subordinación en un mapa de lógicas perversas que carece
de límites y fronteras" (p. 97-98).
El femicidio, como forma extrema y mortal de la violencia contra las mujeres de todas las edades, es la expresión
más brutal del lugar de subordinación material y simbólica
que nuestra sociedad asigna a las mujeres.
No solo sesga la vida de mujeres, adolescentes
y niñas; lo hace frecuentemente en forma brutal.
Los femicidios cometidos con violencia
sexual y aquellos
en los que hay ensañamiento son la expresión
más evidente, imposible
de esconder, de la misoginia que hay tras estos homicidios y que, por tanto,
deben entenderse como hechos no casuales ni ocasionales, sino producto legítimo de la discriminación material, social
y cultural
de las mujeres en
sociedades sexistas.
El femicidio es, por tanto, antes que nada, la máxima violación de derechos
humanos de las mujeres
por su condición
de mujeres. Se trata también de un problema de seguridad
ciudadana y de salud,
así
como, en una mirada más abarcadora, un problema que obstaculiza el desarrollo del país.
Si bien cualquiera mujer de cualquier
edad enfrenta el riesgo de perder la vida a manos de un femicida
conocido o desconocido, que la escogió como objeto de su control absoluto, algunas se encuentran en condiciones de exclusión
múltiple que limitan sus recursos de protección, en particular las más jóvenes, niñas y adolescentes, las que viven en comunidades marginadas o las migrantes. Esta Política por tanto requiere tomar nota de esta diversidad de condiciones y situaciones que viven las mujeres para protegerlas más eficazmente
frente al riesgo de femicidio.
Los femicidios no son actos aislados y casuales, sino delitos que en numerosas
ocasiones cuentan con historia
previa de agresiones cometidas por los femicidas. Frecuentemente se trata de femicidios anunciados, como los que cometen las parejas y exparejas, los familiares controladores, los acosadores sexuales (y su versión idealizada, los llamados pretendientes), las redes de trata para todo tipo de explotación, los grupos delincuenciales que colocan a las mujeres en las líneas de mayor peligro o las descartan
cuando las consideran
amenazantes.
En la actualidad Costa Rica mantiene una tasa de homicidios de mujeres
que es considerada como media por situarse entre 2 por 100.000 mujeres y 3 por 100.000
mujeres (Geneva
Declaration, 2011)88. Una parte considerable de esos homicidios de mujeres
son femicidios: alrededor
del 55% en los últimos
años. Llama la atención la frecuencia de los femicidios vinculados a la violencia
sexual que ocurren en escenarios de pareja y
familiares.
88El Informe sobre la Carga Global de la Violencia Armada, que realiza periódicamente la Secretaría de la Geneva
Declaration, define como tasas muy bajas de homicidios de mujeres
las menores a 1 por 100.000
mujeres, bajas las comprendidas entre 1 y 2 por 100.000 mujeres, medias las comprendidas entre 2 y 3 por 100.000 mujeres, altas las que se encuentran entre 3 y 6 por 100.000 mujeres y muy altas las mayores a 6 por 100.000 mujeres (Geneva Declaration, 2011, p. 117 y 118).
Según el Estudio Global de la Carga de Enfermedades89, que recopila datos de expertos
de más de 300 instituciones en 50 países, en Costa Rica la "violencia íntima de pareja"
ocupa el segundo lugar como factor de riesgo de muerte y de muerte prematura
en las mujeres
de 15 a 24 años. Si bien no hay datos de inicios de la
década de los noventas, para el nuevo milenio,
se ubica entre las primeras 15
causas de riesgo, en toda la población
femenina.
89La conclusión se extrae del Estudio Global de la Carga de Enfermedades, realizado por el Instituto
para la Medición
y Evaluación de la Salud, de la Universidad de Washington. El estudio comparó las situaciones de salud en las naciones
de estudio, entre 1990 y el 2010. En la investigación también participan otros actores como el Banco Mundial y es consignado por la Organización Mundial de la Salud. Esto se tomó textual
de http://www.crhoy.com/violencia-pareja-segundo-factor-riesgo-muerte-prematura-mujeres-
jovenes/nacionales/ Esto fue publicado
el 28 de diciembre
del 2013 y se explica
que se compararon estudios de 1990 con 2010, aún no hay información nueva.
Por otro lado, además, es de las primeras causas de pérdida de
años saludables de
vida y de discapacidad en mujeres
jóvenes. El indicador de años de vida perdidos (DALY por sus siglas en inglés),
muestra que la violencia de pareja ocupa el undécimo lugar como factor de riesgo en todas las mujeres,
pero sube al segundo puesto
en mujeres de 15 a 24 años.
Aunque el riesgo de femicidio esté presente en cualquier ámbito y entorno, en algunos
de ellos ese
riesgo es particularmente acrecentado porque existen
"contextos socioeconómicos, políticos y culturales en los que se producen o propician
relaciones de poder entre hombres
y mujeres particularmente desiguales y que generan
dinámicas de control,
violencia contra las mujeres y femicidio
que adoptan o incluyen
características propias (Carcedo et al.,
2010, p. 15)90.
90Carcedo, Ana et al. (2010)
No olvidamos ni aceptamos. Femicidio en Centroamérica 2000-2006. San José: CEFEMINA-ONU Mujeres.
Esos contextos constituyen escenarios de femicidio que no se agotan en el de pareja y el intrafamiliar. El ataque sexual, el acoso sexual, la trata, la migración, el trabajo
sexual, las mafias y redes delictivas nacionales e internacionales, los grupos delincuenciales locales (pandillas de control territorial, narcomenudeo), son parte de los escenarios de violencia femicida que han sido menos visibilizados, pero que han cobrado
y siguen cobrando en Costa Rica vidas de mujeres.
Lo que sabemos sobre el femicidio
en nuestro país indica que los escenarios de violencia
femicida son cada vez más complejos, se alimentan entre sí, y se ensañan
más frecuentemente con las mujeres
que viven bajo condiciones de múltiple
exclusión. Esta complejidad exige enfrentar este problema
con una mirada amplia, que
no reduzca
la visión
a los femicidios cometidos por
las
parejas, exparejas
o en el seno de las familias.
A partir de la entrada en vigencia91 de la LPVCM es que se visibiliza en la investigación y la sanción penal de los delitos cometidos específicamente contra mujeres, constituyendo un homicidio de carácter
agravado por
la penalidad
y que derivó
- como efecto inmediato
y positivo - el que a partir de su promulgación las muertes de mujeres dejaron
de engrosar las estadísticas generales realizadas por la Policía y el Ministerio Público. Esto dio paso a la especificidad de las estadísticas judiciales al elaborar variables que recopilaron información cuantitativa y cualitativa de este tipo de delincuencia por parte la Oficina de Planificación y Estadísticas del Poder Judicial.
91El 25 de abril del 2007, se aprueba
la Ley Nº 8589 Penalización de la Violencia contra las Mujeres, se
adiciona un inc. d) al art. 239 del Código Procesal
Penal y se modifica el párrafo final del art. 3 de la Ley contra la Violencia
Doméstica; publicada en La Gaceta No103. Sin embargo, hasta el 25 de marzo del 2011, se aprueba la Ley Nº 8929 Modificación de los Artículos
22 y 25 de la Ley Nº 8589 Penalización de la Violencia Contra las Mujeres; publicada en La Gaceta
Nº 60. Estos artículos
habían sido declarados inconstitucionales por parte de la Sala IV-Constitucional.
La Ley LPVCM establece - en su artículo 21 - el femicidio
como la agresión más perjudicial para una
mujer y se "impondrá pena de prisión
de veinte a treinta y cinco años a quien dé muerte a una mujer con quien mantenga una relación
de matrimonio, en unión de hecho, declarada o no". De lo anterior se desprende que, con la aprobación de esta ley, se han registrado avances considerables en el Estado costarricense y se ha podido
establecer el femicidio como un
delito con sus sanciones respectivas a nivel
penal.
Sin embargo, la tipificación del femicidio
que hace esta ley es considerada como "restrictiva" porque no contempla la muerte de mujeres asociadas
a las relaciones de género y fuera de la relación
de pareja, tal y como
es
enunciada en la Convención de Belém do Pará.
Por ello, el INAMU, ha trabajado muy de cerca con el Poder Judicial
y con otras instancias del SISTEMA, para fundamentar la ampliación del concepto
de femicidio basado
en la Ley de Penalización de la Violencia
contra las Mujeres (LPVCM), y utilizar
el concepto de "femicidio ampliado", de manera que se refleje en las estadísticas judiciales las cifras de mujeres
que son asesinadas por razones
de género, según la definición de
la Convención
de Belém do
Pará.
A partir del año 2010, las estadísticas judiciales han incorporado el concepto
de femicidio ampliado
que cubre atacantes sexuales, ex esposos,
ex convivientes, familiares
consanguíneos, ex amantes,
novios o ex novios y personas
con ninguna relación,
de manera que este concepto
amplía los casos de muertes de mujeres,
y que en la actualidad supera aún más estas
definiciones, al llevarse las estadísticas judiciales de las muertes de todas las mujeres
mayores de edad en los diferentes escenarios de comisión
del delito. Este concepto retoma el concepto
de violencia en sus múltiples manifestaciones y en diversos escenarios, y se define como la muerte violenta de una mujer "que tenga lugar dentro de la familia o unidad doméstica o en cualquier otra
relación interpersonal, ya sea que el
agresor comparta o haya compartido el mismo domicilio que
la
mujer, y que comprende,
entre otros, violación, maltrato y abuso
sexual" (Poder
Judicial, 2013).
Para el Estado de Costa Rica es inaceptable registrar y contabilizar femicidios sin tomar todas las medidas
posibles para impedir que se sigan cometiendo. Máxime si se considera que el país es el pionero
en penalizar en el mundo el femicidio
(2007), tiene una larga trayectoria
implementando planes contra
la violencia hacia las mujeres y ha construido una institucionalización para la sanción de estos delitos
y la atención
de las mujeres blanco de la violencia. Anualmente, el femicidio
mata más mujeres en el país que la mortalidad materna. Si se reducen los femicidio se reducirán
los homicidios de mujeres y se avanzará en la prevención de la violencia en general.
4.5.6.2 Orientación estratégica del eje
Muchos de los femicidios que se cometen
en nuestro país se pueden prevenir,
en particular aquellos
en los que la
situación de violencia es conocida por
las instituciones,
las
familias y el entorno
social que rodea a las mujeres. Contamos con instrumentos para identificar cuándo esa violencia y el agresor que la comete configuran un alto riesgo de femicidio. Se han hecho las
primeras experiencias de constituir Comités Locales de Intervención para la protección de las mujeres
en alto riesgo (CLAIS).
Se ha diseñado y probado un protocolo
de actuación interinstitucional coordinada para estas situaciones. Se requiere
aprender de estas primeras
experiencias y apoyarse
en ellas para consolidar y extender
la protección de las mujeres frente al riesgo
de femicidio.
Desde este eje se desarrollarán dos tipos de acciones. Uno de ellos va encaminado a conocer
mejor sobre el problema
del femicidio en Costa Rica, fortaleciendo el análisis
estadístico que ya hace la Subcomisión de Femicidios de la Comisión
de Seguimiento del Sistema
Nacional VcM, sobre las muertes violentas de mujeres y femicidios; complementándolo con el estudio individualizado de cada femicidio, con el fin de identificar mejoras a implementar en las respuestas y prácticas
de los diferentes actores que permitan evitar situaciones similares en el futuro.
Por otra parte, se fortalecerán y ampliarán
las iniciativas de intervención directa sobre situaciones de alto riesgo de femicidio para proteger en forma efectiva
a las mujeres.
La medición del riesgo,
la aplicación del protocolo, la actuación de los CLAIS, el uso de los kits de emergencia y la acción comunitaria son parte de esas iniciativas que buscan
asegurar la protección de la vida de las mujeres frente al riesgo de femicidio, así como la puesta en práctica
a nivel nacional
del protocolo de investigación de femicidios con enfoque de género.
4.5.6.3. Objetivos y
acciones estratégicas
Objetivo estratégico
Aumentar el acceso de las mujeres en riesgo
de femicidio a recursos
y servicios institucionales y comunitarios de apoyo y
protección.
Indicador:
Porcentaje de cantones en los cuales las mujeres identificadas en riesgo de femicidio tienen acceso a recursos
y servicios institucionales
y comunitarios de apoyo,
protección efectiva y seguimiento.
Meta: 50%
Acciones estratégicas
|
Indicadores
|
Metas
|
Desarrollo de respuestas específicas para la protección inmediata y atención y seguimiento de las mujeres
en situaciones de alto riesgo de femicidio en el 50% de cantones seleccionados
|
Número de CLAIS operando
para el periodo.
Número de PISAV operando
para el período
|
41 CLAIS
10 PISAV
|
Organización, movilización social y desarrollo de competencias de los diferentes actores, incluyendo locales (familias, comunidades, grupos, instituciones y gobiernos
|
Número total de grupos sociales formales o
informales fortalecidos y creados para
la prevención de la violencia contra
las mujeres y el femicidio
en los cantones priorizados
|
100
|
Acciones estratégicas
|
Indicadores
|
Metas
|
locales), para la prevención del femicidio.
|
Número total de acciones de movilización
para la prevención de la
violencia contra las mujeres y el femicidio
en los cantones priorizados
Número total de personas en instituciones y comunidad capacitadas para
la prevención de la
violencia contra las mujeres y el femicidio
en los cantones priorizados
|
150
800.000
|
Producción, análisis y difusión de información que facilite actualizar el conocimiento sobre la violencia contra las mujeres y el femicidio en el país para mejorar
las respuestas.
|
Número anual de informes anuales
de rendición de cuentas emitidos y difundidos
Número anual de Investigaciones, registros administrativos desagregados por sexo, ubicación geográfica, edad y según condiciones específicas de: discapacidad, migración, etnia, orientación sexual e identidad de género;
relación con el agresor; arma medio de ataque,
lugar de la violencia, tipo y manifestación de violencia
Número total de encuestas nacionales de violencia contra las mujeres ejecutadas y difundidos sus resultados
|
20
20
2
|
4.6 Modelo de
Gestión
4.6.1 El mandato
legal para la coordinación y gestión del PLANOVI 2017-2032
El Sistema Nacional para la
Atención y la
Prevención de la
Violencia contra las Mujeres y la Violencia Intrafamiliar (Ley No. 8688) (el SISTEMA),
constituye el soporte
técnico y político
institucional desde el cual se pondrá en ejecución
la presente Política Nacional para la Atención y la Prevención de la Violencia contra
las
Mujeres 2017-2032.
Todas las instancias que conforman el SISTEMA tendrán responsabilidades en las diferentes acciones estratégicas del
PLANOVI y sus planes de acción
en función de sus particulares competencias.
De acuerdo con
la citada Ley, las instituciones responsables son las siguientes:
. El Ministerio
de Educación Pública.
. El Ministerio de Justicia y Gracia.
. El Ministerio de Salud Pública
. El Ministerio de Cultura, Juventud y
Deportes.
. El Ministerio de Seguridad Pública.
. El Ministerio de Trabajo y Seguridad Social.
. El Ministerio de Vivienda y Asentamientos
Humanos.
. El Ministerio de Planificación y Política
Económica.
. La Caja Costarricense de Seguro Social.
. El Instituto Mixto de Ayuda Social.
. El Instituto Nacional de Aprendizaje.
. El Patronato Nacional de la Infancia.
. El Instituto Nacional de las Mujeres.
. El Consejo Nacional de la Persona Adulta
Mayor.
. El Consejo Nacional de Rehabilitación y
Educación Especial.
. El Consejo de la Persona Joven.
. La Universidad de Costa Rica.
. La Universidad Nacional de Costa Rica.
. El Instituto Tecnológico de Costa Rica.
. El Poder Judicial.
. La Universidad Estatal a Distancia.
. La Defensoría de los Habitantes.
El Reglamento de la ley (No. 39208-MP-MCM) constata que corresponde al SISTEMA "Promover
políticas públicas, planes, programas, propuestas jurídicas, proyectos o acciones
que garanticen el cumplimiento de los mandatos
establecidos en los diferentes instrumentos jurídicos nacionales e internacionales que protegen
el derecho humano a vivir
libre de violencia (Art. 2.c).
Por otra parte, corresponde al Consejo Nacional como instancia
político-institucional superior del SISTEMA92, "Coordinar con las entidades y órganos
del Estado para que cumplan
las funciones que les asigna en su
integración al Sistema Nacional (Art. 8), así
como "Dictar políticas que
operativicen el funcionamiento del Sistema
Nacional en cumplimiento de la Convención Interamericana para prevenir, sancionar y erradicar
la violencia contra
la mujer"
(Art. 8.d).
92El Consejo está conformado por jerarcas de 8 instituciones. Este nivel, también ha sido denominado como de Gestión Política (véase Escalante
y Meoño, 2012, p.86)
El Consejo Nacional, según lo establece la Ley y su Reglamento, es coordinado por el INAMU como órgano político
superior y será la instancia a la que, según lo señala la Ley, le corresponde recibir la rendición de cuentas
anual que cada una de las instituciones que conforman el sistema
deberá presentar en cumplimiento a la Política y sus Planes de Acción.
La Comisión de Seguimiento y la Secretaría Técnica, serán las dos instancias técnicas de mayor nivel del SISTEMA encargadas de atender
al diseño, implementación y seguimiento de esta Política
Nacional y sus Planes
de Acción.
Según lo dispuesto por la Ley y el Reglamento del SISTEMA,
tanto la Comisión de Seguimiento como la Secretaría Técnica, son las dos instancias con responsabilidades directas para velar por la ejecución de las políticas
en materia de atención y prevención de la violencia
contra las mujeres. En ese sentido, su papel y buen desempeño
resultan primordiales en la gestión y el éxito en el cumplimento de los objetivos
estratégicos de la
Política.
Corresponde también a la Comisión de Seguimiento, como instancia técnica-interinstitucional, vigilar por el cumplimiento de las políticas nacionales y por
la ejecución de los acuerdos
del Consejo Nacional (Art.
11).
Para la operacionalización de esta Política
en el nivel local, existen las redes locales e interinstitucionales de atención y prevención de la violencia contra las mujeres y la violencia
intrafamiliar, las cuales de acuerdo con la citada
Ley, constituyen ".espacios de
coordinación interinstitucional e intersectorial y de la sociedad
civil, para el desarrollo
de políticas locales
de atención y prevención de violencia
contra las mujeres y la violencia intrafamiliar" (Art. 21).
Las redes locales están constituidas por representantes locales de las instituciones públicas que integran el Sistema Nacional
y que cuenten
con representación a nivel local, así como por las organizaciones, grupos y otras manifestaciones de la sociedad
civil que trabajen en aspectos
relacionados con la atención y prevención de la violencia
intrafamiliar. Cada institución pública o privada debe nombrar una persona
representante propietaria y una suplente,
de manera que se asegure
la representación de la institución u organización en la red a fin de que la implementación de la política
y sus planes de acción en el nivel local sean de carácter
integral e integrado.
Actualmente, el país cuenta con 77 redes locales constituidas y distribuidas en nueve regiones
a saber: Guanacaste, Alajuela, Pacífico, Cartago, Heredia, San José, Limón y Zona Sur, establecidas así por un criterio de conveniencia, principalmente para la reducción de los tiempos de desplazamiento que permita, desde la Secretaría
Técnica, brindar el acompañamiento requerido a cada red local.
En el marco de la Ley del SISTEMA y en concordancia con los ejes estructurales de esta Política, la responsabilidad de las Redes Locales refiere
a la promoción
de la participación de la sociedad
civil en sus diferentes expresiones (organizaciones de mujeres, organizaciones sociales, empresa privada, etc.), en los espacios locales de coordinación de las acciones
para la atención y la prevención de la violencia contra las mujeres,
así
como en el
área de promoción de derechos.
El siguiente diagrama
representa este modelo
de gestión.

4.6.2 Acciones
estratégicas para la conducción técnico-política del PLANOVI 2017-2032
Existe consenso entre las diversas fuentes consultadas - incluyendo el Informe
Anual de Rendición de Cuentas
preparado por la
ST - que el principal
nudo crítico de la
implementación del PLANOVI ha
sido:
"que el sistema no ha funcionado como un sistema
propiamente dicho. El mismo carece de unidad, articulación y coherencia en su accionar entre los diferentes niveles e instancias que lo conforman (.) el enfoque
sistémico en que se sustentó la creación
del Sistema contemplaba entre otros aspectos
un marco de referencia teórico y de principios consensuados entre los diferentes actores sociales. La inclusión de actores
en todos los niveles y según las necesidades de las personas
afectadas; detección, registro y referencia adecuada, atención integral, prevención de nuevas situaciones de violencia
y promoción de conductas alternativas a la violencia; creación y facilitación de recurso
de apoyo para quienes
deseen construir nuevos proyectos de vida; una
acción coordinada interinstitucional
e interseccional, la concertación de la sociedad
civil y la empresa privada" (Hidalgo, 1997, p.8-9,
citado en INAMU,
junio 2014, p.31)
Considerando este escenario, el reto central que plantea esta nueva Política
es el de generar
estrategias que permitan la unidad y coherencia en el accionar del Sistema,
en cada uno de las instancias (político, técnico y operativo) y niveles
(nacional, regional, local). Lo anterior potenciando las buenas prácticas desarrolladas en
periodos anteriores y atendiendo las lecciones
aprendidas.
El principal desafío del momento actual se ubica en el nivel político estratégico. En este sentido se espera lograr
la coherencia política e ideológica, así como la visión estratégica de futuro que de manera consensuada unifique su funcionamiento. Por otra parte, es urgente e indispensable el cumplimiento cabal y en toda su extensión, de las obligaciones creadas por ley a todas las instituciones y al Estado en general con
base en lo que establece
la Convención
de Belem do
Pará.
Un primer paso en este sentido
refiere a que la autoridad política superior - Consejo Nacional - garantice
su conformación de nivel ministerial y ejerza
el liderazgo y la conducción política necesaria, enfocada al logro de resultados. El cumplimiento de este aspecto recae de manera directa
en el Consejo de Gobierno, instancia que por ley debe recibir los informes anuales de rendición de cuentas y orientar el trabajo futuro, así como acuerdos políticos del más alto
nivel que viabilicen el cumplimiento
del PLANOVI.
Acciones estratégicas
Serán de cumplimiento obligatorio en el marco legal y estructural del SISTEMA,
la ejecución de las siguientes
acciones cuyo
propósito es garantizar la eficacia y eficiencia
en todos los procesos vinculados a la
ejecución de la Política
y sus planes de acción desde el nivel político
hasta el nivel local operativo. Por lo tanto, estas acciones
deberán ser
incorporadas transversalmente por todo
el SISTEMA en su conjunto y consignadas en cada
plan de acción de esa Política.
1. Inclusión de la
Política Nacional y del PLANOVI 2017-2032 en los Planes Nacionales de
Desarrollo de los periodos correspondientes con indicadores precisos para medir
cumplimiento de metas para todos los sectores e instituciones.
2. Definición de
un mecanismo de monitoreo y evaluación de cumplimiento estatal e institucional
de la Política y Plan Nacional desde MIDEPLAN y el Ministerio de Hacienda,
incluyendo el seguimiento a la inversión estatal específica para el logro de
las metas y a los procesos de elaboración de los Planes-presupuestos para
garantizar que las acciones estratégicas y metas PLANOVI sean incluidas de
manera regular.
3. Acreditación
bianual de las personas representantes institucionales ante la Comisión de
Seguimiento en estricto apego al perfil establecido en el Reglamento de la Ley
8886.
4. Cada año, de
previo al proceso de elaboración de los PAO-Presupuesto la Comisión de
Seguimiento definirá un Plan de Trabajo Inter-institucional para el
cumplimiento del PLANOVI en el periodo siguiente, definiendo compromisos y
responsabilidades institucionales que cada entidad deberá incluir en su proceso
interno de planificación. Se promoverá la formación de equipos regionales de
trabajo, que le dé capacitación y acompañamiento a las redes a nivel regional.
Eso permitiría abordajes que tomen en cuenta las características
socio-culturales y de violencia que enfrenta cada región y subregión.
5. Conformación
- en cada una de las instituciones del Sistema - de una Comisión Interna
encargada de la ejecución, monitoreo y evaluación de cumplimiento de las metas
institucionales del PLANOVI 2017-2032 con la participación del jerarca o su
representante del máximo nivel, Departamentos de Planificación institucional,
dirección operativa-técnica institucional del máximo nivel, departamentos de
comunicación institucional y educación social, entre otros. Esta comisión será
la responsable de orientar y acompañar de manera regular, mediante
capacitaciones, directrices y monitoreo, a sus representantes en las redes
locales sobre las tareas a cumplir en cada periodo.
6. Acreditación
bianual de las Redes Locales, según indicadores, que permitan verificar el
diseño y ejecución de planes de trabajo anuales en consonancia con las metas
interinstitucionales e institucionales para cada periodo. Entre los indicadores
de acreditación se incluirá el cumplimiento en cuanto a la representación
institucional según el perfil definido por ley y la participación ciudadana.
Las redes locales que no cumplan con
estos requisitos deberán tomar las medidas necesarias hasta lograr la
acreditación para formar parte del Sistema.
7. Promover
procesos de descentralización y regionalización de los servicios
institucionales que tienen que ver con la VcM incluyendo nuevas formas de trabajo
de las instituciones, que permitan romper con las tradicionales barreras de
accesibilidad, cobertura, idioma, etc., particularmente por parte de mujeres
indígenas, rurales, migrantes, afro descendientes, entre otras.
8. Integración
de actores de la sociedad civil en las redes locales (organizaciones de
mujeres, gobiernos locales, asociaciones de desarrollo, sector privado, entre
otras).
9.
Fortalecimiento de la Secretaría Técnica mediante la ampliación del recurso
humano a cargo del INAMU, ampliación del presupuesto específico y
fortalecimiento y modernización de los mecanismos tecnológicos para fortalecer
la comunicación interna, vertical y horizontal al interior del Sistema,
fortalecimiento continuo de capacidades y proyección social.
4.7 Mecanismo
para el monitoreo seguimiento y evaluación de la política y sus planes de
acción
El análisis y control periódico de la ejecución de esta
política se establece a través
de
un mecanismo de monitoreo,
seguimiento y evaluación que permite
dar cuenta
sobre la gestión y cumplimiento de las metas y resultados que se definen
en la política,
así como en cada plan de acción y sus objetivos estratégicos.
El mecanismo se establece en concordancia con la normativa vigente de las entidades rectoras en la materia
y con las disposiciones del Plan Nacional
de Desarrollo, el Sistema
Nacional de Evaluación del Ministerio de Planificación, así como lo estipulado en la Ley del SISTEMA (Ley 8688) que incluye las funciones asignadas a la Comisión
de Evaluación y Cumplimiento de Políticas
del Sistema, cuya función es "fiscalizar y evaluar el eficiente y efectivo
cumplimiento por parte de las instituciones, órganos e instancias
estatales, de las políticas
y acuerdos aprobados
por la Comisión de Seguimiento".
El proceso de monitoreo
será sistemático y permanente a fin de identificar y definir los ajustes oportunos durante la ejecución de la política
y sus planes de acción en aras de alcanzar
los mejores resultados,
proporcionando información relevante y
permanente para la
toma de decisiones tanto a nivel técnico
como político.
El mecanismo comprende evaluaciones intermedias de las actuaciones públicas de todas las instituciones que conforman el SISTEMA
que también constituyen insumos para orientar tanto el proceso de toma de decisiones, como la adopción y aplicación de medidas
correctivas. Se realizará
asimismo, evaluación final cuyos resultados contribuirán a la formulación
de una nueva política.
La actualización de indicadores, desde una perspectiva prospetiva, será parte integral de las evaluaciones intermedias.
Los planes de acción - que se irán dando en forma sucesiva
en períodos de 5 años cada uno- tendrán
su respectivo seguimiento anual y de período y estipularán el conjunto
de indicadores y metas que coadyuven en forma progresiva al cumplimiento de los resultados esperados en los indicadores del PLANOVI.
Este mecanismo también incluye los procedimientos para la entrega de informes
periódicos y la rendición
de cuentas a la ciudadanía, incluyendo los avances y retos en la implementación del PLANOVI
y sus planes de acción.
El procedimiento general para el seguimiento a la ejecución
de la política
y sus planes de acción comprende
al menos:
. Elaboración de
informes anuales de cumplimiento por parte cada una de las instituciones del
SISTEMA según sus responsabilidades definidas con el método e instrumentos
aprobados por la Comisión de Seguimiento y el Consejo Nacional. La comisión
interna institucional creada para este propósito será la interlocutora
principal y directa con la Secretaría técnica durante el proceso de elaboración
y entrega de los informes.
. Recopilación de informes, revisión e
integración de los mismos por parte de la Secretaría Técnica del Sistema. El
informe consolidado se discute en la Comisión de Seguimiento para luego ser
elevado al Consejo Nacional, instancia de nivel político que emitirá
lineamientos o directrices según corresponda.
. Se realizarán balances
que permitan la valoración de cumplimiento según escala de Plan Nacional de
Desarrollo.
. Realización de actividades de divulgación a
la ciudadanía mediante métodos definidos y aprobados por la Comisión de
Seguimiento.
I. GLOSARIO
Androcentrismo: visión del mundo que sitúa al hombre,
su mirada e intereses
en el centro del mundo y que conlleva el silencio,
la omisión o la invisibilización de las mujeres. En el universo
androcéntrico, la Tierra gira alrededor
del Hombre.
Brecha de género: distribución desigual de recursos, acceso y poder en un determinado contexto entre ambos géneros. Dentro de la brecha de género podemos
encontrar la brecha salarial: diferencia económica entre
hombres y mujeres
por el desempeño del mismo trabajo.
Consentimiento: acuerdo verbal que establece que las partes involucradas en una relación sexual lo hacen a gusto,
de manera
consciente, sana y sin coacciones.
Cosificación: acto de representar o tratar a una persona
como un objeto no pensante que solo sirve para satisfacer los deseos del otro.
La
cosificación sexual consiste
en ignorar las
cualidades, inteligencia, deseos o sentimientos de una persona y reducir todos sus atributos
al deleite sexual
de otra persona.
Cultura de la violación: sistema por el que la violación, a pesar de considerarse un problema social, se sustenta
por la normalización de la misma y su aceptación en la sociedad
donde se produce.
Los mecanismos que fomentan la cultura de la violación
son la culpabilización de la víctima,
la normalización, embellecimiento y
erotización de la violencia sexual y el alto nivel
de despreocupación
ante las agresiones hacia las mujeres.
Culpabilización de la víctima o victim blaming: actitud
que aparece en relación a un crimen o un abuso, en el que se considera
que las víctimas de ese suceso son parcial o totalmente responsables del mismo. Por ejemplo, ante una violación cuestionar a la víctima
preguntándole cuánto había bebido, por qué volvió sola a casa, si coqueteó
antes con el agresor o qué llevaba puesto.
Deconstrucción: ejercicio de evaluación personal
en el que la persona se esfuerza por desaprender, identificar
y eliminar
las
actitudes machistas a las que ha estado
expuesta toda la vida.
Empoderamiento: del inglés empowerment, es el proceso por el cual las mujeres
ganan confianza, visión y protagonismo
para impulsar cambios positivos en las situaciones de desigualdad en las que viven.
Estereotipos de género: de origen cultural, son un conjunto
de ideas utilizadas para explicar la forma de comportarse y los roles que deben tener en sociedad los hombres y las mujeres.
Dentro de los estereotipos de género masculinos encontramos la fortaleza, la seguridad en uno mismo, la incapacidad emocional o la agresividad. En los femeninos
podemos encontrar
la dulzura, la sumisión o la delicadeza.
Feminismo:
ideología que defiende que
las
mujeres deben tener los mismos derechos que
los
hombres. Según Victoria Sau: movimiento social y político
que se inicia
formalmente a finales
del siglo XVIII y que supone la toma de conciencia de las mujeres
como colectivo de la opresión,
dominación, y explotación de que ha sido
y son objeto por parte del colectivo de los varones en el
seno del patriarcado bajo sus distintas fases históricas, lo cual las mueve a la acción para la liberación de su sexo con todas las transformaciones de la sociedad
que aquella requiera.
Feminismo radical: consecuencia de un movimiento intelectual, social y político desarrollado entre finales de los 60 y principios
de los 70, que decide que las mujeres deben ser las artífices
de su propio cambio al estar cansadas de negociar pequeñas cuotas de
igualdad con los hombres
y de medir la lucha comparándose siempre con el estatus
masculino. Su lema principal es "lo personal es político", ya que ayudaron a visibilizar la problemática de la violencia "doméstica" que sufrían las mujeres que a finales de los 60 se consideraba privada, personal o sencillamente "normal".
Feminazi: término peyorativo inventado para desprestigiar la lucha feminista. Lo popularizó el locutor de radio Rush Limbaugh, ligado al Partido Republicano en Estados Unidos,
para referirse a las mujeres que defendían el derecho al aborto que el autor asociaba con el Holocausto.
Género: conjunto de valores socialmente construidos que definen las diferentes características (emocionales, afectivas, intelectuales o físicas)
y los comportamientos que cada sociedad asigna a los hombres
o a las mujeres. A diferencia del sexo, que viene determinado con el nacimiento, el género se aprende y
se puede modificar.
Hembrismo: supuesta represión y dominio de las mujeres
hacia los hombres. Junto con feminazi,
es otro término masculino que pretende desprestigiar la lucha feminista, acusándola de radical,
para seguir perpetuando
el sistema desfavorable.
Hetero-normatividad: sistema que normaliza
la heterosexualidad y los comportamientos tradicionalmente ligados a ella mostrándolos como la única opción válida; marginando al mismo tiempo cualquier forma de relación fuera de los ideales heterosexuales, la monogamia y la conformidad de género. En este concepto confluyen
feminismo y teorías queer.
Machismo: creencia de que el hombre es superior
a la mujer y, por tanto, la mujer debe estar siempre
supeditada al hombre. Victoria Sau, activista y política
feminista, afirmaba que el machismo
lo constituyen "aquellos actos, físicos o verbales,
por medio de los cuales se manifiesta de forma vulgar
y poco apropiada
el sexismo subyacente en la estructura social".
Machismo internalizado: relativo a las mujeres
o aliados que, habiendo
sido educados y socializados en culturas machistas, perpetúan o adquieren
ciertos valores, mensajes y actitudes
típicas del machismo. Por ejemplo,
cuando la primera idea que le viene a la mente a una mujer al ver a otra mujer en minifalda es "menuda fresca" o
cuando perpetúa el estereotipo de la rivalidad femenina.
Micromachismo: término que describe todas aquellas
acciones de carácter machista cotidianas, sutiles e incluso inconscientes que están normalizadas en la sociedad.
Algunos ejemplos de micromachismo serían que un camarero le dé la cuenta instintivamente al varón, que alguien perteneciente al servicio técnico explique sus servicios al hombre asumiendo que la mujer no entiende de qué está hablando
o que en un ambiente laboral el jefe
utilice apelativos "cariñosos" solo con las
mujeres.
Mirada masculina: concepto introducido por Laura Mulvey aplicado al cine que explica que en la mayoría de las plataformas audiovisuales la mujer termina convertida en objeto
ya que son los hombres
heterosexuales los que tienen el control
de las cámaras.
El concepto de la mirada
masculina ha sido aplicado
a la literatura, el cine, la música
y la publicidad y se da cuando
la única perspectiva es la del hombre
heterosexual.
Misoginia: odio y desprecio hacia las mujeres y, por extensión, todo lo que esté asociado
con estereotipos tradicionalmente femeninos.
Patriarcado: desigualdad de poder entre hombres y mujeres que se traduce en la superiorididad del varón en todos los aspectos
de la sociedad.
Prejuicio: opinión previa acerca de algo que se conoce poco o mal. Asociados
a la discriminación se convierten en percepciones distorsionadas de la realidad
que pueden fomentar el rechazo a priori de algo o de alguien
por diversas condiciones: raza, género, orientación sexual, credo, condición económica, entre otros.
Resiliencia: expresa la capacidad
de adaptación positiva pese a la
adversidad. Considera
el hecho de que la persona puede continuar con un adecuado
desarrollo a pesar de alto riesgo social
al que está expuesta,
a la capacidad de mantener sus funciones y competencias pese al estrés continuo y al logro de la recuperación después del trauma que puede producir por
ejemplo la exposición sistemática a la violencia.
Sororidad: solidaridad y alianza
entre mujeres para defenderse,
apoyarse y luchar contra la discriminación y los problemas
compartidos por
el hecho
de ser mujeres.
Slut-shaming: fenómeno que consiste en insultar, burlarse o avergonzar a las mujeres
tildándolas de
putas, zorras o guarras
con la intención
de hacerlas sentir culpables
por llevar una vida sexual que no es la que la sociedad
espera de ellas.
Techo de cristal: limitación velada del ascenso de las mujeres
dentro del mundo laboral. Se mantiene
debido a una serie de prejuicios extendidos a la hora de confiar a las mujeres puestos de responsabilidad, así como a una estructura de prácticas
machistas extendidas dentro del mundo de los negocios como las reuniones, el compadreo
o el corporativismo masculino.
Violencia contra las mujeres93
93ONU. Convención interamericana para prevenir, sancionar y erradicar la violencia contra la mujer/ Belem do Pará
Cualquier acción o conducta, basada en su género, que cause muerte, daño o sufrimiento físico, sexual o psicológico a la mujer, tanto en el ámbito
público como en el privado.
La violencia contra
la
mujer incluye la violencia física, sexual
y psicológica:
a. que tenga
lugar dentro de la familia o unidad doméstica o en cualquier otra relación
interpersonal, ya sea que el agresor comparta o haya compartido el mismo
domicilio que la mujer, y que comprende, entre otros, violación, maltrato y
abuso sexual;
b. que tenga
lugar en la comunidad y sea perpetrada por cualquier persona y que comprende,
entre otros, violación, abuso sexual, tortura, trata de personas, prostitución
forzada, secuestro y acoso sexual en el lugar de trabajo, así como en
instituciones educativas, establecimientos de salud o cualquier otro lugar, y
c. que sea
perpetrada o tolerada por el Estado o sus agentes, donde quiera que ocurra.
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